Mientras a otros abuelos los tumban, Albeiro Pulgarín medio se las arregla entre suelas y palabras. Esta es su historia.
Un poema para el arraigo
En su terreño casi nadie lo conoce como lo que en esencia es: un juglar que ha sabido cantarle a la vida, al amor, a las costumbres de su tierra, a la guerra, a la paz… esa con la que Albeiro Antonio Pulgarín Ocampo ha soñado desde niño.
En la época de la Violencia – cuando corrían los años 50 del siglo XX–, salió desplazado con su familia a un destino incierto, que aún hoy, a sus 74 años, lo persigue.
Nació en Apía, Risaralda, en la vereda San Agustín, el primero de octubre de 1942. Apenas iba a cumplir seis años y empezó a conocer de odios y venganzas entre ‘rojos’ y ‘azules’, exacerbadas con el asesinato del caudillo liberal y candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948.
De la finca en que creció, en medio de la abundancia, llegó a Pereira. Aprendió el oficio de zapatero, con el que se fue a buscar fortuna en Bogotá.
Pero en su alma palpitaba con fuerza el ansia de escribir versos.
Era imposible contener la fluidez de las palabras. Un día, en los 80, lo cogió la “fiebre” de escribir, oficio que alternó con su paciente labor de zapatero, con el que se ha ganado la vida.
“Cuando se me ocurría un verso cogía un telfor o una badana (forros que lleva el zapato por dentro) y lo escribía. Nunca me faltaba un bolígrafo”, cuenta Albeiro. En la noche, al llegar a su casa, seguía la idea, la desarrollaba y pulía el poema.
Norelia, una de sus hermanas, que sabía de su inclinación a la poesía, un día fue a su casa y le dejó sintonizada la emisora La Voz de Bogotá, de la cadena radial Todelar. Anunciaban un concurso para composiciones inéditas.
Corría ya el año 1981. Con el bambuco ‘Homenaje al arriero’ obtuvo el tercer lugar. Aquí, la última estrofa:
“No te pongas triste abuelo
Que me vas a hacer llorar
El orgullo de mi raza,
En ti lo he de cultivar
Mejor te dejo estos versos
Te gusten es lo que quiero
Nacidos del corazón
En homenaje al arriero”.
Así, con un lenguaje llano, Albeiro retrata en sus poemas, composiciones y cuentos, historias de la vida cotidiana de la gente de a pie, como él.
Este juglar, que asistió solo hasta tercer grado de primaria en la escuela, ahora, en su vejez, sigue ‘ardido en fiebre’ por los versos. Los guarda con recelo en carpetas, donde tiene cada una de sus composiciones con el debido registro ante Notaría, como se hacía antes, y ante la Dirección Nacional de Derechos de Autor, como ya sabe que debe hacerse en los tiempos de hoy.
Sin embargo, aún no goza de regalías por derechos de autor. La mayoría de sus escritos están inéditos.
Una vejez incierta
Tampoco tiene pensión de vejez. “En la zapatería eso de cotizar no se acostumbraba”, dice. Por ahora vive al amparo de su hermana Norma Ruth, en la vereda Mundo Nuevo, de Pereira. Aún ofrece sus servicios de zapatero. Un aviso, pequeño y tímido, cuelga en el portón de entrada a la finca Las Brisas, donde además dedica tiempo a cultivos caseros.
Mientras Albeiro pasa ‘las duras y las maduras’ para sobrellevar sus gastos personales con el auxilio al adulto mayor que recibe del Estado, 150.000 pesos cada dos meses, en Risaralda se conoció del mal uso de por lo menos $200 millones de pesos del programa de atención al adulto mayor, responsabilidad de la Secretaría de Desarrollo Social y Político.
El poeta a veces se queda sin con qué pagar el pasaje para bajar de la vereda.
Y en contraste, otro escándalo de corrupción irrumpió en la ciudad. La Personería y la Controlaría investigan sobre la adquisición de un bus para el transporte de los abuelos, que fue traído desde Bélgica, lo que además encarece su mantenimiento y reparación.
Sueños de un ‘Actor de versos’
Albeiro, en su vejez, quiere dedicarse por completo a la literatura. Dar recitales, enseñar lo que sabe. Ver publicada su obra y entregar, gratis, los libros en escuelas y colegios.
Ha tocado puertas en las entidades de cultura de Dosquebradas y Pereira. Aspira que le llegue una oportunidad, como las tuvo en Bogotá, donde ganó otros premios como cultor popular en la Localidad Antonio Nariño, donde residió por 39 años.
Espera, con la paciencia que otorgan los años, que el regreso a su patria chica le traiga el reconocimiento a su anónima labor de ‘Actor de versos’. Aspiración que plasmó así en uno de sus poemas:
“Hace años que aquí me encuentro
Buscándole una salida a la humildad de mi vida
O al valor de mi talento”
Algunos versos en la voz de Albeiro.