En este momento en mi escritorio reposa un ejemplar del poemario Ahora juntos (2018), libro que disfruté leer en su totalidad y en diferentes momentos del día, en cualquier lugar de la casa y fuera de esta, rayé, anoté y sentí en profundidad cada una de sus palabras.
Título: Ahora Juntos
Autor: Carlos Vásquez Tamayo
Editorial: Sílaba Editores. Medellín.
Colección: Sílabas del viento
Género: Poesía
Año: 2018
Pág. 100
Hay muchas formas de leer un libro: sentarse en una butaca, explayarse en un puff, dejar caer la cabeza fuera de la cama mientras los pies se mueven de manera inconsciente; leer aquello en digital o hacerlo en físico y rayarlo, romper algunas hojas, buscar cualquier cosa que sirva de marca página para no perder el hilo de la historia. Pero ante todo entrar a un libro es llegar con las manos vacías, la mente despejada; algunas veces llegar llorando sabiendo que habrá una palabra que conforte, que cale, que saque esa sonrisa o que lleve a lugares pasados o mejor a un futuro prometedor.
Leer implica dejar carne y hueso y anotar en la memoria aquello que marcó mientras tus ojos paseaban por las letras. Abrir el libro Ahora juntos (Sílaba Editores. 2018 )del poeta Carlos Vásquez Tamayo en una página al azar y que el verso diga: «Tropiezo con la edad, de pronto abro los ojos y ardo» no es coincidencia, pero tampoco es indicio de que haya una deidad detrás de todo esto. Tropezarse con la edad pero tener la fuerza de entenderlo y arder, arder de juventud, de vida, de muerte, de humanidad. Abrir los ojos es un acto heroico, es darse cuenta que el mundo es más allá de donde llegan los pies.
La poesía es confidente y por ende el acto poético es reflexión. Ella es dejar también parte de nuestro cuerpo en cada palabra escrita, en cada verso pulido y dejar en cada letra una pequeña parte de nosotros, como la baba que deja el caracol tras su paso. De modo que leer poesía es ahondar en el otro, es acto de mirón, pero ese acto implica mirarnos a nosotros también desde el fondo, desde el otro lado de la dermis.
Retomo la idea inicial, porque en este momento en mi escritorio reposa un ejemplar del poemario Ahora juntos (2018), libro que disfruté leer en su totalidad y en diferentes momentos del día, en cualquier lugar de la casa y fuera de esta, rayé, anoté y sentí en profundidad cada una de sus palabras. Páginas donde transversa la reflexión, la infatigable sensibilidad de atravesar los días con parsimonia y de sentir la alegría de vivir triste.
La edad y el amor discurren en la poesía de Carlos Vásquez Tamayo (1953). Esa edad y ese amor que preguntan, pero que al mismo tiempo responden, que añoran, que se desplazan en caminos que se abren a la incertidumbre y a las bifurcadas dudas donde insistir es resistir. Pero no se detiene en esos únicos tópicos, sino que nos habla desde las profundas cuestiones filosóficas, la femineidad de la natura y la lejanía del amor en el mismo lecho.
Ahora juntos aborda dos formas literarias que dan pie a dos tipos de experiencia, la prosa, donde el escritor reflexiona, se escucha su voz interior y el recuerdo presente en cada línea del verso, donde el poeta trata de responder a las incógnitas de la primera a través de la cual la voz nos propone una luz guía y nos enseña el camino pero nos suelta en medio de este para ir armando poco a poco el sendero propio. La amistad es otro punto de inflexión donde el poeta cavila y agradece «tu amistad me cobija, tu planta encendida va calmando mi huella…» ¿Es la amistad el inicio de todo? Regocijarse en humanidad es el sentido propio de la poesía, abarcar nutridos temas es el fin único de la escritura.
Los libros dentro de la casa, no deberían estar en un estante, los libros tienen que estar dispersos por toda la casa, untándose de calor de hogar, desesperados porque un alma grata abra una página y los lea; habrá uno que otro libro al que le neguemos esa libertad, pero este libro tiene que estar suelto, inundando y contagiando con profundas metáforas el aire todo.