Nos preocupamos muy poco porque cumplan un plan de gobierno que nos ofrecieron , y luego esperamos a que todo germine y se desarrolle, por ósmosis.
Preguntémonos por un momento cuánto ha cambiado la ciudad en que vivimos, digamos en 20 años por no ir muy lejos.
Si el deterioro es evidente, nos hemos equivocado los ciudadanos, y si al contrario crece, se desarrolla con sentido humano, es amigable ambientalmente, protege sus bienes públicos, estamos haciendo lo correcto.
Personalizar las debacles públicas es fácil y cómodo. Por ejemplo, decir este o aquél Alcalde no ha hecho nada, es pésimo, corrupto, inepto, vendido (por solo mencionar los calificativos publicables), da una cierta sensación de tranquilidad a quien los dice, porque se quita de encima el precio de su propia responsabilidad en lo que ocurre, y se la achaca a otros.
La actitud del voto Pastrana, se nos volvió costumbre. ¿Se acuerdan? Andrés Pastrana fue elegido por la ilusión de hacer la paz con las Farc y luego de la debacle en que se convirtió su gobierno y ese proceso, era difícil encontrar quién aceptara haber votado por él.
Dos ciudades en las que he vivido, Bucaramanga y Pereira, me pueden servir de ejemplo. Los problemas de la educada Bucaramanga, son durante los últimos 20 años aproximadamente, una muestra de lo que les pasa a los ciudadanos cuando deciden dejar lo público en manos exclusivas de los políticos (de los malos políticos, aclaro).
Foto por Jess Ar
El desorden llegó luego de excelentes administraciones que cumplían un acuerdo de voluntades públicas y privadas que planificó la ciudad por lo menos a 25 años.
Y la otrora ciudad bonita se convirtió en la ciudad “bobita”, la esquilmaron los rojos, los azules, los de izquierda, los nietos del general, el de la pistola de Escobar y sus secuaces (por ahí andan todavía), y un largo etcétera.
Y ahora estrena el proceso de la ética, la estética y la lógica. Para fortuna de la capital santandereana, tiene gremios, educación de calidad, empresariado que todavía cree en el todos ponen.
En los 13 años sin interrupción que viví en Pereira, vi pasar a 4 alcaldes (uno bueno, otro regular y dos pésimos). También procedían de mayorías políticas que mandaban en la ciudad y el departamento.
Miren a su alrededor y juzguen si eso que ven en la calidad de la educación, protección al medio ambiente, moralidad pública, ciudadanía activa, transparencia en el uso de los recursos públicos (desde la plata hasta los edificios y las calles de todos) es lo que la ciudad, o sea ustedes y yo (que aquí pago mis impuestos) nos merecemos.
Foto por Jess Ar
Está estrenando otro mandato, que salió (me dicen) del voto de opinión. ¿Es en serio?
(Evité ser más específica con toda la intención, porque en la ciudad sin puertas, hay que tener partida de nacimiento que lo avale a uno como apto para hablar de ella).
Las elecciones son un tema de confianza. El voto es eso, entregarle a otro la responsabilidad de manejar lo público, porque se cree que está capacitado para el puesto, con lo que los ciudadanos serían los patrones y el elegido el empleado.
Pero operamos de manera muy extraña los ciudadanos. Votamos, esperamos que hagan algo los elegidos, nos preocupamos muy poco porque cumplan un plan de gobierno que nos ofrecieron (eso cuando la gente se entera de los planes) y luego esperamos a que todo germine y se desarrolle, por ósmosis.
No hay tal. Siga haciéndose el de la “oreja gocha”, o el “pingo”, y aténgase a las consecuencias que usted mismo ayudó a crear.