Crisis y Crítica es un grupo de pensadores que desarrollan actividades en diversos campos de las ciencias humanas y desde diferentes lugares de América. La última reunión la hicieron en la Feria del Libro de Guadalajara 2019; allí siete de ellos expusieron sus perspectivas con relación a las encrucijadas sociales y los retos planetarios actuales. Estaremos publicando apartes de sus intervenciones.
Crisis y Crítica, El Intelectual En La Sociedad del Espectáculo, es el título que reúne una serie de escritos cortos realizados por pensadores que desarrollan actividades en diversos campos de las ciencias humanas y desde diferentes lugares de América.
Esta es una propuesta de análisis de la realidad contemporánea liderada por el escritor y filósofo Eduardo Subirats. Profesor de NYU en las áreas de literaturas españolas y portuguesas, Eduardo ha estado vinculado con diferentes movimientos sociales y culturales en países de América Latina, y ha sido profesor de programas de estudios literarios y estética en varios países del continente americano.
Pero Eduardo es, además de hombre de una sólida formación y consagrado viajero, un provocador.
Este es tal vez su rasgo más determinante, y es el que ha propiciado la reunión de antiguos compañeros de luchas o de algunos alumnos inquietos, que Eduardo ha ido congregando a lo largo de la proposición enmarcada por el título Crisis y Crítica.
Alrededor del impulso otorgado por él para emprender el pensamiento de las circunstancias del presente por fuera de las recetas oficiales, este grupo itinerante y cambiante de intelectuales americanos ha asumido un papel incómodo al establecimiento pero ineludible para todo pensador, el de la crítica de las agudas problemáticas de la actualidad.
Estimulados más que dirigidos por Eduardo Subirats, los autores de las disertaciones presentadas en los diferentes encuentros anclan sus visiones del mundo contemporáneo en el proceso de decadencia de la modernidad, hija, heredera y la verdugo de la ilustración, movimiento éste último cultural, científico y social que propició la salida del oscurantismo medieval, y cuyos fundamentos surgieron en Europa, pero se extendieron por todo el orbe a partir del entramado colonial.
A hoy se suman varias reuniones con escenarios diversos a lo largo y ancho del continente. La última cita se dio durante la Feria del Libro de Guadalajara, en donde se congrega una buena parte de la masa crítica de expertos relacionados con la literatura y las humanidades a discutir los temas más diversos, pero en la cual, según los mismos organizadores de la feria, se hacen negocios, muchos negocios.
Este telón de fondo sirvió para que siete intelectuales latinoamericanos -dos brasileros, tres mexicanos, un norteamericano, y el propio Eduardo-, expusieran sus perspectivas con relación a las encrucijadas sociales y los retos planetarios actuales, que se vuelven tangibles en las fronteras de los estados nacionales, aunque estos se encuentren cada vez más desdibujados por el poder del capital financiero internacional.
A partir de esta introducción, estaremos publicando algunos apartes de las intervenciones llevadas a cabo por el grupo de Crisis y Crítica con motivo de su reunión del año 2019, durante la Feria del Libro de Guadalajara. Serán cuatro entregas en total.
CRISIS Y CRÍTICA: EL INTELECTUAL EN LA SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO
Un encuentro itinerante celebrado en la Universidad de Puebla y Guadalajara, y en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, los días 28 y 30 de noviembre, y 2 de diciembre de 2019
I
KOYAANISQATSI: TIEMPO FINAL
Presentación
Eduardo Subirats (Princeton)
Nuestra conciencia intelectual se confronta hoy con cuatro ineludibles dilemas: (1) la expansión de las guerras locales y regionales bajo la amenaza del holocausto nuclear de la humanidad, (2) el calentamiento global y la destrucción industrial de la biosfera, (3) la desintegración de las democracias en la era del espectáculo, sus populismos y fake news, y (4) la diseminación totalitaria de propaganda y la expansión de los controles electrónicos sobre la existencia humana. Estas cuatro cuestiones son interdependientes y no pueden plantearse por separado.
Quiero citar a dos testimonios del ocaso de la humanidad el día de hoy. El primero es la activista Greta Thurnberg. En su discurso en UN de New York, Greta subrayaba la incomprensión y la pasividad de las políticas mundiales frente al desastre ecológico y humano que significa el calentamiento global:
“¿Cómo os atrevéis a desviar la atención del problema y venir aquí diciendo que ya hacéis lo suficiente, cuando las políticas y las soluciones necesarias no se ven en lugar alguno?”
La segunda cita es del chamán Davi Kopenawa Yanomami:
“La selva está viva. Sólo va a morir si los hombres blancos insisten en destruirla. Si lo consiguen, entonces los ríos desaparecerán bajo la tierra, el suelo se va a deshacer, los árboles morirán y las rocas se resquebrajarán por el calor. Los espíritus xapiri huirán muy lejos… entonces moriremos uno tras otro, tanto los blancos como nosotros… Cuando no quede nadie más vivo para sustentar el cielo, éste se desplomará”.
El Tiempo final es una edad dominada por el miedo. Miedo de la destrucción y de la violencia. Ese miedo expande el silencio. Tiempo final es un tiempo de silencio. Se distingue por la temporalidad negativa del último cuadro y el último libro, del final del arte y la filosofía; se define como posthistoria y postpolítica; es una edad posthumana. También una edad post-intelectual. Una edad muda en medio del griterío de festivales, bestsellers y media stars.
***
II
DEL AUTOR COMO PRODUCTOR AL AUTOR COMO PRODUCTO
Aureliano Ortega (Guanajuato)
La actualidad, enferma y decadente, probablemente está sobre diagnosticada; aunque es claro que ninguna de sus reales o presuntas dolencias es objeto de remedio alguno.
