Lugar: Discoteca Munka Munka
¿Qué es?: una discoteca camaleónica donde puede ir a “sollarse” una salsa, bailar cumbia o bachata, o simplemente, pegarse una “señora fiesta” electrónica o alternativa con música en vivo. De todo para todos.
¿Dónde?: Cr9 No.19-63, Pereira.
¿Cuándo?: miércoles a domingo desde las 8 PM hasta las 3 AM.
¿Quién atiende?: Jaime o Willie García (Padre e hijo).
¿Por qué ir?: en Munka Munka puede disfrutar de diferentes experiencias musicales en un mismo lugar, nada te será ajeno independientemente lo que bailes, hay un menú sonoro diferente para cada día de la semana.
Entre luces
El azul predomina en el lugar, resultan destellos de luz, reflejos de colores rosa, amarillo, azul, verdes, todos fuertes, constantes y voluminosos. Es lo que llama a muchos a entrar. Un juego de espejos sigue al que decide entrar, bajar la escalas y cruzar tras la puerta, y entonces, toparse con la sorpresa.
Munka Munka tiene la habilidad (y la posibilidad) de mutar, ser una discoteca camaleónica, tener otras pieles. En su caso, aguarda varios géneros que traen consigo diferentes públicos, ser cada noche un espacio diferente, una experiencia que a partir de la música hace que se convierta en otro lugar.
Es una discoteca de esas clásicas, de vieja guardia, de abuelos y padres, de chucu-chucu y parranda, cual antro al que se entra y no hay exteriores que invadan o divulguen desde afuera lo que sucede allí.
De la ciudad dicen que es de las más viejas, siempre en el mismo lugar, “Hace alrededor de 40 años -o más- estamos en este cuento” me dice Willie García, el hijo del dueño “Primero fue Tamayo, –titubeando, como quien no recuerda el nombre – y luego, a los 5 años, continuó administrándola Jaime García, actual dueño, mi papá” concluye.
En cuanto a “pachanga” o “disfrute dominguero”, Munka Munka tiene historia, se podría decir que es el abuelo de los goces nocturnos en la ciudad, “Hay gente que lleva viniendo desde hace 20 o 30 años” me cuenta Willie, esto quizá se deba a su ya mencionada capacidad de cambiarse a sí misma y a su particular decoración que le da una fuerza estética como ninguna otra en la ciudad.
El nombre del lugar, como la decoración, viene con una influencia de Brasil. Según los dueños, siguiendo la línea temática que querían llevar: “Un estilo muy a lo brasilero, como las fiestas de allá, con sus colores que son tan llamativos, fosforescentes; y además la forma de las fiestas, donde lo que prima es gozarse la música, y sobre todo, no quedarse sentado, sino bailar, aunque no sepa, pero bailar”, me enfatiza Willie.
Técnicamente, la palabra “Munka” significa “trabajar”, todo lo contrario a lo que buscan sus dueños. Munka Munka es un sitio para distraerse, y sudar, “Sudar de lo lindo” como dicen algunos amigos.
Entre lo oscuro del lugar resaltan los colores fosforescentes, estos son los que permiten ver rostros -¡ah! y claro, las luces laser, los strober y la proyección de videos-, figuras y cuerpos que parecen flotar entre lo subterráneo del lugar con la música que retumba incesante.
Como el ambiente es tan crossover, decidieron asignar días para cada género musical, o por lo menos para públicos más específicos.
El camaleón de la noche
Entonces los miércoles los han asignado exclusivamente a la salsa, desde clásicos de La Fania o La Cesta All Stars, hasta nuevos exponentes de este movimiento, ¡Azotar baldosa como se debe!
Por otro lado, de jueves a sábado el asunto cambia. Van desde cumbias, merengue, rancheras, Pastor López, hasta bachata y los ecos de otras músicas bailables.
Y claro, los domingos, haciendo honor a la fama que tienen de discoteca tradicional, Munka Munka no podía cerrar la semana sin tener, como en los viejos tiempos, una viejoteca.
“Pa bailar, pa recordar, y pa terminar bien la semana” dice en el fondo uno de los empleados de la discoteca, con una carcajada y una sonrisa en el rostro al aproximarse.
Y claro, como todo buen camaleón, aún no les era suficiente. Desde hace 3 años, de forma permanente “Masomenos 3 o 4 veces en el año” dice Willie, han empezado a albergar otra clase de rumba o formas de disfrutar la noche al incluir otros géneros musicales, si se quiere más juveniles, con presentaciones en vivo.
Rock, fusión, electrónica y techno son algunos de los nuevos sonidos que han llegado a invadir el ambiente discotequero popular que habita en Munka, eso sí, exclusivamente en vivo. “Se dio más que todo por la decoración que tenemos. Como los colores son tan llamativos y tenemos diferentes ambientes, claro, la gente se anima a querer hacer su parchecito acá”, dice Willie.
Desde ese entonces reconocidos DJs y músicos en la escena local y nacional y algunos de talla internacional han cruzado las puertas de Munka Munka, han invadido sus estructuras y han sabido darle otros destellos de luz a la noche pereirana.
40 años lo son todo, dicen muchos, pero en el rostro de Willie, el que empieza a decidir los rumbos del negocio, se ve mucho brillo aún, muchas ganas de prolongar la existencia de Munka -como ellos han hecho prolongar la noche de muchos-.
Mientras tanto don Jaime se sigue resguardando tras la barra, atendiendo gente, o solo “supervisando el asunto”, silencioso y de pocas miradas, sin dar entrevistas ni pretender aparecer en ningún lado.
Poco a poco, más hacia las sombras, mientras la discoteca se llena y en la barra se promulgan un cúmulo de peticiones de clientes que quieren encender aún más su fiesta.