Escribo este texto, como denuncia y en busca de generar reflexión, si es que eso es posible.
El pasado fin de semana, acepté la invitación de un familiar campesino, quien me ofreció su casa para salir un poco del encierro de la ciudad.
Fue una noche muy bonita en medio de la naturaleza, escuchando a los pájaros, los perros, los grillos y otros insectos que solo se puede percibir en los sitios más alejados de la urbe.
Compartimos el café hecho en aguapanela, el sancocho con pollo criollo y el manjar de una cena con huevo, encima de una cama de arroz y tajadas fritas, cosas de las que uno ya se priva en la vida agitada, porque caen mal al colon y en la ciudad no saben igual.
Comida hecha con lo que la tierra da, en medio de un ambiente verde, frío, intercalado con lluvia y sol, con nubes que caminan sobre las montañas y la neblina característica del Alto del nudo, un sitio que se ha vuelto cada vez más concurrido por la gente que vive en la urbe y que yo lo siento como mío porque allí viví los primeros años de vida.
Un momento de gozo, pero también de preocupación.
El Alto del nudo es un cerro ubicado al noroccidente de Pereira sobre la cordillera central, allí se llega por dos caminos principalmente, uno es por Dosquebradas, ascendiendo por las veredas de Santa Ana y el Chaquiro, por esta ruta el proyecto denominado Paisaje Cultural Cafetero ya ha instalado varios miradores para que los visitantes divisen los municipios de Pereira y Dosquebradas, parte de la ciudad de Manizales y en tiempos despejados el nevado del Ruíz.
El otro, es por El estanquillo, una vereda que pertenece a la ciudad de Pereira, el trayecto por este camino es más corto y empinado. Los ciclistas de montaña lo usan para entrenarse y hacer los paseos dominicales con sus equipos deportivos y grupo de amigos.
Me da gusto ver que la gente que vive en la zona urbana se interese por el campo, haga ejercicio y comparta con sus amigos, respirando otra calidad de aire.
Lo que me inquieta son las actitudes egoístas de algunos o muchos turistas y deportistas, locales y foráneos quienes desde las 6:30 am en adelante, pasan hablando en voz alta o con sus parlantes a todo volumen. Un ruido impresionante, que según los vecinos y por lo que vi, espantan a las aves, ponen nervioso a los perros y logra que los gatos y cualquier animal silvestre se esconda, sin mencionar el peligro para los niños y adultos de esta zona, que pueden salir en cualquier momento de algún camino anexo a la carretera y ser arrollados.
Hasta los humanos se esconden, se molestan y entramos en lo que hoy en día se llama estrés: estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al normal; suele provocar diversos trastornos físicos y mentales.
En el campo vive gente que trabaja de lunes a sábado jornadas completas, para la Serranía del Nudo no son casas de fines de semana, la mayoría son hogares a bordo de carretera o internadas entre el bosque, campesinos que han habitado toda su vida en estas tierras y trabajan el suelo sembrando comida para subsistir.
Ahora con el turismo desenfrenado en esta zona, algunos lugareños montan sus tiendas para venderles a los transeúntes alimentos preparados, frutas y otros comestibles, sacando un dinero extra para bajar “al pueblo”, como dicen ellos, cada fin de semana de mercado.
Y está bien, la gente de la ciudad disfruta del campo y quienes viven en las zonas rurales entran en contacto con otras formas de vivir y aprovechan que la población de paso trae dinero que les ayuda a comprar lo que la tierra no les da y el sistema les vende como necesidades.
El asunto es que los visitantes parece que no toman en cuenta que el campo está habitado por personas que también descansan los fines de semana, y si relajarse para las personas de la ciudad es ir al campo, los campesinos el fin de semana se quedan en casa durmiendo, disfrutando el paisaje y/o compartiendo con su familia y vecinos.
Entonces ¿Por qué algunos turistas y deportistas no respetan el descanso del que vive en el campo?
¡Vayan!, disfruten de la bella vista, del aire, recárguense para esas semanas tan ajetreadas y llenas de explotación e injusticia laboral, lo necesitamos, eso es bueno para que lleguen a casa con buen humor y puedan brindar buen trato a sus familias, a ustedes y aguantar la vida laboral que a veces se torna tan cansada física y emocionalmente en la ciudad. Pero por favor, tomen en cuenta que ustedes están yendo a terrenos donde también vive gente que día a día trabaja de sol a sol, y también quieren descansar el domingo.
Por eso, recoja su basura, hable en voz baja cuando pase por las casas de la gente, escuche la música para usted (en su carro, en su bicicleta, en su moto, caminando o en caballo), deje la gritería y modere la velocidad.
Y en tiempo de Coronavirus póngase el tapabocas correctamente, quizás no sirva para mucho, quizás todo esto de la pandemia sea un complot, no lo sé. Pero piensen que hay unas normas de convivencia y el cuidado es una forma de respeto.
Como narcisistas que somos lo que nos tiene jodidos es el egoísmo. Como reza el dicho popular: no hagas al otro lo que no quieres que te hagan a ti.
¡Totalmente de acuerdo con lo mencionado! Y HORRENDO el hecho de que ”algunos individuos” NO respeten la paz y la tranquilidad de los demás. ¡Aplicar el sentido común y el respeto hacia el otro por favor!
Gracias por compartir.
Hola Dan, gracias por comentar. Creo que lo que nos falta es volvernos sensibles, no creo que lo hagamos de malas personas, la cuestión es que a veces no reflexionamos sobre el alcance que tienen nuestros actos.