¿Qué tal que no?

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La realidad de nuestro día a día es que la barbarie parece haberse tomado las costumbres de las personas. Muchos parecen no considerar los derechos de los demás. A continuación algunas de esas situaciones donde no se acatan las normas de convivencia.


 

Fotografía: Pixabay

 

Cuántos de ustedes, por estos días, no se han preguntado: ¿qué tal que la pólvora no estuviera prohibida?

Sí así se oye y se padece, ¡con prohibición y todo!

¿Quién o quienes la fabrican? ¿Dónde la expenden? Todo ello sucede en las narices de las autoridades, al igual que su quema masiva, tan evidente puesto que en sí misma está hecha para ser mostrada.

 

 

La prohibición de quemar pólvora está incluida en el Código de Policía, acompañada de otros tantos “saludos a la bandera”.

La realidad de nuestro día a día es que la barbarie parece haberse tomado las costumbres de las personas. Muchos parecen no considerar los derechos de los demás, y si medianamente sobrevivimos es porque aún quedan ciudadanos que, a pesar de todo, intentan acatar las normas de convivencia.

 

 

Casi a diario nos vemos obligados a respirar hondo y llenarnos de paciencia, cuando:

 

Fotofrafía: Pixabay

 

  1. El atronador ruido de totes y voladores no nos deja dormir en toda la noche
  2. Tenemos una vecina borracha que presa de una suerte de alucinación, y micrófono en mano, se cree cantante, en medio de la juerga que se prolonga hasta las más altas horas de la madrugada.
  3. Nos toca recoger el excremento de las mascotas del vecino, o llegar a la casa a lavar los zapatos que, irremediablemente, han ido a parar a la plasta dejada descuidadamente en el césped del parque.
  4. Intentamos trabajar cuando, megáfono en mano, nos aturde la oferta de guanábanas, mangos, aguacates, y otras verduras, que se anuncian a todo timbal por los carretilleros quienes, además, recorren la ciudad circulando en contravía.
  5. Queremos caminar por el centro de cualquier ciudad en Colombia, saltando por entre los establecimientos de comercio (¿qué otro nombre se les puede dar?) que ocupan lo que deberían ser andenes para los peatones.
  6. Somos adelantados por el “avispado”, que se salta la fila de los vehículos para hacer el giro en cualquier intersección, y se planta con cara de corredor de carros en doble línea, estorbando la visual de los demás y propiciando, no pocas veces, accidentes.
  7. Nos toca ver la cara de los colados en el sistema de transporte masivo, que se creen muy audaces al robarse lo que se paga con los recursos de todos.
  8. Salimos a la calle con ojos de detective, para intentar descifrar donde se esconde la amenaza que saltará sobre nosotros para robarnos la cartera, el celular, las gafas, o cualquier pertenencia por nimia que sea.
  9. Tenemos que recordar el mercurio vertido en nuestros ríos por la minería ilegal, cuando se cruza por nuestra cabeza la mala idea de comer algún pescado.
  10. Contemplamos el triste espectáculo de la ciudad rayada, sucia, por cuenta de quienes se sienten “artistas urbanos”.

 

 

Estas y otras situaciones, nos obligan cotidianamente a hacer acopio de tolerancia, frente a tanto bárbaro con el que nos ha tocado convivir. Mejor dicho, sobrevivimos por pura tozudez, sobre todo, y con mayor esfuerzo, en diciembre.

 

Directora del portal web La Cebra Que Habla

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