Lleva 12 años en el poder alemán y si nada extraordinario pasa, completará 16 en el 2020. Es considerada la mujer más poderosa del planeta. ¿Cuál ha sido su fórmula o secreto?
“Mamá Merkel” la llamaron hace pocos meses los refugiados sirios, a quienes abrió las puertas de Alemania, para luego endurecer las políticas migratorias de su país, antes de las elecciones que ganó.
Lleva 12 años en el poder y si nada extraordinario pasa, completará 16 en el 2020.
“Los desafíos son siempre diferentes”, dijo en televisión a propósito precisamente de cambiar de posición en algunos temas, como el de los refugiados.
Navegar por la vida de Merkel es tratar de entender su sicología, su manera de hacer política y su modo de estar en el mundo, obviamente con las características particulares de su Nación, para quien hoy por hoy es considerada la mujer más poderosa del planeta.
Tiene 63 años, es Física y se doctoró con una tesis sobre Química Cuántica. Vivió en la Alemania dividida, en la caída del muro, en las crisis económicas y políticas que la llevaron a pedir la retirada de su mentor político Helmut Kohl, cuando en 1999 estalló un escándalo de corrupción en la financiación del partido al que pertenece, Unión Democrática Cristiana.
Ahí comenzó el ascenso de esta científica inteligente, prudente y decidida, como la calificaban los carteles de campaña.
Ha sido identificada como la líder sin ego que garantiza estabilidad; su sobriedad es tal que no le importa aparecer con el mismo vestuario en múltiples ocasiones oficiales; renunció a vivir en la vivienda oficial (sigue en su apartamento de siempre) y es austera, disciplinada, contenida.
Esa canciller, es la que ha permitido que Alemania sea una de las economías más estables del mundo y que a pesar de los altibajos de sus vecinos y las guerras en Europa, no haya logrado afectar a su país.
El milagro de estabilidad económica se basa principalmente en la política del Mittelstand, las pymes, los negocios familiares a los que pertenece el 99% de las empresas alemanas de nicho, que exportan y reinvierten en innovación y desarrollo.
Esas pymes generan el 56% de la riqueza del país europeo, y si bien tienen algunos retos para sortear como el envejecimiento de su población, representan el 60% del empleo.
Y eso lo protege y atesora el gobierno de Merkel, una mujer que según su biógrafo oficial, Stefan Korneliuos, desprecia las emociones excesivas y combina en su estilo para gobernar “el sentido del deber prusiano y la ética del trabajo protestante”.
Merkel genera confianza, no sólo a los alemanes sino a toda Europa.
Para nosotros los latinoamericanos, resulta extraña esta mujer a quien no se le nota ninguno de sus estados de ánimo (por lo menos lo que se ve en los medios), nosotros, acostumbrados a la “hiperexpresividad”.
Y más extraño (por lo que observamos) que un líder político de la talla de Merkel quiera vivir su vida sin la parafernalia de nuestros reyezuelos locales, para quienes lo que cuenta es el boato, el exceso, la puesta en escena de la importancia, y estoy segura, echan de menos el besamanos.
Larga vida a Angela Dorothea Merkel, la mujer que fue capaz de derrotar al pesimismo y la crisis, con trabajo, dedicación y eficiencia.