“Burning” cuenta la historia de Jong-su, un joven repartidor que sueña con ser escritor
Título: Burning
Corea del Sur, 2018, 148 min
Director: Lee Chang-Dong
Guión: Lee Chang-Dong, Jungmi Oh (basado en un cuento de Haruki Murakami)
Fotografía: Kyung-Pyo Hong
Reparto: Yoo Ah In, Steven Yeun, Jun Jong-seo, Gang Dong-won, Seung Geun Moon
[Reseña sin spoilers]
Actualmente tenemos una cartelera de cine privilegiada en Pereira, gracias a que existen espacios alternativos al cine comercial.
La ciudad cuenta con tres salas de cine arte o independiente, Cámara de Comercio, Comfamiliar y Museo de Arte, donde encontramos las películas que normalmente no estrenan en las grandes salas de los centros comerciales.
Hoy me detendré en “Burning”, el último trabajo de Lee Chang-Dong que adapta el maravilloso cuento de Haruki Murakami, “Quemar graneros” y que a su vez es una versión libre del relato del premio nobel estadounidense William Faulkner “Quemar establos”.
A pesar del gran desafío que supone adaptar una obra literaria al cine, y más aún la de un autor como Murakami, la mezcla de estos tres genios ha creado una de las maravillas del año pasado.
Pero el cuento que la inspira, de no más de 20 páginas, es apenas un punto de partida. Chang-Dong logra crear un brutal filme de dos horas y media maravillosamente aprovechadas, con un tono y un ritmo que invitan al espectador a formar parte de la historia.
En esta producción, cada escena y cada plano están conscientemente calculados para lograr el máximo significado y un efecto dramático que se mueve con astucia entre el drama romántico y la intriga criminal. Por momentos consigue desmarcarse del relato que la inspira para obsequiarnos una extraordinaria reflexión acerca de la diferencia de clases.
“Burning” cuenta la historia de Jong-su, un joven repartidor que sueña con ser escritor.
El solitario y callado protagonista parece atrapado en el resentimiento hacia sus padres, hasta que se encuentra de manera casual con Hae-mi, una amiga de la infancia. Ambos crecieron en un ambiente rural que prefieren dejar atrás, pero ese pasado común trae cierta conexión entre ellos.
La muchacha, frágil y manipuladora, pide a Jong-su que cuide de su gato mientras ella realiza un soñado viaje a África.
Al regresar, le presenta a Ben, imperturbable adinerado, rodeado de lujos y misterio. El triángulo está sobre la mesa y el director lo mantiene presente durante toda la película.
Lee Chang-Dong recibió el premio de la crítica internacional Fipresci en el pasado festival de Cannes, donde calificaron su filme como “visualmente impresionante” y con una reflexión “compleja” sobre la sociedad contemporánea.
Al recoger el premio, el director agradeció recibir un galardón “en un lugar realista” y no con alfombras y luces rojas. Esta puede ser una razón por la que no estuvo nominada al Oscar a mejor película extranjera.
Considero que lo más complicado de adaptar este cuento en particular, es lograr la transición entre el diálogo y las imágenes, esa atmósfera que genera el escritor japonés en su relato es difícil de expresar.
Intentaré poner un ejemplo que no genere interpretaciones anticipadas: en la que se me antoja como la escena más íntima y poderosa de la película, uno de los personajes principales, que admite quemar graneros, está abiertamente dispuesto a hablar sobre su obsesión y su interlocutor no tiene miedo cuando pregunta por la naturaleza de la quema.
Al mismo tiempo la chica que en otra escena comparte su deseo de desaparecer, tiene un maravilloso momento de cara al atardecer y con la melodiosa música de Miles Davis de fondo. Todos esos pensamientos se plantean de manera tan tranquila y sin ser forzados, que hace que el ambiente sea más familiar de lo que debería ser a pesar de la naturaleza extraña y arbitraria del acto de quemar graneros.
La obra de Murakami en su conjunto tiende a centrarse en los aspectos mundanos de la vida cotidiana.
Lo que hace Lee Chang-Dong para potenciar verdaderamente esta adaptación, es elevar lo ordinario a lo extraordinario creando una historia mucho más contenida, sin dejar a un lado su increíble complejidad psicológica; sin embargo, centró más al personaje de Jong-su en la ira del niño narrada por Faulkner.
Lo que me gustó de la obra de Murakami era el misterio que había en la historia y pensé que podrían desarrollarse una multitud de misterios en una película, con diferentes capas”, explicó el realizador en una entrevista.
Cuando me refería a querer hacer parte de la historia como espectador, no lo decía simplemente por identificarnos con un personaje, sino más bien por tener que resolver cada pista, cada interpretación, de acuerdo a nuestros propios imaginarios.
“Burning” es una aventura cinematográfica intensa, de una belleza seductora y una intriga retadora, es el tipo de películas que lo tienen todo y aun así nos deja una sensación de vacío existencial.