Es una película sin precedentes, pues es la primera animación pintada a mano y con técnica al óleo sobre lienzo. 60.000 fotogramas en alta resolución que recrean las principales obras del pintor holandés Vincent Van Gogh.
Título original: Loving Vincent
Reino Unido – Polonia, 2017, 95 min.
Director: Dorota Kobiela, Hugh Welchman
Guión: Dorota Kobiela, Hugh Welchman, Jacek Dehnel
Actores: Animación, Douglas Booth, Helen McCrory, Saoirse Ronan, Aidan Turner, Eleanor Tomlinson, Chris O’Dowd, Jerome Flynn, John Sessions, Holly Earl, Robert Gulaczyk, James Greene, Bill Thomas, Martin Herdman, Josh Burdett, Richard Banks, Shaun Newnham.
Música: Clint Mansell
Fotografía: Animation, Tristan Oliver, Lukasz Zal
El cine es considerado el séptimo arte (fue señalado así por Riccioto Canudo en su obra “Manifiesto de las Siete Artes” publicada en 1911). Cuando vemos una película no visualizamos un único producto, sino la unión de numerosos elementos que se enlazan y componen una obra.
Esta es una obra sin precedentes, pues es la primera animación pintada a mano y con técnica al óleo sobre lienzo.
La película se desarrolla un año después de la muerte de Vincent Van Gogh. Armand Roulin, el hijo del cartero del artista, debe entregar, a pedido de su padre, la última carta escrita por el pintor a su hermano Theo, pero cuando descubre que éste también ha muerto, viaja a Auvers-sur-Oise e inicia una investigación con tintes policíacos en la que va conociendo a distintos personajes que estuvieron cerca de él antes de su muerte.
Los recuerdos van armando una trama sobre sus últimos años, y los posibles motivos que pudieron haber influido en su decisión de quitarse la vida.
A medida que se desarrolla la historia, cobran vida pinturas como “La noche estrellada”, “Terraza de café por la noche”, “Retrato del Dr. Gachet”, “Anciano en pena”, el “Dormitorio de Arlés” y “El café de medianoche”.
“Loving Vincent” tiene un destacado nivel de producción. Particularmente yo no esperaba mucho del guion, pues iba con mis expectativas puestas en el trabajo artístico que supondría una faena de casi 7 años.
Sin embargo, aunque el guion no alcanza a ser tan profundo, y es una mezcla entre realidad y especulación, la historia se sostiene por sí misma y logra mantener el interés pese a que casi todo el peso dramático cae en la reproducción y animación de esa peculiar realidad del genio impresionista.
Gracias a la superposición de imágenes –al menos 12 óleos por cada segundo de composición– crea un ambiente y un ritmo fascinante y seductor. El colorido es hipnótico y está bellamente acompasado por la musicalización de Mansell.
En la medida en que se intercalan los flashbacks en blanco y negro y se abandona la reproducción de pinturas, nos vamos enterando de distintos aspectos de la vida de Van Gogh. Gran parte de los datos biográficos y de los detalles de sus últimos días están basados en cerca de 120 de sus obras representativas y en la correspondencia que mantenía con su hermano menor. Una calidad literaria a la altura de la pictórica.
Me sorprende que siendo un trabajo hecho entre tantos artistas se sienta homogéneo en sus colores, trazos y pinceladas, ya sea a través de las coloridas pinturas creadas usando la misma técnica de brochazos esparcidos de Van Gogh o en los dibujos a lápiz en blanco y negro.
Podríamos decir que se debe a la cuidadosa dirección del matrimonio compuesto por Dorota Kobiela y Hugh Welchman. Su ojo preciso también cuidó que el movimiento de las bocas de los personajes acompasara perfectamente con sus palabras. Además el casting es extraordinariamente acertado y podemos evidenciarlo en los créditos finales.
Con esta maravillosa película se crea una oportunidad única para conocer mejor al genial Vincent Van Gogh, para admirarlo y rendirle un merecido homenaje. Es imposible no enamorarse del artista a través de esta conmovedora carta de amor que repasa exactamente sus palabras: “sólo podemos hablar a través de nuestros cuadros”.