La ausencia de contingencia en la industria petrolera (argumento esgrimido por el Ministro de Medio Ambiente) nos ha costado la contaminación de los caudales de los ríos a lo largo de 25 kilómetros, lo cual equivale a la distancia que hay de Pereira a Chinchiná
Una frase retumbó en mi cabeza toda la semana “no había plan de contingencia”. Y ¿qué es la contingencia?, es la posibilidad que algo suceda o no, según el diccionario de la lengua española.
Contingencia es ¿nombrar a una persona indolente ante la vida en el Ministerio encargado de proteger la naturaleza? Hemos tenido en la cartera de Medio Ambiente a industriales, constructores, mineros, que han impreso su huella o sesgo a las decisiones ambientales, lo cual no es, en principio una falta ética o negativo de por sí, pero que hoy nos tiene enfrentando uno de los más graves desastres ambientales sucedidos en el país.
Y me pregunto, si un candidato presidencial y mucho más un presidente no tiene sombra de duda sobre la idoneidad y la pericia que debe tener su Ministro de Hacienda, ¿por qué el Ministerio de Medio Ambiente sirve para la estrategia política primero y después para formar un organismo sólido y con una visión a largo plazo que asegure la sostenibilidad del país?
Las decisiones ambientales son mucho más arriesgadas que las de la hacienda pública, ya que ni con dinero podría solucionarse la mala ejecución de una política, la falta de control o una reglamentación errada.
La ausencia de contingencia en la industria petrolera (argumento esgrimido por el Ministro de Medio Ambiente) nos ha costado la contaminación de los caudales de los ríos a lo largo de 25 kilómetros, lo cual equivale a la distancia que hay de Pereira a Chinchiná, esta contaminación lleva a la afectación de la fauna y la flora en un área no menor a 150 ha lo cual es igual a sumar ciento cincuenta cascos urbanos de una población como Apía, sumado a la afectación de los acueductos, producciones y la reubicación de por lo menos 14 familias de la zona.
Todo estas consecuencias de la mala ejecución de la agencia estatal para la explotación de hidrocarburos se podrán enfrentar con barreras para contener el derrame, con la utilización de la mano de obra de los campesinos y afectados que han visto devastado su territorio y con el anuncio del inicio de investigaciones a los responsables, que tomarán un tiempo largo en concluir y con la consecuente valoración de indemnizaciones y demás acciones de compensación por el daño causado. Pero ninguna de estas medidas podrá volver a su estado ambiental la zona afectada por el derrame.
Ante la irreversibilidad a corto plazo de estas consecuencias, el jefe de la cartera ha luchado por mantenerse en su puesto lanzando frases incoherentes ante los ambientalistas que hacen ruido en las puertas del ministerio, frases como “yo los invito que en vez de pedir mi cabeza, vengan como yo a la zona a tratar de contener el derrame”. Si no fuera por la población y el apoyo de organizaciones ambientalistas el desastre no se habría registrado en medios y los responsables no habrían intensificado las medidas para afrontar la situación, sino fuera por los ambientalistas la autorización del fracking en el Magdalena medio no habría salido a la opinión pública.
Y una y otra vez la argumentación del ministro se debilita, “no había plan de contingencia”, cuando el problema es que la cartera y su cabeza parece ser la contingencia política en una campaña hasta la presidencia, un jefe de cartera sin asomo de asumir las consecuencias de su falta de previsión e indolencia ante los desastres ambientales acaecidos en su gestión.