¿Cuál fue, se pregunta uno, el marxismo que condujo a Guacho a matar a unos civiles desarmados si él nunca llegó a leer un texto de Marx? Para el revolucionario absoluto el fin justifica los medios y asesinar “enemigos ideológicos” no se considera por lo tanto un delito.
La primera vez que Guacho apareció ante las cámaras de t.v. fue cerca a Tumaco. Cuando se presentó una fricción entre unos raspachines y fuerzas de policía, alguien disparó y mató a un raspachín.
La policía fue acusada del crimen, lo que no era cierto.
En medio de esa tensión apareció Guacho con un grupo de sus guerrilleros: un hombre joven afrodescendiente, tímido al cual le sobraban el uniforme y el fusil.
Ya después, lo debemos suponer, Guacho se declaró en rebeldía contra su Comandante y se entregó al narcotráfico como “una vía legítima de acción revolucionaria”.
Lo que vino después ya lo sabemos, aun cuando no deja de estremecernos la crueldad con que mandó a asesinar a la pareja de jóvenes esposos y a los tres periodistas. Muchos guerrilleros – recordemos los feroces campesinos del Pot en Camboya- recurrieron, en el momento de ser enjuiciados por sus crímenes, al sofisma de que solamente habían estado obedeciendo órdenes de sus Comandantes.
Y por lo tanto la ideología era la asesina y no ellos.
¿Cuál fue, se pregunta uno, el marxismo que condujo a Guacho a matar a unos civiles desarmados si él nunca llegó a leer un texto de Marx? Para el revolucionario absoluto el fin justifica los medios y asesinar “enemigos ideológicos” no se considera por lo tanto un delito.
¿No llevaba en su mochila un manual del guerrillero uno de los detenidos por el infame atentado a la Escuela General Santander?
Yo he leído algunos de estos manuales y lo que allí se lee no es otra cosa que unas instrucciones para convertirse en un fanático porque de marxismo no hay nada, por supuesto, ya que lo que los Comandantes guerrilleros insuflan en el cerebro de estos analfabetos reclutados no es más que una serie de tópicos desfasados como “combatir el imperio, el capitalismo norteamericano” y poner como ejemplo a un aventurero que tampoco leyó a Marx, el Che Guevara.
Naturalmente estas extravagancias, ni en la cabeza del más enfermo de los dogmáticos, podrían constituirse en un argumento para justificar más de cincuenta años de lucha armada en Colombia, pero si nos ayuda a poner en claro la farsa cruel de una ideología manipulada por una élite de dirigentes para su propio beneficio económico.
Guacho apareció por un instante ante nuestros ojos, pero Guacho en realidad no existió en la medida en que quienes estaban encargados de otorgarle la entidad de ser humano con nombre y apellido propios, no lo hicieron. ¿Cuántos guerrilleros murieron a lo largo del levantamiento de las FARC del ELN y cuáles son sus nombres y apellidos, en dónde están enterrados? Esta es una pregunta decisiva para la JEP.
¿Era Guacho marxista-leninista o lo es el Comandante Romaña?
Lo que escribes, recordémoslo, es lo que realmente eres, ya que puedes argumentar que eres Mao Tse Tung, pero tu escritura decirnos que eres un perico de los palotes. Esto, científicamente lo asevera Marx.
¿Será por eso que nunca han escrito nada Iván Cepeda o Jaime Caicedo, el Comandante “El Paisa”, “Pablito El Carnicero”?
Sabemos que quien dijo ser el padre de Guacho, no lo era, y que final y discretamente su verdadera madre rescató el cadáver y desapareció. La dialéctica leninista es implacable como recuerda Merleau-Ponty: para un miliciano todo debe sacrificarse a la causa pues el individuo no existe.
¿Cómo buscar, entonces, las tumbas inconsolables de estos esclavos de una deformada ideología? ¡Saquen a Marx de esa basura!