La vida detrás de una webcam de sexo

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Modelos y usuarios hablan de las sesiones de pornografía interactiva, un sector que mueve números de vértigo.

Por, Elena Ledda. Publicado en La Vanguardia

Son casi las 10 de la mañana de un miércoles de verano en un pueblo de Catalunya. Aunque afuera el sol castiga sin piedad y el viento intensifica el bochorno, en la habitación de Nikasumi y Jaimote, moderna y espartana, el aire acondicionado está a tope y hace frío. Nikasumi, Nika, se sienta sobre una cama agrandada uniendo dos colchones, a su lado una mesita que luce un recién adquirido ordenador amarillo chillón y una caja de cartón llena de juguetes sexuales. Y acto seguido coloca ordenadamente a su alrededor lo que necesita para empezar a trabajar: una toalla azul, un paquete de toallitas húmedas y lubricantes, además de varios paquetes de tabaco.

Nika tiene 20 años, cuerpo menudo y grandes ojos oscuros muy despiertos. Es originaria de Asturias y, desde hace año y medio, trabaja de ‘modelo webcammer’. El nombre con el que quiere que la llamen no es el de pila -en ese, afirma, ya no se reconoce- sino su ‘nickname’, el que utiliza con los ‘ciberbuscadores’ a los que ofrece sexo virtual a través de las webcams.

A su lado, pero invisible a la pequeña webcam negra está sentado, delante de dos ordenadores, su compañero, conocido como Jaimote. Originario de Andalucía pero catalán de adopción, de 32 años, un pasado de técnico de una empresa de suministro de gas natural y actualmente agente de Nika, webmaster y, ocasionalmente, modelo de cámara web.

Como una modelo de pasarela

“Es como si yo fuese modelo de pasarela, pero ante una cámara, y, en lugar de enseñar un vestido, enseño mi cuerpo”, explica Nika. En pocos minutos la pareja está preparada para emitir de manera simultánea en tres plataformas de transmisión por web y chats en directo que pertenecen a la así llamada industria de entretenimiento para adultos.

Nika, sentada con las piernas cruzadas y vestida con un conjunto de cuadros a lo Britney Spears, ríe mucho y fuma ante la cámara mientras charla con los usuarios (casi todos hombres) de cosas cotidianas, como del nuevo corte de pelo que se ha hecho uno de sus usuarios fijos. Así es como les llama: “clientes suena muy raro”, aclara.

Hasta que alguien no pague, Nika no piensa hacer nada más. Porque en esas páginas, para hacer peticiones, solicitar shows privados o enviar propinas a modelos, es necesario adquirir una moneda virtual, que se paga con dinero real. Las páginas clasifican a la audiencia dependiendo del número de monedas virtuales o créditos que compren o dejen de comprar: los webmaster pueden, si quieren, incluso bloquear a quienes nunca han comprado monedas virtuales y quedarse únicamente con quienes pagan. Nika y Jaimote dedican a las webcam entre cinco y seis horas diarias, y si todo va bien acaban teniendo unas ganancias de tres mil euros al mes.

El de las webcams de sexo es un sector que presenta números de vértigo. Uno de sus líderes es la plataforma luxemburguesa Live Jasmin: 35 millones de visitas y diez mil shows diarios (mayoritariamente llevados a cabo por mujeres) y unos ingresos anuales de cerca de 350 millones de euros.

Según el ranking de Alexa -que estima la popularidad de las páginas web combinando la media de visitas diarias con las visitas por página- en España, país que proporciona a Live Jasmin cerca del 4% de su audiencia, el sitio tiene más o menos la misma popularidad que el de compañía de vuelos Ryanair o del diario británico The Guardian.

Márton Fülöp, jefe de operaciones de Docler Holding, la empresa que desarrolla y gestiona Live Jasmin, explica: “Lo que ofrecemos es interacción y experiencia en la que son los usuarios los que definen el contenido que quieren ver”.

