Green book es una película clásica, en el sentido de narrar con contrastes, de elegir métodos, de aplicar fórmulas. Aún así se muestra espontánea, sutil, fresca, alegre y con mucha vivacidad
Año, duración, país | 2018, 130 minutos, Estados Unidos |
Director/Guión | Peter Farrelly / Brian Hayes Currie, Peter Farrelly, Nick Vallelonga |
Música | Kris Bowers |
Fotografía | Sean Porter |
Reparto | Viggo Mortensen, Mahershala Ali, Iqbal Theba, Linda Cardellini, Ricky Muse, David Kallaway, Montrel Miller, Harrison Stone, Mike Young, Jon Michael Davis, Don DiPetta, Mike Hatton, Dimiter D. Marinov, Craig DiFrancia, Gavin Lyle Foley, Randal Gonzalez, Shane Partlow |
Productora | Universal Pictures / Participant Media / DreamWorks SKG / Innisfree Pictures / Wessler Entertainment. Distribuida por Universal Pictures |
Género | Drama. Comedia | Basado en hechos reales. Drama sureño. Comedia dramática.Años 60. Racismo. Amistad. Buddy Film. Música. Navidad |
Green book es una de las películas nominadas a ganar la estatuilla del Óscar a mejor película. Su mérito consiste en ser muy cercana al público; de las nominadas no hay otra que tenga esa forma de relacionarse con tanta gracia y favorabilidad: sujeta al espectador con técnicas para no dejarlo respirar o mantenerlo con sensaciones extremas.
Es una película para festejar, tanto como sus personajes, el público obtiene una dosis de frescura y disfrute memorables. La trama: una pareja disímil. Ese gancho nos tendrá pendientes de lo que pueda ocurrir entre dos mundos y modos de ver la existencia muy diversos: un afroamericano que toca el piano de manera muy virtuosa y una especie de guardaespaldas con vivacidad y carácter para enfrentar las vicisitudes. La técnica: una película de camino, de hacerse en medio de la andanza, un road movie, como lo llaman.
Pero hay más: con ingredientes como el humor, y con modos de narrar en los que, como Sancho Panza y Don Quijote, ambos se entrecruzan y tienen un poco de cada cual. El contexto: una sociedad excluyente, donde los negros no pueden convivir en el mundo de los blancos.
Películas de contrastes sociales existen muchas, una de las más exitosas y recientes del cine francés, fue la premiada Intocable (2011), en donde el de elite se cruza con el “vago” afro que lo va a atender, dada su incapacidad corporal.
En el encuentro suceden los intercambios, ocurre la inevitable simbiosis y los mundos distantes van ampliando sus fronteras.
Ahora, en Green Book, el marco social de referencia aparece, independiente de si coincide o no con lo que sucedió en la historia, con la segregación, con la mirada discriminatoria.
Para empezar, en una escena Lip, un italoamericano, no logra zafarse de su repudio por los negros, mientras que su compañera los atiende y les sonríe, a él le molesta y le incomoda.
Del otro lado, estamos frente a la figura de un prodigio de la música, Sir Shirley, que interpreta música muy refinada, es afro, vive como cualquier persona con los privilegios de la élite, aunque, su mundo no es de su cultura, sino de su clase social.
Hay distancias y cercanías. Como espectadores las experimentamos y vibramos con los puentes que se van estableciendo.
Hablamos entonces de que Green Book es una película aplaudida por quienes la ven y respaldada por críticos, quienes han valorado el guion, lo destacado de las actuaciones y el ritmo narrativo con el que se nos mantiene activos.
Luego, es fortuito que una persona dotada de virtudes y conocimientos avanzados, vaya encontrando alternativas, y al tiempo, alguien más formado de calle, pueda apreciar y concederle valor a unos modos de vida refinados y apreciar lo que podríamos denominar como arte de salón.
El camino traza rutas y al recorrerlo transforma a quienes lo atraviesan. Dos similares compartiendo pueden convivir con gusto, dos diferentes, podrían estar más separados o intercalar esas experiencias y tratos, esos gustos y preferencias, entre los que aparecen complacencias por aprender y desestabilizar las rutinas cotidianas.
Como espectadores vivimos un viaje musical, gastronómico, de sucesos en los que no habría lugar a cercanías, es un trasegar marcado por diálogos entre el que aparece como de arriba y el que está abajo, un ejercicio de confrontación política, un entrelazarse por estar en sintonía con la vida.
Green book sacude nuestras estructuras de pensamiento, en aquello que podemos desconfiar, damos un espacio para creer.
Los Óscar se sitúan en un contexto de odios y amores: sabemos de más que no siempre premian lo correcto y lo que en términos de lenguaje cinematográfico es lo elaborado con técnicas innovadoras.
Green book es una película clásica, en el sentido de narrar con contrastes, de elegir métodos, de aplicar fórmulas. Aún así se muestra espontánea, sutil, fresca, alegre y con mucha vivacidad.
Si los polos se atraen, Green book hace gala con una pareja de amigos a quienes recordaremos luego de haberlos visto en pantalla grande.