¿Dónde está el país por el cuál supuestamente discutimos?
Texto a ser publicado en el periódico El Mundo de Medellín.
Lo más sorprendente de habitar en la idea de la democracia es ser, casi que, inevitablemente, objeto de las más inesperadas reacciones por parte de aquellas personas a quiénes creíamos identificadas con la práctica de habitar en la democracia, es decir, en el respeto a las ideas ajenas, a los contrarios a nuestras opiniones, olvidando que cuando una sociedad se precipita en el abismo de la mediocridad moral es porque en sus diferentes grupos sociales se ha enquistado el terrible mal del resentimiento social.
Y este enfermizo estado de alma suele dar paso a esa grave patología que es el odio hacia los mejores, hacia aquellos que se destacan por encima de la medianía, tal como lo señaló una y otra vez Luis Cernuda.
El cainismo se expande entonces sin que ninguna fuerza pueda detenerlo como respuesta del inferior a la inteligencia.
Nivelar por lo bajo es la consigna que se apoya en la defensa de la ignorancia y en señalar como peligroso a quien piensa con independencia bajo criterios propios.
El marasmo de las llamadas clases cultas se pone de presente en estas encrucijadas, cuando no optan por el llamado necesario a la discusión, al debate sino condenando de antemano cualquier intención de reflexión racional.
Al fin y al cabo lo más fácil consiste en – cómo no dejo de repetirlo- en condenar al otro sin juicio previo. Fíjense en esta curiosa frase de Gramsci:
”La indiferencia es abulia, parasitismo, cobardía. Por eso odio los indiferentes”.
Gramsci es citado una y otra vez por nuestra parodia de intelectuales “orgánicos”, sin que ninguno de ellos se haya tomado la tarea de adentrarse en la complejidad del pensamiento de quien llegó a decir que la verdad es revolucionaria pero para que esto suceda es necesario el análisis, la investigación en las fuentes, la voluntad de pasar del resentimiento a la capacidad intelectual de enfrentarse a la complejidad de los conflictos que vive una sociedad, que padece un individuo determinado.
Cuando en los boletines de la Universidad leo escandalizado los tuits de muchos profesores difamando a quienes no se han plegado a sus consignas, señalando compulsivamente desde posiciones maniqueas de “uribista”, “paramilitar”, “fascista” a todo lo que se mueva alrededor, descubro entonces la raíz de este desaforado cainismo: la incapacidad de contar con los criterios personales que sólo conceden el rigor del estudio y de la investigación, la nivelación por lo alto, la ejemplaridad; virtudes indispensables para conceder argumentos de peso al debate de ideas, de proyectos sobre la realidad nacional, pues han olvidado que precisamente la abulia y la incapacidad de razonar , que devienen siempre en la “sobradez” del dogmático de cafetería universitaria, conducen siempre a precipitarse a lo que tanto temen: el fascismo.
Y la ejemplaridad –esa actitud ética de respaldar las posiciones políticas con la propia vida personal- sólo se da con la presencia de textos teóricos, de investigaciones in situ, que el obstáculo de la pereza, tal como lo descubrimos hoy, les ha impedido mostrar en estos momentos cruciales del llamado Postconflicto.
¿Dónde está el país por el cuál supuestamente discutimos? “Ni mi verdad ni tu verdad : la verdad” para volver a Machado.
P.D. Felices fiestas.