Su propio viajero
Obra: El Viajero
Escultor: Antonio Seguí
Formato: Lámina de hierro pintada.
Año: 1995
América fue el detonante para que Antonio Seguí, el escultor de “El Viajero”, emprendiera su propio travesía desde y para el arte. Argentino, de una familia de abogados, Seguí declinó en el 3er semestre de derecho para dedicarse por completo al arte, una puerta que sabía le daría verdaderas satisfacciones. Falleció su abuela, y con tan solo 22 años, Seguí se fue a viajar por toda América durante 10 meses, experiencia clave para lo que pasaría de allí en adelante. Aunque no contaba con el dinero suficiente, pintar le sirvió para potenciar su arte, registrar desde sus manos el entorno y poder sobrevivir. A Colombia llegó en Jeep, y entre recorridos y búsquedas, concibió la obra por la que es más reconocido en nuestro país. Su primer Viajero lo hizo en Bogotá, sobre la Avenida El Dorado, cerca al aeropuerto, quizá el único sitio público posible en la cual este artista pensó su obra: un hombre de corbata verde, sombrero gris, y maleta naranja, a prisa, de paso.
Una confesión de amor tallada sobre su superficie con marcador y dos seudónimos escritos con lapicero en sus pies, son muestra del paso del tiempo grabado en la lámina que configura a El Viajero, la réplica que se encuentra en Pereira.
Un avión, cada tanto, aterriza o se va de la ciudad, pasando encima de la escultura, ubicada en la glorieta a la entrada del barrio Cuba, sobre la Avenida 30 de Agosto y a un lado de la estación del Megabus que lleva su nombre.
El Viajero, en medio del barrio y el centro comercial, del aeropuerto y en dirección a Pereira, apurado, con su corbata casi arrebatada por el viento. Él, atrapando amaneceres y atardeceres, representando a quienes llegan a la ciudad, los invita a entrar en ella, a conocerla y descubrirla en todo su esplendor.
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