Ubicada en una de las arquitecturas más bellas del sector. Una casa conservada y decorada con aulas para estudio, librería privada, sala de descanso, un oratorio en el segundo piso, cuartos de descanso y pinturas emplazadas en las paredes que le dan un toque solemne e interesante al lugar.
Una de las casas más representativa del barrio Los Álamos, es aquella que, para llegar más fácil, se suele decir: “ahí diagonal de la iglesia” pero que en realidad es la calle 12 # 23-232.
Al dar con la dirección, queda uno deslumbrado, porque esta casa contiene una de las arquitecturas más bellas del sector, aunque haya sido remodelada por lo menos tres veces, desde que fue adquirida por el último propietario.
Allí queda el lugar donde funciona la asociación Isaral, cuyo nombre es un juego de palabras entre “Israel” y “Risaralda” y que en esencia es reconocida por promover un programa filantrópico llamado “Iwoka” palabra aborigen que significa “Tierra sin mal”.
Esta iniciativa social parte de un grupo de gente generosa que desea ver una mejor Pereira desde la formación de niños, niñas y mujeres en valores humanos, proyectos de vida, emprendimiento, criterio social, y prevención de deserción escolar, que en la ciudad ha tenido un incremento negativo del 5,22%, frente al 3,7% del promedio nacional.
Los miércoles y los jueves son los días escogidos para reunirse en “Isaral”, como llaman la casa, y que, por cierto, está bellamente conservada y decorada con aulas para estudio, librería privada, sala de descanso, un oratorio ubicado en el segundo piso, cuartos de descanso y pinturas emplazadas en las paredes que le dan un toque solemne e interesante al lugar.
La asociación Isaral, por medio de su programa “Iwoka”, visita instituciones escolares como San Nicolás; Héctor Ángel de La Florida; I. Hans Drews Arango; Sur Oriental, y otras más, con el fin de cultivar una “tierra sin mal” o ciudadanos responsables y comprometidos con la vida en todos los sentidos.
El financiamiento para tales actividades se genera por medio de eventos como conciertos, conferencias, bingos, comidas. Los fondos van para los programas al cual le han puesto todo su esfuerzo, pensando en la generación que crece y el beneficio que pueden representar al convertirse en “tierra de bien”.
Así en esta casa todo es orden; lamparas, alfombras, platos, libros, muebles, y hasta instrumentos musicales que hay en el lugar, han sido donados por diferentes personas e instituciones para buscar el mismo fin de ayudar al crecimiento de los niños, niñas y mujeres en felicidad personal y futuro ciudadano.
Y aunque actualmente necesitan un ascensor para la gente más adulta, siguen usando las escaleras fuera y dentro de la casa como un acto simbólico que representa esfuerzo.
En esta idea se sostienen, hasta que llegue lo que necesitan, porque lo importante es aprender a ser humano, dejar huella y orientar a las personas para que estas sean mejores, y se dispongan a cambiar ellas y a transformar su entorno.
Los vecinos conocen la casa y el programa “Iwoka” y dan el visto bueno, porque, aunque el barrio Los Álamos pasó de ser residencial a comercial, han tenido buena acogida por la labor social, educativa y formativa que llevan a cabo.
La comunidad es la primera en sentir el impacto de tener entre ellos una casa, una asociación, un programa, y ver personas que se encaminan a ser la generación que sanará esta tierra socialmente.