El multifacético creador español fue invitado de honor en este 2017 a la muestra Cómic Sin Fronteras en su décimo séptima edición. Nos habló de sus pasiones, sus personajes, sus inicios y la actualidad de su oficio.
Fotografías: Jhon Edgar Linares
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Lo primero que llama la atención de Javier Mariscal es la ternura, el carisma y el trato suave que refleja ante los demás.
Lo otro es su comprobado talento, aunque poco conocido en Pereira, en otros lugares del mundo, especialmente en Barcelona, es reconocido por creaciones como Cobi, la emblemática mascota de los Juegos Olímpicos Barcelona 92, además de ser el autor de personajes como Chico y Rita, llevada posteriormente al cine de animación, y de varias portadas de álbumes musicales.
Y aunque el prestigio y los premios están ahí, lo más grande para Javier es su arte, su forma de ser. Al igual que un niño, nos explicó después de revelarle el nombre del medio que lo buscaba, una Cebra Que Habla es maravillosa, porque los animales son los seres más bellos e inteligentes, incluso, según él, más que los hombres.
Lo encontramos en la ciudad, mientras miraba libros en la sala de Cómic de la Alianza Francesa de Pereira.
Su curiosidad, igual que la de un niño, es característica, porque encuentra en sus dibujos un mundo que puede representar con su vida.
Javier Mariscal y sus creaciones.
Evocando a Picasso, que decía que un niño es un genio potencial, Javier saca un encendedor del bolsillo, lo mira, lo chispea, luego lo pasea de un lado a otro jugando a los aviones de guerra, después acota que este encendedor puede ser un juguete increíble para ese niño, pero una vez que crece, se le enseña que solo sirve para encender cosas, y lo previenen que tenga cuidado de no quemarse.
Es que él mismo es un niño. Anda por la ciudad catando café, admirando la belleza de la mujer pereirana, y feliz, compartiendo del fruto de años de trabajo en el país ibérico, de dibujar incansablemente, de dar color como soplo de vida a sus creaciones.
Es el invitado de honor en este 2017 a la XVII edición de Comic Sin Fronteras, el evento más importante de esta disciplina en la región.
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Sus comienzos en el arte de dibujar son nobles como la mirada que conserva hoy a sus 67 años.
Recuerda que usaba piedras para moler carbón, las combinaba con aceite, y a pintar con una pluma de ave o con palillos diminutos que cortaba de árboles en su natal Valencia, en España.
Desde ahí comienza su recorrido como ilustrador, que lo catapultó a una fama que prefiere evitar, pues escoge la intimidad, los colores, las imágenes, y por sobre todas las cosas, su familia: la inspiración más fuerte.
Cuando habla de Cobi, la mascota de los olímpicos de Barcelona 92, se refiere a ella como si fuera un hijo. También Chico y Rita, sus hijos mayores, que en realidad son dos chicos cubanos en una historia de amor en los años 40.
Y por supuesto, los “Garriris” que son la versión psicodélica de Mickey Mouse. Sus personajes siempre están en la playa, viendo la luna, o pescando, aunque nunca atrapen nada.
Cuando habla de sí mismo, lo hace con jocosidad, dice, soy bajito, con cara de perro y tengo solo una bicicleta, no tengo nada más.
Es un hombre modesto, porque en realidad tiene todo un mundo de imágenes, de sueños, de vida, que viene a compartir con jóvenes y adultos, que esperan de él, no una receta para hacer ilustraciones, sino alimentarse de su personalidad tan tierna y explosiva, que lo ha hecho tal cual es.
Su último trabajo es un cómic, que pronto verá la luz. Es la historia, “tú historia” dice, sin mencionar título alguno, pero lo explica de forma sencilla: “empieza cuando eras molécula de agua, luego bacteria, luego esponja, luego cocodrilo, luego un dinosaurio, luego una ratita, hasta que acabaste siendo un chico colombiano”.
Suelta la risa ahogada de un niño, nos abrazamos y espera que la Cebra Hable, para que él pueda ver una creación parecida a la suyas en esta parte del mundo.