A pesar de que Live Jasmin sea posiblemente la menos explícita de todas las plataformas de su género y de que Fülöp insista una y otra vez en que ellos no se consideran parte y no quieren que se les asocie con la industria de la pornografía, basta con pasarse un rato allí y en cualquier otra página parecida para hacerse una idea de qué es lo que se ofrece: sexo en vivo.Webcamer

No hay dudas sobre el carácter sexual de la actividad de modelo webcammer pero hay poca unanimidad en cómo habría que definirla. La mayoría de las personas entrevistadas lo ven como pornografía interactiva. Las personas que se dedican a ello aseguran que no se trata de prostitución porque no hay ningún contacto físico con la otra persona o, como explica Andrea Gutiérrez García, psicóloga social e investigadora en temas de género, “no se produce una intromisión directa en el cuerpo de la otra persona”. Y la actriz porno, bloguera y webcammer Amarna Miller opina que es simplemente una categoría aparte dentro del trabajo sexual.

¿Pornografía o prostitución?

Sin embargo, hay quienes consideran que apenas existe una diferencia de matices con la prostitución: “Sí que hay invasión en el momento en el que alguien por chat me dice qué tengo que hacer con mi cuerpo”, afirma Péter Szil, psicoterapeuta experto en pornografía y masculinidades.

“En las webcam se ofrece exactamente lo mismo que en las páginas porno y en la prostitución -destaca Szil-, con el valor añadido que da la sensación de que se está experimentando algo más vivo, más real, pero la función es la misma: utilizar a unas personas para satisfacer a otras”.

Nika trabaja desde casa y su pareja, Jaimote, ejerce de moderador desde un ordenador cercano, aunque fuera de la vista de los usuarios
Nika trabaja desde casa y su pareja, Jaimote, ejerce de moderador desde un ordenador cercano, aunque fuera de la vista de los usuarios (Elena Ledda)

Es difícil encontrar a personas que quieran explicar de primera mano qué buscan y qué encuentran en esas páginas. De la veintena de usuarios a los que se les ha propuesto una entrevista, solo han accedido dos. Ambos son varones y los dos han pedido no ser identificados.

Edu (nombre ficticio) tiene 22 años, es de Girona, tiene un negocio de servidores virtuales y lleva ‘en este mundo’ desde que tenía 18. “Uso las webcam para divertirme y conocer a gente diferente y en general, conocer a la mujer: yo en la vida real soy bastante malo intentando hablar con las chicas” escribe por chat. No quiere hacer la entrevista por teléfono: “Prefiero no hablar de esto en voz alta”, explica.

En cambio Miguel Ángel, pintor de Extremadura afincado en Madrid, no tiene problemas en que se escuche su voz, pero no quiere que salga su apellido ni quiere ser visto y pide omitir su edad: “no viene al caso y soy muy coqueto”. Miguel Ángel es asiduo de las webcam desde hace cuatro años: “Entré por curiosidad un día que me saltó un anuncio. Por entonces estaba casado y no necesitaba nada de esto. Cuando me divorcié volví a entrar. Hice amistad con algunas de las chicas y ahora me cuesta irme. La webcam es una forma de evadirme, de olvidarme del trabajo y de los problemas”.


Andrea Gutiérrez, psicóloga

Hay mucha gente a la que cuesta relacionarse con otras personas y se escuda detrás de la pantalla”


Andrea Gutiérrez García, que también es profesora ayudante de la facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca, apunta: “Hay mucha gente a la que le cuesta relacionarse con otras personas y entonces se escuda detrás de la pantalla para hacer lo que en la vida real no se atrevería a hacer. Puede ser gente que por diversas razones no acudiría a la prostitución y se siente cómoda detrás de una pantalla”.

Los diferentes tipos de CiberPorno

Hay páginas web de sexo que se podrían definir como CiberPorno 1.0, donde solo pueden interactuar con modelos quienes hayan introducido en el sistema sus datos personales y hayan pagado, ya sea comprando minutos para estar online con sus tarjetas de crédito, o directamente asumiendo el coste de la llamada. Así es como funciona, desde 1997, Chicas Webcam, de la célebre Sala Bagdad de espectáculos pornográficos de Barcelona.

“Hasta el 2002 teníamos unos estudios propios aquí al lado para emitir. Entonces las webcammer eran las mismas artistas de nuestros shows y los clientes les enviaban aquí flores y las venían también a ver en los espectáculos”, recuerda Juani de Lucía, propietaria del Bagdad.