Hubo un tiempo en el que la primitiva industria cultural se empeñó en producir “figuras públicas” cuya suma de honestidades o talentos los destacaba del conjunto.
Bajo el nombre de “intelectuales” se les encomendó la salvaguarda pública y solemne de los valores propios de la época. Aunque sería preciso añadir que desde siempre, por provenir de una rama específica de la producción mercantil, se trató de un objeto práctico, de un producto que compartía estructuras y esencias con cualquier otra mercancía: un valor de uso y un valor de cambio.
Queda claro que el valor de uso sacia, en principio, una necesidad natural o cultural; mientras el valor de cambio satisface exclusivamente la necesidad de reproducción del capital.
Con los años, como ha sucedido en el caso de la Star o de la prostituta, ya no es posible discernir qué es lo que en verdad “se vende”; es decir: si la Star de moda o el nuevo Duce intelectual lo son porque el valor de uso de sus “talentos” es verdaderamente notable o, por el contrario, si su valor de cambio solamente reviste la desnudez de aquellos con la condición de un fetiche objeto de deseo (como la Star).
¿Qué hace “fenómenos de librería” a mamarrachos que la industria cultural nos presenta como autores/star: el valor de uso de la mercancía libro que acaban de poner en el mercado o el valor de cambio de la mercancía autor que el conjunto de las industrias culturales (incluida la FIL) hace objeto de su agenda de ventas?
Aunque tal vez eso finalmente ya no importe, a condición de que el ciclo se cierre en cuanto se alcance una cuota razonable de “capital incrementado”, ya sea por la vía de vender libros o por el no tan novedoso, pero sí muy rentable, negocio de vender “autores”.
¡Ah! Pero los señores intelectuales —cuya pública deshonestidad ya no conserva “ni el último velo del pudor”—, no se contentan con vender muchos libros, no se limitan a venderse ellos mismos a través de una densa maya de mensajes propagandísticos; crean “corrientes de opinión”, anatematizan o pontifican; como un segundo dios separan la luz de las tinieblas, lo bueno de lo malo; condenan, por motivos diversos a Maduro, mientras queman incienso a Bolsonaro…
Quizá los intelectuales contemporáneos no sean culpables de una “obscena ausencia” sino de una presencia trágica. Porque con la incontenible profusión de detritus que genera su mediática y mercantil figura ilustran, como nadie, la enfermedad del mundo.
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SUBIRATS Y UNA DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
Lo primero que tengo que subrayar es que los encuentros que hemos organizado en Puebla y Guadalajara, con el título “Intelectuales en la sociedad del espectáculo” es la continuación y la consecuencia de Circuit Circus, Circos, intelectuales y payasos, que deambuló de Bogotá a Lima, y de Bucaramanga a Santiago de Chile hace dos años.
Aquel vagabundeo reunía una florida serie de presentaciones que tenían por telón de fondo una protesta contra la degradación de la enseñanza humanista y su representación culminó con una declaración filosófica: “Esclarecimiento en una edad de destrucción”, y un homenaje a César Lévano, un distinguido escritor y militante comunista peruano, que entre tanto ha fallecido.
Ahora, en México, queríamos poner de manifiesto el vacío intelectual, la ramplonería comercial, y el comadreo, la adulación y la estulticia por parte de los administradores de este festival de Guadalajara.
Y queríamos hacer énfasis en algunos puntos calientes del panorama planetario: la violencia de las guerras globales que expanden los Estados Unidos de América y la violencia local en México, la guerra genocida que el presidente de Brasil ha declarado contra la selva amazónica y contra la cultura intelectual esclarecida del país, y la estupidez en la que está sumida la agonía académica en América Latina.
Esos fueron los temas.
Nos reunimos en dos ciudades. Nuestra cita primera, y la más intensa intelectualmente, tuvo lugar en un seminario de filosofía de la Universidad de Puebla, el día 28 de noviembre de 2019. De ahí nos trasladamos a Guadalajara. El pretexto de la discusión sobre la precariedad intelectual del mundo de hoy era la presentación de mi libro Crisis y crítica en la Feria Internacional del Libro.
Indirectamente era también una llamada a la revista electrónica del mismo título que publicamos en el Centro Virtual Isaacs, dependiente de la Universidad del Valle, gracias a una iniciativa de Dario Henao.
A la presentación asistieron un centenar de personas y hubo una interesante discusión.
En los días siguientes, hubo un segundo debate en dos presentaciones de la cuarta edición de El continente vacío.
La primera tuvo lugar en los salones de la FIL y presentó el libro el escritor mexicano Fernando Solana. La segunda tuvo lugar en el salón de actos del Hotel Hilton, adjunto a los espacios de la FIL. Asistió un nutrido público de estudiantes, por lo menos había unos trescientos, y el ambiente era bastante agitado. Sin embargo, tras las primeras presentaciones, la conversación derivó en un cruce de banalidades entre un positivista francés que defendía las micropolíticas y los microanálisis, y una profesora mexicana que no paraba de repetir los lugares más comunes sobre la Malinche.
Cerré la presentación con un gesto malhumorado en defensa de una reflexión rigurosa sobre el colonialismo ayer y hoy.
Y esto es todo por ahora. Nuestra próxima parada tendrá lugar en São Paulo, con escala en Cali si esto fuera posible. El problema que plantearemos será el mismo:
qué hacen los intelectuales frente a la sucesión de catástrofes ecológicas, la expansión de los conflictos militares, y la regresión del sistema democrático en manos de la incompetencia, el cinismo y la barbarie.