Sobre la dosis mínima, a una semana del decreto

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La publicidad lo tiene claro, así como cuando la controversia es el mejor insumo para garantizar el consumo del polémico objeto.


 

A una semana del decreto que legaliza el decomiso de la dosis mínima, los resultados de la flamante policía nacional son de 14 kilos y 200 gramos del peligrosísimo elemento decomisado.

14 kilos, seamos generosos, 15… a una semana, y eso que es cuando la efervescencia del momento exige resultados… a ese paso en un mes serán 50 kilos, y en un año el decomiso llegará a la ominosa cifra de 600 kilos… seamos amplios, digamos que por extraordinarias peripecias de esas que inflan cifras, la suma llegue a una tonelada.

Una tonelada, en un país que produce entre 1.200 y 1.400 toneladas al año, más de 100 toneladas al mes, casi 30 cada semana. Entonces este gobierno ha mirado el problema 1.400 veces más pequeño de lo que es, o dicho al revés, el dilema es 1.400 veces más grave de lo que se piensa.

Pero entonces analicemos el aspecto local. El microtráfico produce un promedio de 6 billones de pesos al año. (el narcotráfico, por su parte, está produciendo entre 24 y 30 billones).

 

Foto extraída de: Pixabay

 

El decomiso de los fragantes 14 kilos, más 200 gramos, en un país de 50 millones de habitantes, no alcanza a representar ni el 1% de los 125.000 millones que produce el microtráfico en Colombia por semana.

Lo que sí ha hecho, es ir en detrimento de la economía del marihuanero que ahora debe encontrar medios ingeniosos para rebuscar el bareto que, en todo caso, volverá a comprar pese a las acciones de la muy diligente policía nacional.

Tampoco se puede decir que estos decomisos hayan afectado la economía del microtráfico, incluso en sus más mínimas proporciones. La compra de la droga está garantizada, el decreto no afecta sino al intermediario y al consumidor final, y su persecución se ha convertido en una herramienta publicitaria que ha incrementado el precio de las dosis en un 40 y 70%, repartidos entre el intermediario y el microtraficante.

 

Foto extraída de: Pixabay

 

Nuevamente, es el pobre marihuanero el que debe encontrar otros medios imaginativos de ganarse el recurso para un producto cuya publicidad gubernamental no ha hecho más que darle un valor agregado sin precedentes nacionales.

De tal suerte, los insensibles 125.000 millones de pesos que circulaban mientras la policía decomisaba 14 kilos y 200 gramos, con su persecución puede estar incrementando las ganancias entre 3.000 y 5.000 millones de pesos más.

La publicidad lo tiene claro, así como cuando la controversia es el mejor insumo para garantizar el consumo del polémico objeto. La señalización, criminalización y persecución gubernamental es el buen marketing de un producto cuyo valor agregado se desprende del inmisericorde hostigamiento, insignificante en resultados reales, pero poderosa en cuanto a resultados económicos.

Filósofo, Magister en Historia. Analista geopolítico.

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