“Tras muchos años en los que el mundo me ha brindado innumerables espectáculos, lo que finalmente sé con mayor certeza respecto a la moral y a las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”
Albert Camus
Quizá después de haberse levantado de las guerras Alemania ya no sepa llorar en las derrotas; sin embargo, cuando México le ganó a Alemania, me ericé, y no pensé en Amparo Grisales sino en el escritor Eduardo Galeano, ¿Quién lo diría?. También recordé a Albert Camus, futbolista y escritor, cuya niñez transcurrió en los barrios pobres de Argel. Camus al escribir, rescataba la idea de la libertad individual en su obra, y el desafío que representan los problemas que se plantean en la conciencia humana.
El fútbol nos ayuda a disolver problemas, y él mismo dijo eso que todos sabemos, no sé si los hinchas del Pereira, pero si por Colombia.
Siento un estúpido deseo de llorar en cada derrota. Albert Camus.
Descubrí a Albert Camus, premio Nobel de literatura 1957, cuando mi profesor Virgilio Palacio me regaló la novela “La Peste” en los mismos años cuando Colombia empató con Rusia 4 a 4, ese día del gol olímpico de Marcos Coll que añora Gustavo Colorado en el mundial de Chile; en esos días, el portero del equipo en el Seminario, Cristóbal Correa, a quien le decíamos el “Loco”, lo trastornaba el fútbol y en su frenetismo tocaba las manos de Dios; él me dijo que amaba a Albert Camus porque fue portero en el equipo de su colegio y en Francia jugó como guardameta en el equipo de Montpensier, no es el Montpellier donde nos embrujó el fútbol del Pibe Valderrama, quien hacía poéticos los momentos del gol, como lo dijo Pier Paolo Pasolini.
Años después, sentí la majestad del fútbol en Quinchía, doña Otilia Taborda me habló de cuando el hermano José María Torti Soriano, quien nació en San Fernando de Cádiz, España, llegó a la solución de la violencia en que se hallaba este hermoso municipio. El misionero traía un balón y organizó a los hombres, enseñó a reemplazar las armas por el fútbol y generó cuadrillas que dejaran la pelea por un poder teñido de rojo o azul; prefirieron la palabra de Torti, equipos de futbol y vestidos multicolores de uniformes que encarnaron barrios y veredas. La violencia se transformó en el ritual de los equipos que luchan por la defensa de sus territorios en un simbólico campo de fútbol. Los líderes comunitarios que me explicaron aquella realidad me generaron la pregunta. ¿En qué radica la magia sublime del fútbol?, Torti lo sabía porque en 1970 se trasladó a Pelaya, Cesar, donde también es recordado como un transformador social.
El arte de la guerra se aplica en el fútbol. “cuando se gana una batalla mediante una estrategia, esta nunca se repite, va adaptando su forma a cada circunstancia particular”
Sun Tzu
El ser humano es histórico, territorial y ritual, la guerra es ritual y por eso los guerreros primitivos se disfrazan y visten exóticos para el combate y en la modernidad los ejércitos y grupos alzados se uniforman. El futbol tiene un valor simbólico y ritual, los equipos se enfrentan con atención a reglas y arbitraje, cada quien forma equipo y defiende su territorio. Los aficionados son el pueblo y surgen tanto coros como barras bravas.
El campeonato mundial que presenciamos durante estos días hace olvidar conflictos y toda la tensión del mundo se transforma en una fiesta. Estanislao Zuleta escribió un ensayo sobre la guerra donde asegura que “la guerra es una fiesta” y el fútbol futbol tiene un juego de piernas e inteligencia que humaniza esa fiesta.