En MAAT se incluye la formación emocional, así que su propuesta es un taller práctico y otro de terapia interior
La Cebra que Habla entrevistó en sus oficinas a la joven Juliana Arias. Mujer que lleva años en un proyecto con una noble causa: que las mujeres sean libres de violencia, alcancen su potencial y gocen de plenos derechos ciudadanos. Sus palabras, mientras realizábamos la entrevista, estaban cargadas de propiedad, igual que la misión y conciencia que adquirió a temprana edad. Así que reproducimos está entrevista especialmente para los lectores de nuestro portal.
Juliana Arias, Directora de MAAT, es joven, con una mirada segura, y desde muy temprana edad adquirió esta vocación por la defensa de las mujeres y el empoderamiento individual. Exactamente desde los 17 años, cuando estaba en el colegio. Ya desde ahí sentía inclinación por la labor social y desde ese momento es que emprende esta labor de abogar por las de su género.
Empecé en una fundación llamada “Soñar Despierto”, donde el objetivo era crear conciencia en niños de estratos socio económicos 1 y 2 por medio de trabajo social. Eran (y son) niños de escasos recursos. Aquí fui primero voluntaria y después coordinadora, y a partir de ahí pasé por muchos voluntariados como Making Happy, por ejemplo.
Así entonces, Juliana, egresada del colegio Las Franciscanas, decide estudiar Ingeniería Industrial en la Universidad Tecnológica de Pereira, sin embargo, después de algunos semestres se da cuenta que no conecta con la carrera. Así que toma unos meses de reflexión hasta que elige Medicina Veterinaria. Carrera en la que actualmente cursa los últimos semestres.
Después de un episodio personal, o mejor, de relaciones personales desbordantes, surgió MAAT, una fundación enfocada principalmente en el empoderamiento de la mujer tanto económico como emocional.
Tuve una relación sentimental que desbordó mi estado emocional y ahí fue donde me dí cuenta que como mujer y ante todo como persona tenía que reafirmar muchos aspectos de mi vida y mi conciencia; que todo empezaba por mi propio ser y no por o para el otro. Me di cuenta que yo era una mujer maltratada, y que debían haber muchas más mujeres como yo.
A partir de esta experiencia personal, MAAT toma fuerza y nace con una visión clara y se toman decisiones enfocadas a lo que quiere llegar. Este nombre, según sabemos por la entrevistada, representa justicia universal, equilibrio y armonía. Nombre que proviene de la cultura egipcia. MAAT es símbolo de Verdad, Justicia, y su representación en la iconografía egipcia es una mujer, una diosa.
El primer acercamiento que tuve, o la acción con la que emprendería MAAT, fue un fin de semana que mis compañeras me invitaron a pintar unos murales en Nacederos; un barrio cercano al aeropuerto que empezó como invasión hace muchos años y el cual cuenta con una población bastante vulnerable. Ahí decidí que quería trabajar con las mujeres de este sector.
MAAT primero apostó por impartir una formación que fomente el empoderamiento económico en las mujeres de este sector, ya que muchas de estas mujeres -según Juliana Arias- suelen depender económicamente de sus parejas, y a raíz de esto es que se permiten ciertos abusos que se normalizan con el pasar del tiempo.
El primer lugar en el que trabajamos fue en Nacederos. En ese barrio empezamos impartiendo talleres de maquillaje en la caseta comunal. La maquilladora lo hizo como un trabajo voluntario. La primera vez que las convocamos llegaron 16 mujeres, no fue tan fácil porque muchas tienen hijos, así que buscamos la manera de solventar ese imprevisto. Mientras ellas estaban en el taller también hacíamos talleres para los niños.
MAAT continuó el proceso impartiendo talleres de maquillaje, cerámica y mercadeo y servicio al cliente; en este último, el SENA ha colaborado voluntariamente con la formación y a la par con estas iniciativas, se incluye la formación emocional, así que su propuesta es un taller práctico y otro de terapia interior, lo cual no ha sido un proceso sencillo, pero es a lo que apuntan como organización, ya que muchas mujeres callan por temor, no denuncian o se acostumbra a vivir con el maltrato o la violencia de género.
Nosotras en MAAT damos ese plus de talleres para los niños. Hacemos doble formación: brindarle a ellas un espacio de capacitación y a los niños un nuevo espacio de creatividad con talleres de dibujo, pintura y juegos. En este proceso llevamos un año. Ya terminamos un proceso en abril y de esto queremos realizar una graduación. Solo estamos esperando fechas de confirmación en el auditorio Lucy Tejada y listo.
Los próximos planes de MAAT se están organizando para ir al barrio Camilo Torres en Dosquebradas; o la Cárcel de mujeres en la Badea donde realizaran talleres que identifiquen las múltiples violencias y la necesidad de empoderamiento económico, independencia, respeto y equidad entre las mujeres.
Me interesa Dosquebradas, ya que siento que está muy desamparada; Pereira está bastante intervenida, hay mucha gente gestionando proyectos, mientras en Dosquebradas falta un gran sentido de pertenencia. Tambien nos plantemos la ida a la cárcel de mujeres. Ahí hay un gran potencial por descubrir y un trabajo muy especial que se pueden hacer con cientos de mujeres.
Juliana estuvo postulada a Mujer Comfamiliar el año pasado. Allí, en este evento, tuvo la oportunidad de conocer mujeres grandiosas, que también han tenido vidas complejas, pero que a pesar de ello, todo esa experiencia la han volcado en labores sociales. Por eso es que Juliana Arias afirma que ese tiempo también para ella fue un gran aprendizaje como profesional en trabajo social y como persona.
Mujeres como Juliana, decididas, emprendedoras y comprometidas, son un ejemplo femenino a seguir.