“Los libros son el mejor viatico que he encontrado para este humano viaje” Montaigne
Ficha técnica
Año, país, duración | 2017, España, 115 minutos |
Dirección y producción | Isabel Coixet |
Guion | Isabel Coixet (Novela: Penelope Fitzgerald) |
Fotografía | Jean-Claude Larrieu |
Música | Alfonso de Vilallonga |
Actores | Emily Mortimer, Patricia Clarkson, Bill Nighy, Honor Kneafsey, James Lance,Harvey Bennett, Michael Fitzgerald, Jorge Suquet, Hunter Tremayne,Frances Barber, Gary Piquer, Lucy Tillett, Nigel O’Neill, Toby Gibson, Charlotte Vega,Nick Devlin |
Productora | Coproducción España-Reino Unido-Alemania; Green Films / A Contracorriente Films / Diagonal Televisión / Zephyr Films / ONE TWO Films |
Género | Drama | Años 50. Drama de época |
Premios | 2017: Premios Goya: Mejor película, dirección y guion adaptado. 12 nominaciones
2017: Premios Feroz: 3 nominaciones, incluyendo Mejor director 2017: Premios Gaudí: Mejor dirección artística y Mejor música original. 12 nominaciones 2018: Festival de Berlín. Sección Oficial. Proyección Especial (Fuera de competición) 2018: Premios Platino: Nominada a mejor película, dirección, guion y música |
Quienes aman el acto soberano y rebelde de leer, saben que los sitios donde albergan los libros son espacios para la felicidad. Allí donde cada libro reposa,para encontrar a un lector quien lo levante del lomo y le sostenga y luego haga pasar página a página, deletrear y luego amplificar en sus sentidos cada palabra, es un ejercicio de intimidad pero también de amor por el saber, por lo que alguien lo engendró y lo llevó a tal dimensión como para compartirlo. Así, que la película, dirigida, por Isabel Coixet, nos lleva hacia una provincia, donde nunca ha habido una librería, y una mujer, emprende ese acontecimiento con todos los poderes en su contra.
La analogía es igual la que encuentra un lector. Ha de resistir a su acto, para no declinar, ante la avalancha de situaciones que le impiden llevar a cabo su causa, una de resistencia, de lograr mantenerse al cabo de un tiempo entre las aventuras, sensaciones, caricias y cachetadas al pensamiento, y ante una actividad que condena el mundo, por no promoverla, por ponerla como un hecho de lujo, o sin mayor heroicidad. Cuando son muy honorables y valientes quienes ejercen su derecho a la autonomía y en absorber el mundo y sus matices, por medio de los libros.
Lo que logra Coixet y, que ya lo ha hecho en otras de sus películas (La Vida secreta de las palabras. 2005), es ofrecerle una oda al poder creador y vivificante del lenguaje. Al amor entrañable y desinteresado (quizás sea el único así) hacia aprender y refugiarnos en un rectángulo con formas y carátula, con una serie de improntas en su interior tras la cruzada. La librería entonces es una reunión de enigmas, de alternativas, de una serie de misterios, dispuestos para ser abiertos. Y cuando esa librería la lidera una mujer contra viento y marea es como tener una bella isla en donde permanecer. Aún sabiendo que el agua llegara para sumergirnos.
La región donde se incuba el proyecto, es una donde una mujer hace las veces la de sostener todos los hilos del poder y de forma curiosa es la que más incentiva el lado conservador de los pobladores. Luego, lo que vemos es una tensión entre el sueño hecho realidad y los obstáculos. Es sobre todo una película sobre el coraje y la valentía, sobre la necesidad de crear y creer. La base es un libro, una novela, la Librería de la inglesa Penélope de Fitzgerald, en la que se dice es una especie de autobiografía y al tiempo recrea la relación con los libros.
La manera como nos deleita Coixet es haber desarrollado una trama con una estructura lineal, en la que una mujer nos conecta a su fervor. Los detalles, los personajes, las atmósferas, nos van generando unos sobresaltos. Si tenemos un amor por los libros Borges es un autor que siempre nos enaltece:
“De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación”. Borges.
No en vano la idea gestada por la propia autora y de la cual podemos dar cuenta, es, que cuando leemos habitamos la historia.
Los demás hechos también son posibles: cuando leemos: nos habitan, y al tiempo nos desalojan. Nos corren de la cierta tranquilidad o de lo pasmoso del existir. De manera que vivimos en otras dimensiones. Al ver la película me embargo en la idea de la residencia, de cómo una lectura abre y cierra, moviliza a los seres para que con esa nave se transporten. Existe otra idea: la de semilla. La librera articula su trabajo con la relación de una niña que no le gusta leer y su actitud es desfavorable porque los libros aburren y no son útiles. Ese polo a tierra es lo que brinda una opción, una ventana, por donde tal vez ingrese la luz, aunque se mantengan muy apagadas.
Hay días en que leemos y sospechamos, donde lo que vemos se levanta, donde nuestro propio ser se mueve y luego uno aterriza en una librería para seguir ofreciendo nuestro viaje. Así que ver un tributo a la lectura, a los libros, es un modo de felicidad no muy comprensible. Es habitar un paraíso.