Sílaba Editores nos comparte fragmentos del libro Insistencia en el error, una antología personal de Eduardo Escobar.
Advertencia retórica
Los poemas no son de nadie:
los poemas le ocurren a la gente, la invaden
y se apoderan de su campo mental
sin que se pueda resistir
Algunas personas ni siquiera se percatan
de que un poema empieza a habitarlas
de que han sido elegidas para ofrecerle albergue
a un extraño animal
y piensan que se están volviendo tontas
o que están camino de enloquecer
y a veces consultan con sus siquiatras
el sentimiento de haber sido despojadas del
sí mismo habitual
para ser agregadas a otra cosa
cuando el poema las llena, llegando de improviso
Se necesita una cierta disposición
y un cierto entrenamiento para distinguir
el advenimiento del poema, la hora llegada de la epifanía
El mejor es el que llega descalzo como un gusano
recién nacido
a la cita no pactada
sin sonido de pasos
Aunque a veces, algunos incluso buenos,
lucen pantuflas de lentejuelas
como los maricas que asisten a las patronas de los
lupanares caribeños
Y llevan la pata derecha de un cisne en la mano contraria
los de excelencia irrefutable
No importa si los cisnes dejaron de usarse
en la poesía hace tiempos
siempre han de volver, como ahora sucede en
esta página
donde soy exprimido por el habla
Y veo cómo tiembla en mi mano un puñado de plumas
El habla me habla
El poema no tiene por qué parecer un iconostasio
Ni un museo de rarezas ni un herbario
Toda palabra evoca un conjunto de figuras boscosas
Como el tardígrado trae a la memoria del onicóforo
el triángulo que contiene sin que se le note mucho
la majestad del círculo, pariente lejano del olvido
Algunos poetas
suelen apelar a la argucia del ingenio
para paliar la vergüenza de la falta de genio
que no se da todos los días, ni silvestre
pero si así lo quiere, un artífice habilidoso
puede payasear un poco si le place
si el clima del día pide la humorada
o la ligereza lo que llaman el aire de los tiempos
El signo es el mensaje
La mariposas no son solo las bellas alas que nos asombran
también está la baba ámbar de los turbios entresijos
que repugna
El poema bien puede ser una reflexión
sobre cualquier cosa, sobre un ánfora o un pisacorbatas
o sobre nada
solo depende de él mismo
Si quiere
bien puede renunciar a reproducir la naturaleza,
viva o muerta
y hacer el vacío
o probar un pequeño soplo de la familia de los
vientos lacustres
semejante a la vibración que emiten los clarinetes
desmayados
cuando el calor golpea las ventanas
para que dejemos entrar a las cacatúas
de la vida literaria
Las cacatúas suelen no ser una costumbre en los poemas
Son demasiado cacofónicas
Algunas tribus del Amazonas las asimilan a la mentira
Como una habitación desocupada de todo mobiliario
donde resuenen mejor las palabras
de todo el mundo a sus anchas
sin los obstáculos de la engañosa realidad objetiva
la palabra, ese ruido, es lo único que cuenta
en el poema
preferiblemente si se hace presente escueta
como un guijarro
y tiene implicaciones inesperadas
para no parar en el triste sin embargo
o en el desesperado empero de los narradores de
secuencias
El poema carece de propietario como el otoño
y nunca marcha en un solo sentido
Y tampoco exige el pulimiento
de las piedras preciosas
un brillo demasiado impertinente
Más bien pide una cierta opacidad
que no tiene por qué parecer humilde
porque no se trata de rebajarse
ni de parecerse a nada
y menos a la virtud
que tantas veces hiede
En el poema auténtico sucede de tal modo que al
encender su luz
nada surge Ni un verde en la voz verde
ni un gato en la mayante palabra gato
ni una guitarra en esta designación encordada
por la costumbre de los árabes
Las guitarras de los poemas
no aspiran a ser verdaderas guitarras
porque prefieren no afrontar el fracaso de las burlas
de las personas inteligentes
o el de la admiración boba de las indulgentes
que son tantas
De la misma manera como en la pipa de Magritte
es imposible fumar
Porque solo está ahí para ayudarnos a ver lo que no
es una pipa en su pipidad
y en especial si está apagada
Es obvio que nada arde en el cuadro de Magritte
O tan solo la crispación de una mano enfriada por
el talento artesanal