Creo que uno de mis primeros actos de rebeldía juvenil fue cruzar una de las esquinas de aquel edificio ruidoso, siempre atestado de gente que me causaba curiosidad ¿qué se escondía tras los arcos de su entrada? Mi madre nunca pudo decirme a ciencia cierta, por qué no quería que yo cruzara esos portones construidos en 1935 por Pascual López.
La Plaza Los Fundadores, el mercado municipal de Santa Rosa de Cabal siempre me impactó; la curiosidad que me producía estaba exacerbada por la prohibición de mi madre y el disfrute de mi padre al visitarla. El contaba historias fantásticas de cómo un reloj se transformaba en una cadena de oro, tras un excelente trato. Bajo la mirada vigilante de mi madre, me describía una inmensa cocina de donde salían delicias inigualables para el paladar: fríjoles, arroces, arepas y sopas.
Yo imaginaba un mundo fantástico que algún día me escaparía a explorar.
Pero no fueron los aromas dulces narrados por mi padre los que me condujeron al mercado, sino otro placer el que me llevó allí: la música. Cada noche escuchaba en mi ventana la música de mi padre, a hurtadillas acompañaba sus parrandas, el tango que me dirigía a acompañarle fue el que me condujo a la fuga para entrar en ese mundo maravilloso de las plazas de mercado. Recuerdo como si fuera hoy, cómo descubrí un mundo eminentemente masculino, por aquel entonces, cómo me sedujo el dramatismo de Larroca en el tocadiscos. Mi madre tenía mucha razón al temer mi entrada a través de esos arcos, porque creo que ese día encontré mi alma tanguera y mi amor al drama.
Me seduce el deleite por esos edificios, con sus cubiertas majestuosas, creo que llegan a ser un lugar común en mi vida, siempre los busco en mis viajes. Disfruto como nadie las mañanas de domingo con un café, la música y el bullicio de las personas que revolotean buscando su mercado, la cura para el mal de amor, un buen plato de comida, las flores y los cambalaches. Cada vez que encuentro un lugar así, no importa cuán lejos esté de Santa Rosa me encuentro en casa, rompo la prohibición de mi madre con el mismo deleite adolescente y me encuentro jubilosa y encantada en el mercado de cualquier esquina del mundo.
Aunque muchos de ellos se encuentren en precarias condiciones, fueron nuestros primeros centros comerciales, son sitios neurálgicos para nuestra seguridad alimentaria. Hoy nos preguntamos si podemos tener cerca de casa alimentos seguros, nutritivos y suficientes para abastecer a toda la población. La tendencia de los alimentos “kilómetro cero”, surgida antes de las cuarentenas, introduce la necesidad de los centros urbanos de reducir el impacto ambiental por el transporte de alimentos desde largas distancias, rescatar los productos regionales olvidados y privilegiar el consumo de alimentos agroecológicos.
Contrastando con este planteamiento y la defensa de la soberanía alimentaria, el Plan Nacional de Seguridad Alimentaria considera la importación de alimentos como una estrategia válida para el suministro de la canasta básica de los colombianos, por ejemplo la importación actual de papa lleva a que por cada kilo que se importa a Colombia, se dejan de demandar 2,5 kilos de papa fresca nacional (Fedepapa, 2019).
Mas allá de las correcciones en las políticas públicas colombianas con respecto al agro, será importante para la soberanía y la seguridad alimentaria que la ciudad brinde a los productores, comerciantes y campesinos espacios apropiados para la realización de los mercados locales dentro de las plazas, y puedan ustedes como yo maravillarse con la comida, la música, la medicina ancestral y las prácticas culturales que alojan estos espléndidos lugares.
Muy buen trabajo , me hizo recordar los viajes en chiva, de niña …ese camion lleno de gente campesina humilde pero feliz; ese olor a sudor y cilantro.. esas manos gruesas y llenas de cayos que produce labrar la tierra , recordé justo adelante de Santa Rosa en Cali, al otro lado de la vía publica lugar de encuentro, trueque e intercambio de nuestros productos agrícolas …hoy son muy pocas esos camiones bien llamados chivas…
Hola Luz Belly, gracias por tu lectura. Definitivamente es ahora, cuando hablamos de medidas post-COVID en las ciudades y vimos la necesidad de alimentos de producción cercana a las áreas urbanas, es la oportunidad de rescatar nuestras plazas de mercado.
Muy hermosa descripcion de como nos construyen y se hacen parte de nuestra esencia nuestros lugares publicos, de como dejan nuestra alma amarrada a sensaciones primarias, a una curisiodad que nos acompaña y nos da ojos y alas para seguir buscandonos, descubriendonos y encontrandonos con regocijo en lo bello que debe tener lo publico.
Muy hermosa descripcion de como nuestros lugares publicos nos construyen y dejan amarrada nuestra esencia a la curiosidad y a placeres originarios y fundadores que nos acompañan y nos dan ojos y alas para continuar buscandonos, encontrandonos y disfrutandonos en la belleza y el goce que nos puede llegar a proveer lo publico.
Los sitios que habitamos guardan una gran belleza para quien tenga tiempo y sensibilidad para percibirlos. Tal vez uno de los grandes aprendizajes de esta pandemia sea la necesidad de renunciar a los ritmos frenéticos y poner atención a nuestros pasos. Gracias Lucia por tu atenta lectura.