Por, Héctor HQ Gómez
Se agotan las palabras. En una mentalidad traqueta, donde lo importante es la construcción de miedo y la parálisis cerebral del otro, todos los desmanes son posibles. Desde hace muchos años asistimos a la metástasis del credo traqueto en la vida colombiana. Hoy ese credo es profesado por el presidente de la república, muchos de sus ministros, las Fuerzas Armadas de cualquier índole y legalidad, los grandes ricos del país y gran parte del pueblo colombiano. !Estamos jodidos!
Lo terrible es sentir que estamos imbuidos en una lógica de dejar hacer, dejar pasar. Hemos sido educados por una escuela cómplice para permitir los desmanes, abusos, menosprecios y eliminaciones. Policías que eliminan, políticos que roban, ricos que manipulan, hombres que golpean, periodistas que engañan, influenciadores que hablan mierda…
Es todo un entramado de acciones e inacciones que construyen una atmósfera de cinismo que penetra hasta las entrañas. Ver a un presidente inepto, cínico, lambón y ramplón, no es mas que la corroboración del grado de enajenación al que hemos sido sometidos. Unas mentalidades dispuestas al camino fácil, a la mordida, al serrucho, al abuso de situaciones como la pandemia actual. ¿Cuánto dinero se están embolsillando el presidente, sus esbirros y sus dueños? Eso no lo sabremos, en tanto han montado un tinglado para que los colombianos nos quedemos como vanos espectadores.
La Colombia del credo traqueto ha convertido la riqueza en el único fin. Para eso han desinstitucionalizado todo. En la mentalidad de los colombiano poco tiene valor, poco tiene sentido. Se responde a aquello que toca las entrañas para que un pensamiento dominado por las emociones sea el que se exprese, agreda, niegue, amenace y finalmente derive en acciones de facto que dañan y destruyen lo común.
Es un país del abandono, históricamente entregado al capital internacional, con testaferros que llenan de legalismos infames el robo sostenido de un territorio lo suficientemente rico para no estar aún destruido. Un país donde la espiral de la violencia es utilizada por los hombres cínicos, por esos grandes ladrones, para ubicar las culpas y responsabilidades en los ciudadanos del común. Todos los productos de ese modelo traqueto buscan el señuelo de la violencia en los otros.
Sus violencias, sus grandes violencias son las que generan destrucción a lo largo y ancho del país.
Estar en un nido de ratas es algo terrible, cada rata está buscando basura para llenar su pequeño roto.
¿Es el fin del tiempo? No. Sin embargo el cambio soñado solo será posible cuando la formación política sea una realidad, cuando la escuela deje de ser una bolsa de datos inútiles, un gran parqueadero donde se deshuesan las ideas, la solidaridad, la capacidad reflexiva, la recursividad y la creatividad.