CiberPorno 2.0

Muchas plataformas promueven la creación de una cuenta y la compra de monedas virtuales y se reparten los ingresos a mitades con los modelos


Es un sábado por la noche y, a pocos metros de distancia del despacho de Juani de Lucía, el local es un sin parar de shows, cambios de vestuarios y tacones que pisan rápido los pasillos. La propietaria sigue todo ese trasiego gracias a numerosas pantallas sin perder nunca la calma mientras habla. “Ahora ya no es tan rentable como antes porque hay mucha más competencia y los servicios desde fuera de España son mucho más baratos”, explica.

Los modelos de la Sala Bagdad, casi todos mujeres, trabajan ahora desde casa. Las plataformas de CiberPorno 1.0 generan ingresos por el tiempo que se esté en línea con la modelo. Según cuenta De Lucía, en su caso los clientes pagan 1 euro al minuto, de los que 15 céntimos se los queda la compañía. Los 85 restantes se reparten entre las modelos y el Bagdad, a mitades iguales.

La interacción durante los shows

Las llamadas plataformas de CiberPorno 2.0 son páginas a las que se ingresa creando gratuitamente una cuenta. De esta forma se puede hablar e interactuar en un chat público con los modelos y el resto de personas que estén en línea, y dependiendo de la página, incluso ver los shows, obligatoriamente en directo, que haya en ese momento.

El valor de las monedas virtuales (llamadas también fichas, o tokens) y el porcentaje que se llevan los modelos webcammer dependen de la plataforma. La canadiense Cam4 es la más españolizada de las plataformas internacionales de más éxito, con alrededor de un 40% de tráfico (que llega a los 200 millones de visitas al mes) y de un 30% de modelos procedentes del Estado español. En su caso, por cada cantidad que pague un usuario (desde España, en euros), el modelo (según afirma la empresa, el 60% del total de modelos son hombres, mayoritariamente gays) se queda con la mitad (siempre en dólares), y Cam4 con el resto.


Sofía Star, modelo webcammer y madre de dos hijos

Teniendo el éxito que tengo y viendo que estoy mejor que nunca económicamente, voy a seguir, porque me permite tener un nivel de vida que no podía tener y tengo el horario que me apetece”


Los sueldos del sector varían mucho y la mayoría de plataformas paga a través de la empresa de tarjetas por internet Payoneer, por transferencia o por cheque. Considerando la deslocalización del grueso de las transacciones del sector, donde a menudo alguien emite desde un país pero el dinero que recibe viene de otro, y además lo recibe en calidad de propina sin ninguna factura de por medio, el sector no tiene una fiscalidad transparente.

Por lo que se refiere a las plataformas, Live Jasmin asegura declarar sus ingresos en Luxemburgo mientras que Cam4 no ha querido proporcionar ninguna información que tuviera que ver con sus finanzas. Otra de las grandes protagonistas del sector, Chaturbate, directamente no ha aceptado participar en este reportaje.

Sofía Star, amateur de gran éxito

A Sofia Star, una de las webcammer amateur (que no es actriz de porno profesional) españolas más populares, no le gusta nada hablar de dinero. Pero en un día cualquiera Sofia, barcelonesa de 35 años y madre de dos hijos que empezó a dedicarse a las webcam hace más de cuatro años, puede tener tranquilamente conectadas a sus shows a miles de personas a la vez.

De promedio Sofía Star pasa online unas tres horas diarias, emite en varias plataformas y, tras muchas evasivas admite al final que en una época buena como el verano puede llegar a cobrar en tres días lo mismo que antes ganaba en un mes como dependienta, trabajo al que siempre se había dedicado hasta convertirse en webcammer. “Es una manera de ganarme la vida a la que recurrí para salir adelante en un momento de mi vida en el que me había divorciado, no tenía trabajo y necesitaba dinero”, explica por skype.


