La noche que lloraron los lobos

1004
1

En ese grupo de fieles seguidores del “Grande Matecaña” Andrea encontró el amor.


 

“¿De pronto usted por casualidad ha llegado a pasar para la Florida y ha visto una casita ahí más arriba de la Vidriera del Otún que está a la orilla del río, subiendo a mano izquierda? ¡Esa era la casita de Yeison Alejandro!”

Este joven, muchos años después de “matricularse” en la barra Lobo Sur, aprendió a tocar la trompeta y fue pieza clave de la instrumental de la barra; guardó todas las “colillas” de las entradas a los estadios del país adonde fue a acompañar al Deportivo Pereira; fue el papá de Samuel Alejandro, y durante 15 meses vivió una intensa relación amorosa con Andrea Valencia, quien dos años después aún lo tiene vivo en sus recuerdos.

Andrea y varios de sus amigos no pudieron contener las lágrimas al verlo, de nuevo, en una imagen captada por el profesional Mauricio Cardona, quien expuso su trabajo de fotografía documental “Tierra del Lobo”, en una sala de la Fundación Universitaria del Área Andina, en el marco del proyecto cultural de Pereira “Corto Circuito”.

Desde niña sintió la pasión por el fútbol; bueno, más bien por el Deportivo Pereira, inculcada por su hermano, quien le regaló una camiseta cuando Andrea fue un día a visitarlo en prisión. Él llevaba a la niña a la tribuna de sol del estadio Hernán Ramírez Villegas, y desde los 12 años el sentimiento de esta adolescente por querer estar allí, por ir cada ocho días al estadio empezó a ser tan fuerte como la atracción que le despertaban los “saltarines”, “que me robaban la atención”.

 

Foto por: Mauricio Cardona

 

“Hasta que un día, cuando yo ya estaba grandecita, mi hermano me dijo: la voy a llevar a la Sur (tribuna sede de Lobo Sur) para que sienta esa emoción”.

“¿Qué hay de tu hermano?”

“¿Mi hermano?, en el cielo. Cosas de la vida; ya no se encuentra con nosotros, tristemente, pero desde el cielo yo sé que siempre nos cuida”.

Andrea llegó esa noche a la inauguración de la exposición fotográfica a reencontrarse; como los demás “Lobos” que fueron, se puso una prenda amarilla en la que a simple vista se distingue el escudo del Deportivo Pereira, esa institución fundada el 12 de febrero de 1944 (74 años) que nunca ha sido campeona del fútbol colombiano, que siempre se ha caracterizado por el desorden administrativo, que ha descendido en dos oportunidades a la división B (actualmente lleva 7 años en ella), y por tener unos seguidores llamados “Lobo Sur”, quienes intentan – además de apoyar al equipo y exigir mejores actuaciones a directivos y jugadores -, quitarse ese estigma de vándalos que se han ganado, no en vano.

Precisamente otros tópicos de la barra diferentes al conflictivo fueron los que quiso plasmar en su exposición Mauricio Cardona:

“La fotografía documental trasciende el hecho de buscar la foto bonita; debe tener una intención de comunicar, y lo que yo hice fue mostrar la cara que yo veo de Lobo Sur, o sea, la de la alegría, la del sentimiento que despierta el Deportivo Pereira para estos aficionados”

explicó en una entrevista para la página Deporte Risaraldense el fotógrafo Mauricio Cardona.

 

El fotógrafo Mauricio Cardona. Foto: Orlando Salazar

 

En ese grupo de fieles seguidores del “Grande Matecaña” Andrea encontró el amor.

“Fue mi primer amor, fue la primera persona que yo llevé a mi casa; estuvimos 15 meses de novios y siempre estaba con él; ahí empezó mi historia con “Yei”; fueron muchos momentos, muchos recuerdos”

dijo.

Hoy tiene 20 años de edad, es guarda de seguridad en el Sena Pereira y estudia, allí mismo, un tecnólogo en salud ocupacional, medio ambiente y calidad.

