Escribir en el Caribe y, más aún, escribir sobre el Caribe, es un reto no solo por la altura de su literatura sino por lo explotado del imaginario de la región, que parece que poco más se puede escribir al respecto. Fernando Araújo Vélez, con su más reciente novela, “entró en el juego, se metió en camisa de once varas”.
Y por favor, miénteme
Fernando Araújo Vélez
Colección Trazos y sílabas
Sílaba Editores
Páginas: 228
2016
No es un secreto que el Caribe está en el centro de la tradición de la literatura colombiana. Para probarlo basta mencionar las obras de García Márquez, Cepeda Samudio, Fanny Buitrago, Meira del Mar, Zapata Olivella, Marvel Moreno, Ramón Illian Bacca, Burgos Cantor, Rojas Herazo, entre otros tantos.
Escribir en el Caribe y, más aún, escribir sobre el Caribe, es un reto no solo por la altura de su literatura sino porque el imaginario de la región ha sido tan explotado en las letras, que parece que poco más se puede escribir al respecto.
Por supuesto, cualquier escritor que se precie de serlo puede reconocer la grandeza de la tradición de la literatura caribeña en Colombia, y quizás en secreto, si es el caso, cultivar la ambición de gravar su nombre en el listado.
Cabo de la Vela – Foto tomada de Wikipedia
Dirán algunos que la suerte, el mercado, la academia, el tiempo, todo juega a favor o en contra; otros dirán que esa tradición no es tal, no en estos tiempos sin tradiciones; y otros tantos que los escritores no cultivan tales ambiciones (es artísticamente incorrecto).
Pero lo cierto es que todo escritor quiere ser un gran escritor ¿Qué es ser un gran escritor? Llegar a crear algo tan intemporal, extraño, familiar, simple, profundo y, por qué no, bello, como lo que algunos de los escritores del listado consiguieron en sus obras.
Después de todo, la literatura siempre se preocupa por la literatura.
No sé si esa secreta ambición mueve la obra de Fernando Araújo Vélez (Cartagena), no me interesa, aunque presiento que con su novela Y por favor, miénteme, publicada por Sílaba Editores en 2016, entró en el juego.
Se metió en camisa de once varas. Y decirlo ya supone reconocer la grandeza de sus inquietudes creativas, de sus búsquedas como escritor y de su necesaria autenticidad. Sobre todo su autenticidad, pues no es exagerado decir que Y por favor, miénteme es otra novela en el Caribe.
Sí, otra novela. Otra porque renuncia a usar las fórmulas que ya funcionaron en manos de los maestros y se lanza a crear una novela que no es realismo mágico, crítica social, novela histórica o drama político.
Fernando Araújo Vélez – Foto tomada de IBE TV
No quiere decir esto que Araújo Vélez deseche los aprendizajes de la tradición y se invente la literatura, no. Sino que al leer Y por favor, miénteme uno siente que el autor ha reescrito esas fórmulas en función de sus pretensiones, fiel al universo que crea en su novela.
La novela relata el inventario de secretos, mentiras, argucias y angustias de la familia Vila durante tres generaciones. Da cuenta de lo corruptas y egoístas que han sido las hazañas por el poder en nuestra historia (la colombiana), y lo complejas e inaprensibles que pueden llegar a ser las ambiciones y pasiones de los poderosos.
Araújo Vélez recurre a la historia colombiana de finales del siglo XIX y principios del siglo XX para elaborar una trama en la que la sangre es una herencia cargada de culpas y temores.
La historia oficial aparece re-creada, poniendo la mirada sobre los detalles no contados, aquellos que trazan el espacio para la ficción. Es el caso del relato sobre la pérdida de Panamá, la Guerra de los mil días y sus consecuencias políticas, las elecciones presidenciales de 1904 o el destino del cadáver de Rafael Núñez, todos eventos que aparecen recreados y escrutados por la palabra literaria del autor.
La guerra de los mil días – Tomada del blog Colombian Social Studies
Todo esto lo expone Araújo Vélez al tiempo que construye un ambiente de contradicciones familiares, tensiones ideológicas y aspiraciones políticas en las que los personajes se revelan siempre con las palabras precisas, como en el caso de Estevan Camargo que pone a gravitar en el aire de la novela una especie de aliento revolucionario, al estilo de las novelas de finales del siglo XIX: “Amarás”, decían, como si amar fuera una obligación, y no amar, una afrenta […]. “No robarás”, decían, y encarcelaban al que se robaba un pan, pero le hacían venias al que se robaba y se roba el erario público. “No matarás”, decían, pero ellos y ustedes mataban y mataron y matan bajo el pretexto de defender la patria que crearon.
Siglo XX Colombia – Foto tomada del blog Contexto histórico Colombia
O el caso de Carlos Vila que no duda en darle el lugar que le corresponde al dinero dentro del juego de la historia: No, General –le dice a Joaquín Fernando Vila, personaje inspirado en el Vélez que en 1904 aspirara a la presidencia–, los únicos inmortales no son los políticos y los artistas, porque sin el dinero no hay política ni arte, y tú lo sabes […]. Lo sabes porque en más de una oportunidad viniste a mí a pedirme prestado dinero para hacer la guerra de la paz […]. No de la patria ni del partido conservador ni el legado de Bolívar, eran tuyas, tío, porque de aquellas batallas y de aquellas derrotas y victorias siempre saliste vencedor.
Sí, Y por favor, miénteme propone otro tono, otro estilo y otra mirada que vale la pena leer, que se enfrenta a su tradición y dialoga con ella desde la diferencia, que es la forma más interesante del diálogo.