Durante su presencia en Pereira, invitado por los organizadores de Cómic sin Fronteras, un evento próximo a cumplir veinte años, Ruíz compartió con las nuevas generaciones su convicción de que la publicidad es una narración urdida a partes iguales con elementos del dibujo, la música y la construcción literaria.
Si los mortales existimos en la medida en que somos relatados por otros o, para utilizar una expresión cara a algunas corrientes de la sicología, registrados por el ojo de los otros, los lenguajes de la publicidad son una narración completa de los anhelos, los miedos y las obsesiones humanas.
Por eso, los expertos en esa disciplina bucean en las honduras de las personas, con el propósito de encontrar las claves que den cuenta de sus modos de estar en el mundo y, por ese camino, motivar sus ansias de consumir.
Esa es la esencia del capitalismo tardío. O de la sociedad de consumo, como también se le conoce.
Para muestra, está de sobra documentado que los machos alfa quieren poseer un automóvil no tanto como medio de transporte como de instrumento de seducción para llegar al sexo.
El sexo: el gran motivador de las acciones humanas.
El ilustrador colombiano Kike Ruíz lo sabe.
Por eso, desde muy temprano hizo de la ilustración el camino preciso para conjugar los propósitos de los empresarios- los vendedores- con las expectativas de los consumidores.
Durante su presencia en Pereira, invitado por los organizadores de Cómic sin Fronteras, un evento próximo a cumplir veinte años, Ruíz compartió con las nuevas generaciones su convicción de que la publicidad es una narración urdida a partes iguales con elementos del dibujo, la música y la construcción literaria.
Desde niño descubrió que tenía la destreza para tejer historias de papel. La mágica relación entre la punta de un lápiz y la superficie sobre la que se desplaza lo conduciría, ya en la edad adulta, a las agencias de publicidad donde se ganó la vida durante muchos años.
Hoy, más de tres décadas después, recuerda como borroneó, trazó bocetos y mandó más de un papel al cesto de la basura, hasta dar con el concepto preciso del automóvil Renault 4, presentado ante la imaginería de los potenciales compradores como el amigo más fiel.
La ilusión de tener un amigo fiel acompaña a los seres humanos desde su aparición sobre la tierra. De ese modo, el ilustrador talentoso acaba por ligar, acaso sin que él mismo sea consciente, la saga épica de Aquiles y Patroclo, con el talante de una estructura de latón que de ese modo se ve investida de propiedades heroicas.
El Renault 4 como un moderno valiente que va desfaciendo entuertos por caminos asfaltados.
Eran los días previos a Internet, cuando los milagros del Fotoshop no estaban imaginados siquiera.
De modo que, tal como sucede con los escritores, este bogotano con acento paisa y amante del buen whisky se enfrentaba cada día al pánico de la hoja en blanco y empezaba a trazar caminos.
En muchos sentidos, emprendía una aventura parecida a la de los artistas René Goscinny y Albert Uderzo, creadores de la aldea gala sitiada por las legiones de Julio César, cuya defensa convirtió en héroes a Asterix y Obelix, personajes de ficción que suponen un reconocido aporte a la definición de la identidad belga y francesa.
Es decir, publicidad orientada a afianzar la idea de patria.
Kike Ruíz tiene claro que las ilustraciones publicitarias, cuando apelan a la creatividad y respetan el concepto de lo estético, rozan en no pocas ocasiones los terrenos del arte.
Eso lo supo en la Francia decimonónica un pintor como Henri Tolouse Lautrec, creador él mismo de carteles publicitarios que al final resultaba imposible separar de otras vertientes de su obra.
Puestos a evocar antecesores ilustres en el campo del dibujo con fines de publicidad, Ruiz coincide en que la célebre imagen del indio que ilustra desde hace casi un siglo las cajetillas de cigarrillos Pielroja, creada por el maestro caricaturista colombiano Ricardo Rendón, desde hace mucho tiempo trascendió los límites de sus objetivos inmediatos, para convertirse en todo un relato que acompaña la vida de varias generaciones de colombianos: la aventura del fumador como alguien devenido invencible por la aureola de humo que lo circundaba.
Por supuesto, eran días anteriores a las campañas de prevención del cáncer.
Tiempos ¡ay! Tan distantes de la ola de corrección política que hoy nos domina.
Como a tantos otros creadores, el vértigo de los desarrollos tecnológicos también sacó a Kike Ruíz de circulación.
Pero como su talento y experiencia siguen intactos, por aquí anduvo con su sombrero de mago, sacando prodigios de la punta de un lápiz y contribuyendo de ese modo a poblar de historias de papel el mapa de nuestro vasto universo.
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Entrevista a Kike Ruíz en Ecos 1360 radio: