Santiago Cárdenas o el sentido de los objetos
Obra: Bailarina
Escultor: Santiago Cárdenas
Formato: Platina de hierro pintado
Año: 1995
A Santiago Cárdenas lo descubrí desde muy joven, estaba escudriñando en el arte colombiano, tomando referencias, y entendiendo su devenir en la historia reciente del país. Cárdenas, propio de la capital, nacido en 1937, siempre tuvo claro que su camino era el arte. La mayor parte de sus estudios los realizó fuera del país, y luego, al regresar, se situó como docente titular de la Universidad Nacional, al tiempo, que se convertía en uno de los referentes de la pintura en el país desde la escuela del realismo, y todos los ismos posibles, que llevaran la propia realidad a su redundancia e hipérbole.
Sin duda alguna, la fuerza de Santiago Cárdenas es su forma de figurar y poner en escena el lado más intimista y estético de los objetos. Ganchos, trajes, sombrillas, sillas, sobres, un universo silencioso que sabe resonar después de ser visto. Un universo, que más allá del formato, equilibra objeto y espacio, desde la pintura, el dibujo y la escultura.
Pereira cuenta con una de sus obras en formato de arte público. Frente a la Gobernación y sobre la zona verde del puente de la 14 se encuentra ubicada Bailarina, la silueta de una mujer robusta, tocando su cabeza con uno de sus pies, y quizá, a punto de dar su mejor paso. La escultura es evocativa a otra de las obras de Cárdenas, la serie de dibujos titulada “Tableros”. Es planimétrica, de una sola perspectiva. Ha sido también abordada por quienes la cruzan, pues en medio de ella hay un camino para pasar a través de sus alargadas piernas.
Firmas y nombres en estilo urbano hacen parte ya de su figura, algo oxidada e intervenida por el paso del tiempo. Frente a ella, un hombre en silla de ruedas pide limosna, hace parte ya del paisaje que el artista siempre ha querido expresar en sus imágenes.
La bailarina de Cárdenas que estira sus piernas para lucirlas a los transeúntes es acompañada por un hombre que no tiene piernas, y que en el semáforo, pide limosna para poder sobrevivir, radiografía de una sociedad que a unos les baila y a otros los obstaculiza. A su ritmo de danza los vehículos van y vienen, la vida muestra su libreto y sus mañas.
Cárdenas, de nuevo, y por el azar, ha sabido equilibrar objeto y espacio.
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