La pregunta que se plantea el encabezado de esta reseña es sencilla ¿estamos frente a un verdadero punto de quiebre en la inacabada rivalidad de Marvel y DC?
¿Ha llegado un verdadero contendiente? La nueva Aquaman capitaneada por James Wan (Saw, Insidious, Furious 7), estelarizada por Jason Momoa, Nicole Kidman, y producida por Zack Snyder (300, Watchmen, Superman: Man of Steel), ha llegado a salvar los muebles del naufragio de DC Comics en la competitiva tempestad que se cierne en el mundillo del cine live action. Veamos, pues, las luces y sombras de este acontecimiento fílmico, ya que no nuevo por tanto la exploración de la veta de los superhéroes es cosa de salir a comprar merluzas. Sencillo.
Pero empecemos por ofrendar un categórico NO. No es un Caballero de la noche, ni más faltaba. Y para no ser aguafiestas ofrezcamos un categórico SÍ. Sí, es un producto diseñado para entretener y cumple con creces (afrontémoslo: no se puede abordar una manifestación cultural de tal estirpe esperanzados en agenciarnos de una catarsis griega), visualmente es una cosa espectacular ―los más desparpajados y prácticos dirán que es un intenso híbrido entre Titanes del Pacífico, Avatar y Jurassic World…, ¡pero bajo el agua!—, porque al pan pan y al vino vino…, el CGI de esta producción alcanza unas cotas de calidad inenarrables, sinestesia en su estado más puro: hay que verlo para paladearlo.
Claro está, el juego narrativo también hace aguas, es predecible, cargado de deux ex machina, y de las famosas sentencias hollywoodenses a renglón seguido de las explosiones, ¿y sus personajes? Han sido malogrados en muchos aspectos (no se termina de entender cómo se despilfarra la oportunidad de instalar la villanía de Black Manta en este pequeño cosmos iridiscente…. Queda como tarea pendiente y ya anunciada en los imprescindibles post-créditos); en esa línea, la configuración geopolítica del underground marino no es precisamente un faro en ese mar picado, no da para entender el conflicto y los intereses de los poetas en agón: ese ejercicio seguramente lo desglosará bien facilito el fandom de DC Comics.
Ya entrados en gastos, cabe mencionar que es una pena el que aún subsista la clásica retórica de las narrativas de superhéroes trasuntada en un acusado interés por defender el status quo, es decir, ¿Aquaman, en el entendido de una conflagración mundial, nos ofrece alguna salida más razonable y sensata que la de sus enemigos?
Así pues, no es nada extraordinario que algunas veces nos seduzcan más los villanos con complejo mesiánico; bien lo decía Umberto Eco al afirmar que el comic es un aparato ideológico y cultural ordenado desde arriba, esto es, al servicio de clases e ideologías dominantes, por inocuas que nos parezcan algunas viñetas.
Para culminar, debemos señalar que los correlatos sobreabundan; es consabido que si haces cine de superhéroes debes dejar una moraleja palomitera: salva los delfines, no arrojes basuras, y deja que los que asesinan inocentes sean enjuiciados por el océano… etcétera, etcétera… ah, momento, momento, no tomes partido a no ser que una exuberante pelirroja te lo pida ¿quién puede negarse a este bello facsímil de Hiedra Venenosa?
Lo bueno:
- Una pasada visual decembrina.
- Dolph Lundgren reciclado ¡Qué nostalgia!
- Pistoletazo de salida para hacerle cara a las edulcoradas producciones de Marvel; puede que el contrapunteo, como en las leyes de mercado, nos ofrezca, algún día, un producto más refinado.
- Correcta banda sonora a cargo de Rupert Gregson-Williams (Hotel Ruanda, Bedtime Stories, Veep, The Crown) hermano del aclamado compositor Harry… (The Equalizer, Crónicas de Narnia, Metal Gear Solid).
- Guiño al universo de H.P. Lovercraft: apenas calentando motores un encuadre nos permite visualizar la obra El horror de Dunwich; este tipo de atrezos narrativos por lo menos nos llevan, al que le plazca, a conocer textos mucho más formidables. (Para no pasar por mentiroso, el que tenga a bien que se dirija a este enlace: https://www.esquire.com/es/actualidad/cine/a25633639/aquaman-james-wan-lovecraft/
- La diegesis del film imbrica correctamente los socorridos flashback complementados con una estructura in media res (historias a mitad de camino), en cuyo caso la narración goza de mayor fluidez e inteligibilidad siempre que no está sometida a constantes incisos.
Lo malo
- No se evidencia esa valentía ya observada en Watchmen que procura desmarcarse de las narrativas de legitimización.
- Algunos villanos, no trabajados con CGI, parecen VR TROOPERS o Power Rangers. Pero aguarden, que llega Shazam, y este hombre mágico tiene la estampa de las cabezotas de Lazy Town o un extraño cruce de Seth MacFarlane y Elvis Presley víctima de las bondades del botox.
- El cine de superhéroes en ocasiones nos recuerda la muy mala ciencia ficción; no hay una coherencia en la magnitud de fuerzas en tensión: no entiendes cómo un Aquaman sacando del agua, a brazo desnudo, un submarino nuclear, luego se ve en calzas prietas al enfrentarse a dos simples mortales.
- El maligno Willem Dafoe rebajado a bufón de sainete.