Exigencias y abusos

Una tarea importante de los moderadores es parar a quienes se pasan, lo cual ocurre a menudo. “Los que entran con respeto son los que se quedan en la sala”, aclara Jaimote, “pero la mayoría van a saco”


“Teniendo el éxito que tengo y viendo que estoy mejor que nunca económicamente, voy a seguir, porque me permite tener un nivel de vida que no podría tener de otra manera. Además es muy cómodo porque tengo el horario que me apetece y estoy en casa para cocinar y hacer todas las cosas de mami”, asegura Sofía Star, que disfruta trabajando como modelo webcam.

Ricardo y Adrián, un trabajo extra

Ricardo, de 29 años, originario de Extremadura afincado en Madrid y su pareja Adrián, de 20 años, de Madrid, no quieren que salgan sus nombres ni se vean sus caras porque sus familias y el grueso de sus amistades no saben que se dedican a esto. Para ellos es un trabajo extra, que compaginan desde hace un año. Ricardo lo hace con su empleo como jefe de equipo en un almacén de informática y Adrián con sus estudios de grado superior en educación infantil. Desde enero estiman haberle dedicado unas dos semanas y media de tiempo y haber ganado unos 700 euros.

Los ‘supershows’ de Amarna Miller

La actriz porno Amarna Miller dedica a la webcam una hora a la semana, durante la cual lleva a cabo los así llamados ‘supershows’, sesiones abiertas pagadas ya no gracias al dinero de la gente sino directamente por Cam4 a un precio fijo, que sin embargo no quiere detallar, “porque es parte de mi vida privada”.

Los usuarios que pagan por sexo en las webcams no tienen reparos en hablar de cuánto gastan. Edu explica que ahora ya casi no gasta dinero, porque se ha comprado un piso y ha tenido que recortar, pero que hasta hace unos meses y durante tres años, gastaba una media de 500 euros al mes. Miguel Angel, en cambio, afirma que como mucho se gasta 60 euros al mes, y únicamente da propinas durante los espectáculos para animar a que otros hagan lo mismo.

Amarna Miller, actriz porno y modelo webcammer
Amarna Miller, actriz porno y modelo webcammer (Stephen Ruberto)

El control de los abusos

Mientras Nika emite, Jaimote hace varias tareas a la vez: modera los chats, recuerda los servicios que ofrecen (vídeos y fotos de Nika, que el mismo Jaimote hace y edita, e incluso su número de whatsapp: por cien dólares se puede comprar una hora de llamadas con Nika, intercambiar con ellas mensajes durante un mes y recibir por teléfono unas 20 fotos), mira el posicionamiento de su compañera en las plataformas o chatea en privado con ella (para aclarar dudas o acordar el descanso por ejemplo).

Una de las tareas más importantes de Jaimote, cuando no está emitiendo junto con Nika, es “parar a quienes se pasan”, lo cual parece que ocurre a menudo. “Los que son educados los valoras muchísimo, porque hay muy pocos”, cuenta Nika. “Los que entran con respeto son los que se quedan en la sala”, aclara Jaimote, “pero la mayoría van a saco: entran y piden. A ese tipo de usuario le hacemos un perfil negativo y lo silenciamos, lo baneamos”.

Nika explica que se ha sentido insultada muchísimas veces pero señala que “no me puedo enfadar, si no le corto el rollo a todo el mundo”. No solo se meten con Nika: “Me dicen que estoy muy gordo y muy viejo para ella”, dice Jaimote. Desde Madrid, Ricardo relata una experiencia parecida: “Te insultan cuando no consiguen lo que quieren y te intentan liar para que lo hagas gratis. A mí me suelen decir que estoy gordo y feo”.


Las actitudes

Tenemos que tener claro que lo que vemos en el porno es ficción y está consensuado”, dice Amarna Miller, actriz y modelo


La psicóloga Andrea Gutiérrez García apunta por qué se producen estos abusos: “Es la misma doble moral que hay en la prostitución, donde se hace uso de las personas pero a la par se las denigra y se reniega de ellas”.

Amarna Miller difiere en la forma, pero no en la sustancia: ”En el momento en el que como mujer no tienes miedo a mostrarte públicamente como un ente sexual, vas a ser acosada. Da igual a qué te dediques. La idea de la que parten estos energúmenos es que, por el hecho de mostrarte, estás buscando su aprobación u opinión. Es el mismo argumento que dice que las violaciones están justificadas si llevas minifalda. Y, por supuesto, es terrible y tenemos que denunciar este tipo de situación”.

