Libardo Mora Toro era un atleta y militante comunista que corría con los colores del club popular Independiente Santa fé de Bogotá. Cambió el dorsal por el fusil, fue uno de los fundadores del Ejército Popular de Liberación (EPL), y murió por sus ideas en 1971, corriendo una y otra vez.
Por: Thibaud Deguilhem. Traducción, Camilo Alzate
A mediados del siglo pasado el discurso marxista-leninista iba a marcar el destino de un gran atleta. De bigote mostacho, de calvicie prematura en su frente ancha que ya mostraba generosas entradas, saltó de las pistas a la guerrilla corriendo hacia la muerte.
Nacido en Alcalá (Valle del Cauca) en 1924, Libardo Mora Toro, grande y espigado, competidor aguerrido, fue un personaje polémico de los años cincuenta.
Una protesta poco habitual iba a romper la tranquilidad de los sextos Juego Nacionales que comenzaron en 1950 en Santa Marta, en el Caribe colombiano. Se trataba de un instante crucial, toda vez que aquellos juegos serían la antesala para elegir la selección colombiana que debía demostrar su valor en los Juegos Centroamericanos de Guatemala apenas unos días más tarde.
Al término de su demostración en el campeonato de atletismo, Libardo Mora Todo, aún vistiendo la inmaculada camiseta del Independiente Santa Fe, acabó vencedor en los 800 y en los 1.500 metros planos, también fue arrollador y dominador en las carreras por relevo. Con tres medallas alrededor del cuello parecía que no debía pedir más y tendría que haberse conformado con la corrección política. Mora Toro, con su calva prematura, no estaba hecho de ese talante.
En un acto de rebeldía devolvió a la Asociación Colombiana de Atletismo las tres medallas de oro que había ganado. ¿Por qué lo hacía? Para protestar contra su exclusión de los Juegos Centroamericanos. Aquella determinación polémica y su capacidad de salirse del molde le valieron estar 18 meses excluido de las competiciones. Una sanción ejemplar que no se justificaba para nada desde el punto de vista deportivo, teniendo en cuenta que Mora Toro había sido uno de los mejores atletas de Colombia en aquel año, imponiendo tres nuevos records nacionales en apenas una semana sobre los 800, los 1.000 y los 3.000 metros.
Sobre la línea del fusil: correr una y otra vez
Durante la violencia de los años cincuenta, el espíritu deportivo se vio en la encrucijada del compromiso y la revolución. Las ideas políticas de izquierda se debatían en los pasillos y grupos de la Universidad Libre de Bogotá, donde era frecuente ver al joven Libardo. Un día el comunismo tocó a su puerta para sacudir y dar un sentido político a su inconformismo sobre la pista. Graduado de abogado y con el discurso marxista-leninista a la espalda, en uno de los momentos culminantes de la guerra fría, Libardo colgaría sus zapatillas tras la última competición internacional de la que fue partícipe: los III Juegos Bolivarianos de Caracas de 1961, donde llegó segundo en los 800 metros y los 1.500 metros.
Todo ocurría tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, con la escalada de violencia del Bogotazo y sus 3.000 muertos. Libardo creía que había una competencia más grande que las pistas, una competencia que le llamaba. Hizo su maleta y viajó como representante del Partido Comunista Colombiano (PCC) a Moscú, donde intervino en el Congreso de las Juventudes Comunistas. Aquello fue un punto de viraje en su vida, pues pasó de ser un agitador a convertirse en guerrillero sin retorno.
El 11 de marzo de 1962, apenas unos meses más tarde después de haber dado pruebas de su elocuencia en la capital soviética, el Comité Central ejecutivo de las Juventudes Comunistas (JUCO) expulsó a Libardo Mora Toro y a Víctor Medina Morón. Al parecer, las fuertes críticas que habían hecho a la dirección del partido desataron la cólera de los altos dirigentes, quienes tomaron la decisión de excluir a dos problemáticos subversivos. Pero otras versiones hablan de la implicación de ambos en un complot, sin que pueda separarse hoy la realidad de la leyenda.
Víctor Medina Morón, su compañero en las primeras células marxistas-leninistas oficiales y cofundador del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en 1964, fue acusado luego de la muerte de varios guerrilleros y acabó sus días frente a un pelotón de fusilamiento de la propia guerrilla el 22 de marzo de 1968.
Libardo siguió una dirección distinta conformando otra fracción insurgente: el Ejército Popular de Liberación (EPL). A partir de entonces sus horas y días se vuelven borrosos. No hay pistas que indiquen la fecha en que Mora Toro se enlistó como combatiente del EPL en Santander. ¿Es un dato que se ha perdido con el tiempo, o fue otra jugada más de este hombre que para luchar libremente quiso pertenecer sólo a sí mismo?
José Briceño, quien fuera amigo del corredor, recuerda en una columna publicada en 2012 en El Espectador que “por esa época revolucionaria de los años 60 viajaba por tierra y se vestía con ruana y sombrero, camuflándose como campesino, al decir de alguien que una vez lo encontró en una fonda por los lados de Antioquia. Se desconoce también cuántas veces estuvo en Cuba, pero tenía buenos contactos con los líderes de la revolución castrista y después de su muerte sus hijos recibieron becas para irse a ese país”.
En 1968 desapareció públicamente, pero el 9 de enero de ese mismo año una patrulla militar encontró sobre el cadáver del cabo Luis Mendoza, muerto en combate, un documento firmado a mano por Mora Toro, quien aparecía como miembro de la Junta Patriótica regional del Alto Sinú y San Jorge, otro grupo revolucionario. El 20 de mayo del 69 fue nombrado miembro del Comité Central del Partido Comunista M-L, un grupo revolucionario de orientación maoísta. El 9 de agosto de 1971 firmó un llamamiento invitando a los atletas nacionales a que se abstuvieran de participar de los Juegos Panamericanos de Cali, según informó el periódico El Tiempo.
Durante su vida clandestina Mora Toro participó en numerosos ataques armados. “Oficialmente” fue muerto en combate cinco veces. Fue sólo hasta un día de diciembre de 1971 cuando la muerte verdadera detuvo la carrera romántica de Libardo. Su cuerpo jamás fue entregado a su familia, quienes a pesar de los múltiples trámites pudieron finalmente obtener un certificado de defunción. Para mantener el nombre de Libardo Mora Toro, un bastión disidente del EPL fue bautizado con su nombre.
La historia de este atleta atípico, idealista auténtico, comunista a la vez liberado de su jerarquía, hizo decir a José Briceño en 2012 que “lo único que hizo Libardo fue correr y correr”.