Con su aguda visión, característica de los buenos reporteros, el periodista y profesor Franklyn Molano Gaona detalla para nosotros algunas reacciones suscitadas en la parroquia por el artículo de la sección De ver pasar publicado el pasado domingo 2 de agosto y firmado por Rigoberto Gil con el título: Asesinan crítico literario.
Por, Franklyn Molano Gaona
Un fuerte giro tomó el caso del asesinato de crítico literario, que por estos días tiene conmovida a la comunidad literaria y poética de la ciudad de Perera en Risaralda.
Luego de las declaraciones que ofreciera el Fiscal que lleva el caso, al noticiero de la localidad Ecos1360, donde el alto funcionario hizo referencia a serios indicios, que señalan que la muerte del literato, fue a través de una golpiza en su rostro provocado por un grueso libro, varios peritos de esa unidad investigativa regresaron al lugar de los hechos (calle 29 con carrera 5ª), donde recogieron varios testimonios de vecinos del sector y de transeúntes, que entregaron versión libre pero solicitaron la reserva de su nombre de pila.
Una de ellas, a quien llamaremos ‘Yorla’, observó desde la ventana del segundo piso de su casa esquinera, que el hombre sí recibió la descarga de golpes, pero aseguró que lo que provocó la riña, fue una agitada conversación, la cual giraba, según la testigo, alrededor de establecer cuál era el canon literario (conjunto de obras clásicas que forman parte de la cultura), de la capital risaraldense.
La testigo relató que el agresor indicó en tono algo soberbio, que ésta era tierra de poetas, que Julio Cano, Luis Fernando Mejía, Eduardo López Jaramillo, Andrés Galeano, Alberto Verón, Giovanny Gómez y un tal Julián Chica, conformaban la columna vertebral de la literatura. De inmediato, su acompañante, lo interpeló y le reclamó por las letras de Luis Carlos González, a lo que su contradictor subrayó: “ese era apenas un versificador”, lo que elevó los ánimos de los contertulios y eso quizá desató la ira de los dos. ‘Yorla’, hizo énfasis, que no podía dar más detalles porque, ella los vio a través de un frondoso árbol de mangos, los cuales son notorios en ésta ciudad, y que los ramales impedían ver con claridad la escena.
Más claro fue un joven, a quien llamaremos ‘Alzate’, quien transitaba con su cicla por la cuadra y en versión libre anotó, que la acalorada charla, se originó cuando uno de los dos, se atravesó en la charla y dijo: “aquí no hay poetas. Esto es de ensayistas” y lanzó nombres: Rigoberto Gil, César David Salazar, Mauricio Ramírez, Cristian Cárdenas, Diego Alexander Vélez, Liliana Herrera, Julián Serna, Jorman Lugo… La lista seguía, pero su oponente le dijo: “que atrevido es usted. Esos son novelistas, son cronistas. Le pido por favor no mezcle peras con manzanas”. Esto, según ‘Alzate’ desató la furia de uno de los dos y a los minutos, hubo un primer cruce de puños.
Quien ofreció un testimonio más certero, fue ‘Abelardo’, quien pidió se le omitiera el apellido. Él salía de una tienda, diagonal a la escena, y vio cuando el uno le dijo al otro: “Aquí lo que falta es leernos. Falta más autocrítica de lo que se escribe. Falta reconocernos entre nosotros mismos”. A lo que el otro respondió en tono grosero: “lo mejor de la literatura, aún no se ha escrito. Aquí lo que hay es una serie de vanidades que creen que con empatar un verso, ya alcanzaron la cima de la prosa”.
Esa frase desencadenó la furia de ambos hasta que uno de los dos terminó en el suelo. Hubo sangre, gritos y se sintió que el taconeo de una mujer se alejaba.
En la escena fue hallada una mochila, que según las pesquisas, tenía en su interior un volante con el título: ‘Detonar una idea’, un conversatorio organizado por el profesor Rodrigo Arguello, autor de la novela negra ‘Trancón en el asfalto’, quien reflexionaba sobre el impacto de la narrativa en la novela de Alba Lucía Ángel. También había libros, entre ellos: ‘No disparen soy el cronista’, un periódico y otros textos.
Acompañaba a las dos personas, una mujer, que según se supo, había comprado una botella de ron (recibo hallado en la mochila: $35.990) y que la ingesta de la bebida más el cruce de puños, provocaría el crimen. Testigos aseguran que la han visto por la Universidad Tecnológica de Pereira (UTP), que cuenta con estudios literarios y que destaca por su cabello y el color de sus ojos. El caso es tan complejo, que la novedad llegó a la sala de redacción de la BBC de Londres, y trascendió que en las próximas horas arribará a la ciudad, el periodista Juan Carlos Pérez Salazar (Diez Palabras con Carlos Fuentes y otras entrevistas), de quien se dice conoce sobre el tema literario. Trascendió también que el periódico La Patria de Manizales (Caldas), envió a la columnista Adriana Villegas Botero (Premio Simón Bolívar de Periodismo), abogada y periodista, quien ya se encuentra en la ciudad estudiando el caso.
Buon Giorno
Saludos al periodista Franklin, que nos relata desde la macondiana Villa de Robledo, cómo sucedió un asesinato, contado por un testigo académico de la ciudad, que según algunos, tiene una cabeza brillante (sic), y otros, que, hay un escritor en devenir, pues un premio no hace un artista. Leves preguntas surgen de este informe, verbigracia, ¿Cómo alguien en el balcón de la academia baja a los fondos literarios de la ciudad, relata un crimen y no aparece más? Podríamos hablar del narrador Rigo Alberto Gildardo (celianés) como un sospechoso en potencia del nefasto crimen que ya tenía epitafio anunciado. Aunque según otros testigos presentes, que puede ser más sugestión social, dicen que en la escena encontraron un caleidoscopio, y un hueso de unicornio azul, con el que dejaron ¡Plop! al crítico literario. ¿Verdad o mentira? la ciudad espera el pronunciamiento del escribidor Rigo Alberto Gildardo, para atar los cabos sueltos, y así aliviar a la molesta comunidad literaria de Pereira, que entre otras cosas, cree en algunos buenos críticos literarios en ciernes, y cuya academia utepista ignora, o por, no bajar nunca a los estrados literarios de la ciudad, o por soberbia intelectual. Lo que sea, los ciudadanos lo dirán.
Salute
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Tomás Ramur
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Otras fuentes señalan que le mentada bicicleta del presunto testigo no era una bicicleta propiamente dicha, sino un triciclo con calcomanías de Bob Esponja y El Principito, y además, tenía una rueda pinchada, lo que agrega un matiz nuevo a la investigación.