Albalucía Ángel y las mujeres detrás del “Boom” literario en Latinoamérica

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Colombia tiene una literatura hecha por mujeres que honra la vida cultural latinoamericana

Gérman López Velázquez


 

 

 

El boom patriarcal

 

El conocido “Boom” de la literatura latinoamericana opacó, en cierta forma, a las escritoras femeninas, que también tienen su historia entre la historia de la literatura  del continente.

Así entonces bajo la figura de Julio Cortázar y J. L.Borges, en Argentina, se ensombreció a figuras como Estela Canto, Alfonsina Storni; detrás del peruano Mario Vargas Llosa, sin duda,  Patricia de Souza, Giovanna Rosa Pollarolo; de Juan Carlos Onetti, en Uruguay,  Juana de Ibarbourou o Delmira Agustini y de Gabriel García Márquez, en Colombia, Albalucía Ángel, Marvel Moreno, María Elvira Bonilla, solo por mencionar algunas escritoras y poetas, que pasaron a ser la sombra de esos escritores noveles, unos premiados, otros inmortalizados por los lectores latinoamericanos.

 

 

Desde la izquierda, García Hortelano, Carlos Barral, García Márquez, y Vargas Llosa; la derecha, José María Castellet, en 1970 en Barcelona. EFE

 

 

El “Boom” fue una visión masculina, que, por medio de la literatura, se retrató la situación y las vanguardias en Latinoamérica. Así la mujer, con el fin de establecer vínculos con otros y comunicarse, también habló y escribió como un hombre.  En consecuencia -y es esta una visión personal- las mujeres escritoras de este tiempo, estaban más cerca de  lo que se llama eufemísticamente “Low Culture”, en la medida en que esos grandes escritores del “Boom” se erigieron en jueces del canon narrativo y participes de la “High Culture”.

El feminismo incursionó también en ese contexto literario.

Esta tendencia, que no solo llegó a América como protesta civil, sino también como literatura, no buscaba denunciar y combatir las desigualdades sociales que soportaban las mujeres, sino que examinaba y criticaba también las estructuras ideológicas hondamente arraigadas en la sociedad, transformándolas por la narrativa femenina.

 

Vargas Llosa y su mujer, Patricia Llosa; José Donoso y Pilar Serrano, y el matrimonio García Márquez, en una foto sin fechar de los setenta, en Barcelona.

 

 

Es cierto que el itinerario de estas escritoras se insertaba en las trayectorias de los grandes hombres literarios de América latina, pero su propia expresión les asignó nuevos escenarios donde pudieron corroborar la conciencia de ser ellas mismas haciendo presencia literaria.

 

Como dice la escritora y ensayista colombiana Luisa Ballesteros Rosas:

 

Esta tarea (la de ser mujer en un contexto de violencia y tensión machista) las asocia aún más estrechamente al inmenso proyecto de la literatura latinoamericana que parece tener como objetivo reconciliar a la América Latina con su memoria y expresar las complejas tensiones de su interioridad colectiva. Consiguiendo construir un territorio propio para el desarrollo de sus literaturas.

(Ballesteros, L. 1997.  La escritora es la sociedad latinoamericana. Universidad del Valle.)

 

 

Marvel Luz Moreno (Barranquilla, 1939-París, 1995) fue estudiante de economía y empresaria de mercadeo y publicidad, autodidacta en literatura y ciencias humanas, lectora de clásicos, compañera del reconocido grupo La Cueva y partícipe de la vida cultural parisina desde la década de 1970.

 

 

Mujeres literariamente comprometidas, audaces, que la histórica opacó, pero no relegó, por cuanto sus historias están intactas como precursoras de la literatura femenina en Latinoamérica.

 

 

 

Albalucía Ángel

 

Una de esas escritoras, la pereirana Albalucía ángel, fue sin duda una mezcla de Simone de Beauvoir (filosofía feminista) Violeta Parra (música y arte) y Clarice Lispector, (escritura); una figura literaria importante dentro de la narrativa realista y costumbrista en Colombia.  Su estética y visión de la literatura versó en lo femenino, no “feminista”, como se ha pretendido estigmatizar su obra.

Porque el trabajo de ésta pereirana no se centró tanto en la condición de las mujeres y en su reivindicación, sino que se orientaba por vías precisas para consagrar la participación en todas las formas de expresión literaria: la poesía, la narrativa, la música, la actuación, etc.

Albalucía Ángel, intentó desarrollar con su escritura, específicamente realista (violencia) y femenina (erótica), una escritura que subvirtiera la hegemonía de una imaginación masculina que condenaba a las mujeres a guardar silencio como mujeres. Con su espíritu cosmopolita se fue abriendo al nuevo territorio en el que sólo contaba, por principio, el absoluto compromiso estético respecto a la obra creadora; así, del cuento, pasó a explorar la esencia y la realidad de la sociedad colombiana por medio de las novelas.

 

 

“Puesto que mi literatura fue siempre una toma de conciencia y al ser mujer tuve que hacer de esa toma de conciencia una posición definitiva, en el momento en que realmente se iluminó se alivió esa gran puerta de la denuncia. De la vida y la mujer”. (Alba Lucía Ángel M)

 

 

Su tercera novela más leída (las anteriores fueron “Los girasoles en invierno” y “Dos veces Alicia”) “Estaba la pájara pinta sentada en su verde limón”, con cinco ediciones, que la hace la obra más importante sobre el tema de violencia en Colombia, sigue siendo desconocida por la crítica y por los lectores modernos.