“Tenemos que tener claro que lo que vemos en el porno es ficción, y está consensuado, y a muchas chicas que buscan nuevos roles sexuales e igualitarios, y me incluyo, les pone y les gusta que las insulten, siempre y cuando sea consensuado. Es consenso la palabra en la que hay que hacer hincapié”, apunta Miller en referencia a los abusos.

La que le quita relevancia a los insultos es Sofia Star. “A mí si me pagan, no me importa. Yo soy una actriz, soy su fantasía hecha visualmente realidad, no me lo tomo en plan que se están pasando conmigo porque luego me tratarán como a una princesa. Incluso te dan una propina extra porque les has dejado insultarte, que era su fantasía”.

Moderador en una sesión de modelos webcammer
Moderador en una sesión de modelos webcammer (Elena Ledda)

Edu, el joven de Girona que no quiere hablar de este tema en voz alta, cree que “la mayoría de los usuarios es gente que en la vida real tiene problemas y no acepta un no, porque se creen que son putas y tienen que hacer lo que ellos dicen, lo cual está muy lejos de la realidad”.

Miguel Angel, el pintor que no quiere desvelar su edad, señala: “La mayoría es gente educada y respetuosa que entra para calentarse pero hay otros que no deben de querer a las mujeres, porque cuando lees lo que muchas veces lees en esas páginas, se te viene el alma abajo”.

Tanto Edu como Miguel Angel son usuarios fijos de webcam y a menudo también moderan chats de varias modelos. Según cuentan ambos, lo hacen a título gratuito y solo “para ayudar”.


Los límites webcammers

Nika confiesa que le han llegado a ofrecer hasta 10.000 euros para “hacer un real”, una cita para tener sexo en la vida real


Una experiencia que Sofia sí comparte con Nika es la de haber sido ‘rastreada’. “Hace un año y medio un chico consiguió mi facebook personal y empezó a enviar enlaces con mis fotos y vídeos de trabajo, a la vez que me amenazaba con que iba decir a todas mis amistades y a mis familiares a qué me dedicaba. La gente cercana ya lo sabe, pero no es nada agradable que envíen mis fotos a todo el mundo, así que al final tuve que cerrar esa cuenta”.

Un spray de pimienta en el bolso

Nika confiesa que le pasó varias veces encontrarse con su dirección de casa en el chat justo mientras ella estaba emitiendo. “Nos pasa a todas -explica- yo siempre les he bloqueado rápidamente, pero ya sabes. No es que haya pasado miedo, pero sí que por si acaso, desde que me dedico a esto siempre llevo spray de pimienta en el bolso”.

Otra experiencia que comparten no solo Nika y Sofia sino también Ricardo y Adrián es haber recibido, según cuentan en muchas ocasiones, la oferta de lo que llaman “hacer reales”. O sea quedar y tener sexo en la vida real. Ofertas de hasta diez mil euros en el caso de Nika. Todos aseguran no haber aceptado nunca: ya sea por miedo a que en el otro lado pueda haber alguien que les haga daño, o por no querer compartir el contacto físico con personas desconocidas.

¿Cómo influye en la vida sexual?

Las “performances” de sexo ante una cámara no tienen las mismas consecuencias para las personas entrevistadas. Para Sofia la mitad del goce ante cámara es de verdad, afirma sentirse siempre muy cómoda y que una vez que acaba tiene más ganas de sexo que antes de empezar. En cambio, Ricardo y Adrián explican que la mayoría de las veces fingen y que algunas cosas las aceptan a regañadientes: “Hay veces que no te encuentras bien o que duele, pero como la gente ya ha pagado, nos medio obligamos a hacerlo”, aclara Ricardo.Coral

La pareja de modelos webcammer explica que, en todo caso, lo que hacen en las webcam no afecta su vida sexual fuera de allí y no tienen necesidad de tomar algo para aguantar, lo cual sí hace Jaimote, que últimamente ingiere unos complementos alimenticios a base de pulpa de ostra para los shows. Nika afirma que se siente a gusto con lo que hace y que a ella eso no le quita las ganas.

