El 11 de noviembre de 1811 con el título de “ Acta de la Independencia de la Provincia de Cartagena de la Nueva Granada”, se firmó en Cartagena, el documento que proclamaba las aspiraciones y reivindicaciones de la sociedad portuaria de la época, que pretendía emanciparse de la Metrópoli Española.
Por: El Mundo.com
Uno de los aspectos centrales de dicha proclama se expresaba de la siguiente forma: «Nosotros, los representantes del buen pueblo de Cartagena de Indias, con su expreso y público consentimiento, poniendo por testigo al Ser Supremo de la rectitud de nuestra causa, declaramos solemnemente, a la faz de todo el mundo, que la Provincia de Cartagena de Indias es desde hoy, de hecho y por derecho Estado libre, soberano e independiente; que se halla absuelto de toda sumisión, vasallaje, obediencia, o todo otro vínculo, de cualquier clase y naturaleza que fuese, que anteriormente lo ligare con la Corona y Gobierno de España y que, como tal Estado libre y absolutamente independiente, puede hacer todo lo que hacen las naciones libres e independientes».
Los hermanos Germán y Gabriel Gutiérrez de Piñeres, junto con la participación de sectores de la población históricamente maltratados por el Virreinato y la Corona decidieron confrontar al Régimen Español, proponiendo la independencia absoluta.
Uno de los apartes de la declaración expresa el rechazo a la dominación en los siguientes términos: “Apartamos con horror de nuestra consideración aquellos trescientos años de vejaciones, de miserias, de sufrimientos de todo género, que acumuló sobre nuestro país la ferocidad de sus conquistadores y mandatarios españoles, cuya historia no podrá leer la posteridad sin admirarse de tan largo sufrimiento; y pasando en silencio, aunque no en olvido, las consecuencias de aquel tiempo tan desgraciado para las Américas”
Los planteamientos ideológicos de la independencia de Cartagena no sólo comprometía el accionar político de sus líderes, sino que involucraba componentes radicales de carácter militar: “Y para mayor firmeza y validez de esta nuestra declaración empeñamos solemnemente nuestras vidas y haciendas, jurando derramar hasta la última gota de nuestra sangre antes que faltar á tan sagrado compromiso”.
Tal como lo señala el profesor Jorge Conde Calderón es importante destacar la participación popular en el proceso de independencia en Cartagena: “fue el pueblo el actor principal y el que, en últimas, le imprimió el sello radical al acontecimiento de independencia absoluta.
Aún más, entre los signatarios de la Constitución del Estado de Cartagena elaborada en 1812, aparecen dirigentes populares como Pedro Romero y Cecilio Rojas. Otro artesano, Pedro Medrano, terminó siendo miembro del Colegio Electoral que reformó la Constitución en 1814, en medio de unas sesiones igual de acaloradas a las de 1811”.
Recordar esta fecha después de más de 190 años y cuando nos aproximamos a su segundo centenario en el 2011 debe generar la necesidad de reconstruir la memoria histórica no sólo de la independencia de Cartagena sino de otros procesos locales como fueron los casos de Santa Fe, Cali, Socorro, Mompox y Tunja, a propósito de indagar sobre los pilares que perfilaron la construcción del Estado – Nación.
Sin embargo, la fecha del 11 de noviembre, poco a poco se ha desdibujado paulatinamente en el imaginario político de la sociedad colombiana, pues al trasladarla al lunes siguiente, el referente que se tiene en el común de la gente del 11 de noviembre es el reinado nacional de la belleza, lo que sin duda opaca la importancia y trascendencia de aquel acontecimiento histórico que abrió las puertas para la emancipación colonial.
Es imperiosa la necesidad de no perder los referentes que moldean la identidad y la memoria de la Nación, para lo cual se requiere resignificar y revalorar acontecimientos como el del 11 de noviembre, para no dar paso al olvido, la indeferencia, el abandono y el descuido, por parte de instituciones públicas y privadas, pues las generaciones del presente y las que están por venir deben conocer el pasado de nuestra sociedad y el valor tan importante que ocupa la memoria en la construcción de identidad.
¿Porqué la importancia de la memoria?. El profesor Gonzalo Sánchez en su texto Guerra, Memoria e Historia define la memoria tanto individual como colectiva como aquella capacidad de conservar y actualizar informaciones pasadas, que mediante el lenguaje escrito o hablado pueden volverse objeto de una acción comunicativa.
Así, la memoria colectiva o memoria social “define el marco de nuestras acciones, es aprendida, heredada y transmitida a través de innumerables mecanismos que le imprimen un sello a nuestro devenir, a tal punto que nuestra memoria termina siendo la representación de nosotros mismos ante los demás. Esto nos permite, en consecuencia, afirmar un primer gran postulado: La memoria es una forma esencial de construcción de las identidades colectivas”.
Estas identidades sugieren a su vez la diversidad de la memoria social, pues “los diferentes grupos (sociales, nacionales, de género,) construyen de manera diferente sus memorias, sus temporalidades, sus legitimaciones, y a partir de estas le dan también su sentido propio al pasado en función del presente y definen sus aspiraciones identificatorias y futuras. Por ello también, más que generadora de consensos narrativos, míticos o visuales, la memoria es un terreno de disputa, de desestructuración y precomposición de las relaciones de poder. Evocar y silenciar son actos de poder”
Así las cosas, surge la necesidad de indagar por la memoria social que se ha entretejido alrededor de la independencia de Cartagena, teniendo en cuenta la complejidad histórica contenida en ella, es decir, que tipo de representaciones e imaginarios sociales han predominado en la historia política de la independencia nacional.
Esta memoria social tiene necesariamente un soporte en la historia, pues no se trata de hacer visible el peso de las herencias o en aclarar simplemente el presente a partir del pasado, sino conocer y “reconstruir la manera como los individuos y los grupos han elaborado su comprensión de las situaciones, de enfrentar los rechazos y las adhesiones a partir de los cuales han formulado sus objetivos, de volver a trazar de algún modo la manera como su visión del mundo ha acotado y organizado el campo de sus acciones”.
La reflexión queda planteada, y sólo el tiempo nos dirá si el 11 de noviembre se valora más, en función de la memoria histórica de la Nación o en función de piernas, siliconas, canutillos y lentejuelas.