Así registra un medio como El Tiempo, el fallecimiento de una de las grandes glorias del periodismo deportivo en el año 2003: Julio Arrastía Bricca. Hoy, en el día del cronista deportivo reproducimos esta nota como un homenaje a su figura.
Texto extraído de: El Tiempo
Sin previo aviso ni necesidad de ataques de ego en público Julio Arrastía Bricca se bajó de un transmóvil en Sotaquirá, en plena etapa de la Clásica a Boyacá, en 1992, y abandonó para siempre los micrófonos. Era el momento justo, pues la memoria comenzaba a traicionarlo.
Ese día regresó para no volver a marcharse de Medellín, donde murió el pasado jueves (2003) a los 84 años de edad y donde ayer fue sepultado, como era su voluntad. Así fue su vida: una colección de decisiones radicales. De la que fueron testigos su esposa Lucía y sus cuatro hijos.
En 1952 Arrastía abandonó su natal Argentina, donde nació en 1918, y se radicó en Colombia. Un año antes había llegado al país para manejar el equipo de Antioquia que corría en la Vuelta a Colombia y para dirigir la construcción del velódromo Primero de Mayo, de Bogotá. Trabajó un año, le gustó y se quedó.
Su pasión por el ciclismo la compartió con la hípica. En el hipódromo de su querida Medellín vivió una de sus más dolorosas experiencias: Oswaldo Zubeldía, técnico de Nacional, su amigo, murió en sus brazos.
Las carreteras colombianas las recorrió como ciclista, entrenador y locutor. En bicicleta ganó una doble a Honda y una Vuelta a Tocancipá. Como técnico llevó a Ramón Hoyos Vallejo a cuatro títulos de Vuelta a Colombia. En 1957 comenzó como comentarista radial en Todelar. Y luego pasó a RCN y a Caracol.
Trasmitió 38 Vueltas a Colombia, cuando hacerlo era una hazaña. Por sus conocimientos fue reconocido como la “Biblia del ciclismo” y cariñosamente llamado “El Viejo Macanudo” (contaba que significaba “verraco” ).
“Lucho” Herrera, el mejor escalador colombiano de todos los tiempos, lo recuerda: Siento un gran agradecimiento por don Julio. Me ayudó a conseguir mi primer patrocinio, en 1981, con Valyi. También me puso el apodo de “Jardinerito” . Y en las carreras en Europa se nos acercaba a la hora de comer y siempre nos preguntaba cómo estábamos para el otro día .