Y que Caldas esté escrito en letra pequeña no es un error ni de LP ni de este columnista, sino de la forma como la prensa cubría las noticias sobre aquellas gestas separatistas.
Texto extraído de La Patria
Autor: Francisco Javier González Sánchez
“Cayó el Gobernador de esa Cosa que llaman caldas”. Así publicó el periódico “El Diario” de la ciudad de Pereira este titular en el año 1965, como evidencia de lo que se vivía por aquellos tiempos previos al surgimiento del departamento de Risaralda.
Y que Caldas esté escrito en letra pequeña no es un error ni de LP ni de este columnista, sino de la forma como la prensa cubría las noticias sobre aquellas gestas separatistas.
Pero más allá de las reflexiones personales que cada cual quiera construir al respecto, no puede desconocerse que se trata de un hecho histórico, que debería ameritar profundas reflexiones sobre la manera como nuestra memoria y conciencia histórica sobre lo local y regional está siendo formada, para poder interpretar e identificar la voluntad y la relatividad de las opiniones del presente.
Y es en esta confluencia de intereses, muchos años después de la expedición de la Ley 70 del 1º de diciembre de 1966, sancionada por el entonces presidente de la República Carlos Lleras Restrepo, y en virtud de la cual se creó y organizó el Departamento de Risaralda.
Los pormenores de este hecho histórico, y en particular el papel que cumplieron las sociedades cívicas de Manizales y Pereira, pueden consultarse en la magnífica obra del profesor de la UTP y del posgrado en Gestión Cultural de la Universidad Nacional de Manizales, Jhon Jaime Correa Ramírez, “Civismo y Educación en Pereira y Manizales (1925-1950): un análisis comparativo entre sus sociabilidades, visiones de ciudad y cultura cívica” (2015), que muestra entre otros aspectos, como en nombre de una presunta idea descentralizadora, que sigue sin “cuajar” en Colombia, se forjaron los más profundos intereses políticos partidistas.
Uno de estos protagonistas fue precisamente el salamineño Camilo Mejía Duque, conocido como el líder de “los negros” o simplemente como “el negro Camilo” por oposición al bloque cívico llamado de “los blancos” quien al decir de Correa (2015) fue el gran caudillo liberal de Pereira entre los años 1940 y 1980, y sin duda uno de los principales gestores del naciente departamento.
El 3 de noviembre de 2014, “El Diario” de Pereira publicó al respecto: “Camilo Mejía Duque: El salamineño que mandó en Pereira” de quien dijo ser el más connotado cacique político de mediados del siglo XX.
La comprensión de fenómenos actuales como el famoso “Paisaje Cultural Cafetero” o la incesante búsqueda de procesos de integración regional, requieren de una mirada crítica a los hechos de la historia de la región. Por eso resulta lamentable que el conocimiento o la “conciencia” de nuestra historia regional sea un asunto de eruditos o gomosos por la civilidad, y no de un fenómeno de responsabilidad política y ciudadana, que permita comprender las dinámicas de nuestra sociedad.
Un aporte al respecto se puede ver, en el proyecto de ley de la senadora liberal Viviane Morales, quien a pesar de su talante ultraconservador, radicó en 2016 y el cual fue aprobado, un proyecto de ley que pretendía establecer la enseñanza obligatoria de la historia en la educación básica y media, ausente ya 32 años de los planes de estudio en Colombia (hoy se “empaqueta” dentro del núcleo de las ciencias sociales.
Eso explica en parte, porque cuando se habla de estos temas, pareciera uno estar en un país extranjero.
Hoy, por fortuna, lo que se puede percibir es que los ciudadanos encontramos en la integración y en el diálogo un deseo y oportunidad de fortalecer las ideas y los sueños, pero tristemente son los políticos, quienes nos dividen. ¿Será que el negro Camilo sigue vigente?
Texto extraído de La Patria
Autor: Francisco Javier González Sánchez