En ocasiones pensamos como idea utópica, ¿cómo sería el día después de la última píldora? ¿Cuál de nosotros sería el preso? ¿Cómo sería el cielo dentro de la celda?
¿Quién soy?
Me condenas a una imposibilidad con tu pregunta. Hace mucho tiempo busqué esa respuesta y no hallé más que recuerdos de lo que he sido; pero en este preciso momento cómo podría decirte quién soy, si aún sigo aquí, aún respiro, aún siento. Si quieres una respuesta puntual, mira tú reloj; a mi déjame volar que para eso tengo gran habilidad. He renunciado a la respuesta de esa pregunta, he renunciado a definirme, vivo en la imposibilidad de lo posible, en la inexactitud del ahora.
¿Vivo?
Ya no sé si lo estoy. Creí vivir cuando creí saber quién era, pero al día siguiente fui otro y al siguiente otro y otro más, luego, fui uno que recordaba haber sido todos y se avergonzaba al tiempo que soñaba con ser uno que estaba por llegar; normalmente no teníamos dificultades, hasta que este aparecía con el misterio de lo desconocido.
Esto puede sonar extraño, pero normalmente todos la pasamos bien, creamos una conexión. Al punto de soñar frecuentemente que todos observamos un frasco de vidrio viejo, de esos donde las madres guardan las especias, pero en lugar de estas, se encuentra lleno de agua, sellado con un corcho que impide la circulación del aire; dentro de él, hay una vela encendida que nunca deja de crepitar, la cual se ha derretido casi en su totalidad, pero nunca llega apagarse.
En ocasiones pensamos como idea utópica, ¿cómo sería el día después de la última píldora? ¿Cuál de nosotros sería el preso? ¿Cómo sería el cielo dentro de la celda? Fue tanta la angustia y la soledad que sentimos al pensarnos en esos lugares, que siempre dormimos juntos esas noches.
Ustedes tienen la costumbre de ligar la locura al rechazo; la verdad yo estaba mejor cuando estaba loco, desde de la partida de las voces, estoy más solo. Creo que era importante ante ustedes, solo cuando yo era diferente, porque ahora que soy igual, parece que no existo.
Estoy por pensar que el loco no era yo.