Quienes pasaron por la exposición se dieron cuenta del fervor con el que los integrantes de Lobo Sur se entregan en cada partido; la lente de Mauricio Cardona permite intuir en las 13 fotografías expuestas los sentimientos que se apoderan de estos jóvenes, que hoy continúan con esa pasión que dio origen en 1999 a la barra “Lobo Sur”, un nombre inspirado de la carátula de un CD de la banda “Monspell”, a su vez del álbum “Wolfheart”, del género musical blackmetal, según documenta la misma barra en su sitio de Internet.

Sin camisa, con una gorra amarilla, cuya visera cae a la espalda; la camiseta del Deportivo Pereira prendida de su cintura y prensada por el resorte de la sudadera aparece en primer plano la figura de Yeison Alejandro Villada Cardona. La imagen lo capta en éxtasis: en su territorio (tribuna sur) y al lado de sus amigos del “parche” le hace fuerza, literalmente, al equipo de fútbol que marcó su corta existencia: 23 años de vida.

 

 

Foto por: Mauricio Cardona

 

La imagen tiene tantas interpretaciones como personas la hayan visto. Solo es necesario agregar que el torso de este “Lobo” tenía tatuado, además de símbolos y leyendas propias de su afición, la de “Marra”, a quien Yeison consideró su papá; era un mecánico amante de las carreras de motos que siempre corría con el número 126; otro ser que fue víctima de las balas.

Frente a esa fotografía de un hincha sudoroso, con escapulario en el pecho, un grito ahogado y la mano derecha alentando a su equipo, Andrea volvió a recordar todo el tiempo que compartió con “Yei”: lo bueno y lo malo.

“En el momento en el que pasaron las cosas estábamos juntos; estábamos abrazados. Yo fui la que lo auxilié; yo fui la que lo llevé al hospital; fui la primera que recibí la amarga noticia”, comentó al detallar aspectos del ataque del sicario que le segó la vida a “Yei”, y que dejó a Lobo Sur sumido en la tristeza por la energía que irradiaba en la barra y por esa manera de transpirar por el Deportivo Pereira.

Su novia cuenta que un disparo ingresó por el hombro izquierdo, y el otro, por la ingle, afectándole la arteria aorta; su deceso se precipitó por la hemorragia interna. “No botó una sola gota de sangre”, dijo Andrea, quien recuerda que “Cacheticolorado”, como ella lo llamaba, le decía mientras lo llevaban en un carro al hospital: “¡Andre, ayúdame!”.

“Yo solo le pedía, “Cachetes”, no se me vaya a ir”.

 

Andrea Valencia frente a la foto de Yeison. Foto por: Orlando Salazar

 

Todas las navidades, excepto la última, Yeison las pasaba con sus amigos del “parche” la “Vagancia Kennedy”.

“En ese diciembre de 2015 iba por todas las casas dándole el feliz año a todo el mundo; los vecinos decían: “Villada hace años no pasaba un 31 de diciembre por acá”. 

El 2 de enero del nuevo año Yeison se fue para donde “Marra”, porque él le repetía a Andrea que:

“si yo me muero, yo me voy directo donde Marra”.

Sus amigos de Lobo Sur, que ese día de la inauguración de la exposición fotográfica se tomaron la Andina con sus cánticos y sus vestimentas rojiamarillas decían: “sea lo que sea, pase lo que pase, por siempre lo vamos a recordar”.

Cuando los franceses Nicéphore Niépce y Louis Daguerre se ocuparon en perfeccionar la captación de una imagen a través de sus modernas invenciones, a mediados del siglo XIX, lejos estaban de pensar que una fotografía removiera tantos sentimientos.

“Después de que pasó eso es un martirio ir al estadio”, dijo Andrea.

 

Foto por: Mauricio Cardona
Comunicador social periodista, Especialista en Gerencia de la Comunicación Corporativa

1 COMENTARIO

  1. Que mas se le puede pedir a una persona como Orlando que todos los dias nos sorprende con un enseñanza y sin egoismos
    Un abrazo

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.