Pilicarmen en la escuela

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y cuando Terence se abalanzó al ataque, ya Pilicarmen tenía el roedor con el cuello ofrecido completamente en su boca.


 

Amaneció muy temprano en las praderas altas de Norteamérica.  El magnífico sol salió alegre salió alegre y afanado, arrinconando la neblina en las montañas; recogiéndola y dándole forma como de cortina. Las gotas frescas de agua de rocío que se posaron en las hojas de las coníferas, hacen que el horizonte brille hermosamente con la imagen onírica de un valle de perlas.

Rafaela, la loba madre, ya está organizando sus cinco lobeznos para la excursión de hoy, que, sin duda, va a ser la más importante de sus vidas. Será la primera clase que tengan los peludos lobeznos frente a las madrigueras. Salen ordenados en fila: Terence, Joe, Hill, Ashley  y  Pilicarmen, la lobezna más joven. Avanzan animados husmeando todo, mientras Rafaela reprende constantemente a Pilicarmen por perder la línea guía del viaje.

Al llegar a las madrigueras aprenderán una de las enseñanzas más trascendentales de su vida: guardar absoluto silencio en las entradas para no ser detectados por conejos y roedores.

 

Imagen extraída de: sameQuizy

 

Rafaela enseña a los lobeznos cómo tensionar las patas traseras, descargando el peso del cuerpo en la cadera y nivelándolo con los hombros, para que en el momento de la emboscada puedan atacar con mayor velocidad y no perder la presa. Drogpá, el padre reproductor, mira cada uno de sus lobeznos, y es Pilicarmen – quien aún se mueve -, la que hace que detenga en ella su faraónica mirada.

Pilicarmen recupera la postura y Drogpá asiente con su hocico.  Pasa revista nuevamente, esperando que los cinco lobeznos hayan podido alcanzar el silencio sepulcral que exige el éxito de este aprendizaje.

Todos están en silencio, atentos a escuchar hasta la ondeante caída de una hoja seca. Ashley se distrae un instante y muerde suavemente la oreja de Joe. Drogpá se percata con su mirada periférica de este acto de indisciplina; no reprende a la bella lobezna y mejor solicita a su espíritu que le otorgue una ración adicional de paciencia; sabe que debe permanecer inmóvil con los latidos del corazón disminuidos y la respiración controlada.

 

Foto extraída de: Nanduti

 

Entre tanto, en la oscura cueva, dos puntos blancos de luz se mueven presurosos en los ojos de un pequeño roedor que desea salir a disfrutar el sol de la mañana.

Rafaela entiende que Terence está mejor ubicado para el ataque y lo designa con sus pupilas para que vaya adelante en la emboscada. En ese mismo instante un chillido de muerte y un gemido estrepitoso sacudieron el petricor que apenas se sentía en el ambiente; y cuando Terence se abalanzó al ataque, ya Pilicarmen tenía el roedor con el cuello ofrecido completamente en su boca.

Terence, inquieto y decepcionado, regresa a su madre; Rafaela no presta atención a sus lobéznicos lamentos; está atenta mirando a Drogpá, quien le transmite sentir gran complacencia y aprobación con Pilicarmen, pues será, la gran líder que hará prosperar por las frescas praderas a la nueva manada drogpariana.

 

Fotografía extraída de: Primero B Menendez Pelayo
Escritor viterbeño. Autor del libro "Las Caravanas de Matusalem". Actualmente reside en Pereira.

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