Los usuarios tampoco creen que su consumo de pornografía interactiva afecte a su apetito sexual, aunque desde realidades completamente distintas. Miguel Ángel afirma que pasar ratos en las webcam (un promedio de tres veces por semana) no afecta en absoluto su vida sexual mientras que Edu, que suele estar unas cuatro horas diarias ante las webcam, afirma no tener realmente relaciones sexuales en la vida real.

Un debate intenso

Si las experiencias son de lo más diversas, el debate que suscita la pornografía interactiva o el sexo por webcam es muy intenso. Coral Herrera Gómez, escritora y consultora de género y comunicación, señala por correo electrónico: “Hoy la oferta de mujeres disponibles para el porno y la prostitución es inmensa porque las mujeres somos mucho más pobres que los hombres, estamos más sometidas al desempleo y a la precariedad laboral. Cualquier hombre puede permitirse pagar por tener un rato de sexo y cibersexo porque los cuerpos de las mujeres no valen nada y cualquiera, por pobre que sea, puede reunir unas monedas para pagar por sexo o para ver cuerpos de mujeres desnudas”.Itziar

Itziar Ziga, periodista y activista feminista, subraya que la idea de que el consumidor de porno es exclusivamente un varón heterosexual no se ajusta a la realidad, y todavía menos en internet. “Sí es cierto que los varones heterosexuales tienen una cultura de acceso al sexo mayor, patriarcalmente, pero en realidad siempre ha habido mujeres y hombres gays que han consumido porno. Y añade: “ahora con internet hemos descubierto que la sexualidad humana es muy diversa y que todo cuerpo es deseable, y eso me parece un triunfo”.


Los datos reales

Ni todos los modelos son mujeres ni los usuarios son todos hombres: Cam4 indica que una cuarta parte de su audiencia es femenina


Es difícil tener una idea clara del porcentaje de mujeres usuarias de webcam. Para este reportaje ha sido imposible encontrar fuentes independientes expertas en este sector en España, con lo cual los únicos datos disponibles son los que provienen de la industria. Según Cam4 las mujeres representan cerca de un 25% de su audiencia (cifra que recoge de los datos con los que la gente se registra en el portal). Este último dato coincide con los del porcentaje de audiencia femenina que proporciona el portal de porno Red Tube tanto a nivel global como español. España es el octavo país que más tráfico aporta a Red Tube.

Sofia Star explica que, según su experiencia, “normalmente las chicas no entran en las webcams” mientras que Nika, que se declara bisexual, cuenta que tiene a tres usuarias fijas en sus espectáculos. Amarna Miller señala: “puede ser que haya menos usuarias por la presión social que todavía lamentablemente sufrimos las mujeres a la hora de expresar nuestros gustos y apetencias sexuales”.Szil

El psicoterapeuta Szil considera al cibersexo un subgénero de la pornografía y cree que su consumo es dañino en términos de igualdad de género y para el desarrollo de la sexualidad humana: “para mí es una catástrofe que generaciones estén recibiendo su educación sexual de la pornografía y de las webcams, donde el sexo aparece como algo cosificado en sí, con sus formas, con sus quehaceres y donde se presentan modelos hechos de sexualidad en lugar de que las personas descubran su propia sexualidad”.

“¿Por qué la gente trata de hacer lo que ve en el porno, como si fuese real, cuando es ficción?”, pregunta retóricamente Amarna Miller. “Porque no existe suficiente educación sexual y por lo tanto la pornografía es la unica fuente de información. ¿No queremos que la gente aprenda a través del porno? Entonces enseñemos a los niños desde casa”.

Cuando, a las dos horas de show, Nika y Jaimote apagan la webcam, por fin se miran a la cara. Intercambian una sonrisa y comentan la jugada. Han ganado 50 dólares. Jaimote abre la puerta a su perro, Bruno, que les ha estado esperando ansioso fuera de la habitación, ladrando a ratos, y los dos también se sientan (en realidad Bruno se lanza) en la cama. Ahora toca descansar un rato, sacar a Bruno, comer, y otra vez a emitir.

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