 

La complejidad estructural de esta novela, poco entendida por los críticos especializados, logra un equilibrio entre la fidelidad del hecho histórico que violentamente marcó a Colombia y la complejidad estética que tramita el diálogo entre lo social y lo individual.

 

“Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón” entiende, en lo político, dos únicos caminos para la juventud de los años sesenta y setenta: la lucha clandestina o la renuncia.

 

La literatura de esta pereirana es una adentarse a un mundo, mitad realismo y mitad narrativa existencial; crónicas, historias, sucesos entrelazados, que los críticos no dudan en llamar Cronotopos.

 

Como dice la especialista en literatura femenina, Nadia Nailet Báez Rojas:

 

“La obra de Ángel pretende, en su fondo, una reflexión de tipo social que permite la construcción de un imaginario femenino, a partir del carácter revolucionario de la narración”.

 

 

 

La violenta crítica

 

La violencia de la critica también deja sus víctimas en el camino y Albalucía Ángel es una condenada más por las pasiones violentas de ser escritora en un país, donde, incluso el arte parece estar estancado en esas absurdas modas llamadas: “Movimientos Literarios” como diría Germán López Velázquez.

Las llamadas generaciones, como modas, empobrecen la crítica literaria y blindan la medianía, debido a que el problema de los críticos fue (y es) pensar que la literatura es una moda.

Por eso se entiende, y no se justifica, que los críticos de la obra de Albalucía Ángel hayan victimizado a esta narradora, al punto de que sus novelas no llegaran a alcanzar el éxito editorial entre otras narrativas de violencia publicadas en la misma época.

 

Albalucía Ángel, la escritora censurada que se atrevió a narrar sin miedo los peores horrores de la época de la Violencia partidista en Colombia.

 

 

En Albalucía Ángel, la crítica literaria fue más mordaz, condenando su texto y a la vez su investidura de escritora. Gramáticos pedantes que hicieron de la literatura una violencia intrínseca ante las nuevas propuestas escriturales que emergían desde las regiones. Técnicos del lenguaje que no podían abordar una temática tan interesante como la de Albalucía ángel, sin consultar sus manuales canónigos de literatura y sin obviar las predicciones climáticas del almanaque de Bristol.

La crítica asumió como un hecho incontrovertible que el caos del enunciado, el entramado de cronotopos en la obra de Ángel no permitía el reconocimiento de una arquitectura narrativa coherente.

 

 

Este libro publicado en 1975 se ha vuelto un hito en la literatura colombiana. Un lenguaje fresco, ágil, ha permitido que la novela perdure y cada día sea más valorada por las nuevas generaciones.

 

 

A lo mejor a la crítica le faltó elementos valorativos y una seriedad teórica para acercarse a esta obra, que, sin duda, estuvo en la altura de títulos como: Noche de Pájaros” de Arturo Álape, “Una y muchas guerras”, de Alonso Aristizábal, “Cóndores no entierran todos los días” y “El último gamonal” de Gustavo Álvarez Gardeazábal.

 

Quizás alguna especie de orgullo histórico de algunos escritores, no soportaron que una mujer, y menos pereirana, escribiera narrativa desde el bogotazo, por ejemplo; mezclando literatura e historia, y retratando, esa cruda realidad de violencia en Colombia que desencadenó un espiral de muertes y rencores que no cesa de reinventarse.

El estigma de categorizar la literatura femenina de Ángel como feminista, y el preconcepto general de ver en las obras femeninas un espíritu anti patriarcal y deconstructivo, fueron elementos claves para que la crítica diera sus juicios y valoraciones extra-textuales.

 

Esta novela fue escrita en el año 1971 en Torobajo, según lo afirma el mismo autor, Gustavo Álvarez Gardeazábal, al final de la obra. El título hace alusión al grupo conservador que se consolidó en Tuluá en los años 50 del siglo pasado. Eran llamados Los pájaros, y el cabecilla era apodado “Cóndor”.

 

 

 

El estado actual de las escritoras femeninas

Hoy las escritoras latinoamericanas, al fin libres del ostracismo de los siglos pasados, se destacan en todos los registros de la vida intelectual, aunque no sin lucha. Sus obras abordan con éxito los géneros más diversos, que ellas enriquecen con sus múltiples perspectivas.

El carácter patriarcal del “Boom” de la literatura Latinoamericana, no desestimó, (pero si opacó), los esfuerzos y la fecundidad creadora de grandes escritoras y poetas.

Una nueva era de escritura femenina se abre como un mundo de posibilidades, explorando no solo la mujer misma y lo femenino, sino todas las estructuras que atañen a su existencia.  Así entonces se devela que el “Boom” fue más que una visión masculina de las cosas.

Lo confirma, el hecho de que hace años, en la ciudad de Murcia, en España, se reunió un conglomerado de personas a celebrar los 50 años  del “Boom” de la literatura latinoamericana.  El evento se inauguró con la pregunta: “¿hay que matar el boom?”.

 

Y las respuestas provinieron de los exponentes masculinos. Y entre tertulia, foros y charlas, se dejó al descubierto que el “Boom” no fue esencialmente masculino como se creía, sino que detrás de todos esos escritores embarazados de historias, se encontraba la señora Carmen Balcells, la verdadera inventora del “Boom Latinoamericano”.

 

Carmen Balcells Segalà (Santa Fe de Segarra, Olujas, Lérida, 9 de agosto de 1930-Barcelona, 20 de septiembre de 2015)​​ fue una agente literaria española.

 

 

Escritor, Editor, Anfitrión en el portal web La Cebra que Habla. Una vida, una frase: «Quién ya no tiene ninguna patria halla en el escribir su lugar de residencia».

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