Los nacidos a finales de los setenta y mediados de los ochenta del siglo XX recordarán la serie de ánime Las Aventuras de Tom Sawyer, esos dibujos animados en los que un muñequito de amplia sonrisa, cachetes chapeados, blanco, flaco, pelo rojizo abundante, que andaba con pantalón de tirantes y sin zapatos, llegaba tarde a la escuela y siempre tenía a mano los juegos más divertidos del mundo.
Ese personaje, salido del mundo de la literatura para entronizarse en el cine y el cómic, nos tenía pegados a los rústicos televisores a color una vez por semana durante 24 minutos y nos dejaba con la boca abierta con las ocurrencias que tenía, cuando nosotros estábamos entre los 9 y los 12 años, más o menos.
No me dejarán mentir los de mi generación. ¡Quién no quería ser Tom Sawyer! Un niño que le valía madre lo que la voz de la autoridad dijera. Solo pensaba en las aventuras que iba a tener hoy con su mejor amigo Huckleberry Finn o en las estrategias para que Becky le prestara atención, porque él se había enamorado de ella a primera vista, desde que bajó del barco y se montó en el carruaje con sus padres y el gran perro peludo que lo quería morder cada vez que lo veía.
Hoy recuerdo esta serie y la recomiendo para tiempos de cuarentena.
No sé si les guste a las generaciones que me siguen, pero a mi me saca de la ansiedad del confinamiento, y me río como lo hacía cuando era pequeña y me paraba bien cerca al televisor porque no quería que nadie pasara enfrente mío y me tapara la visión de mi serie favorita.
Si usted no sabe de qué serie le estoy hablando le voy a contar: Tom Sawyer fue un personaje creado por el escritor estadounidense Mark Twain. Este señor escribió Las aventuras de Tom Sawyer en los años setenta del siglo XIX, un libro que pronto se volvió un clásico de la narrativa norteamericana. Luego, casi 100 años después, un estudio de animación japonesa que adaptaba guiones y libros de occidente, creó la serie para televisión con el mismo nombre.
En 1980 se estrenó en Japón. Cuarenta y nueve episodios de una serie llena de amor, aventura, generosidad, compañerismo y risas, muchas risas. El paraíso infantil. A pesar de las muendas y los malos tratos que entre el profesor y la tía Polly le daban al Tom por no poner atención a las clases o por llegar tarde y sucio después de la escuela.
Si mi mente no me juega una mala pasada, en Colombia vimos esta serie en los noventas en el Canal A “el canal del león”. Uno veía las mejores series animadas, todas del japón, en ese canal: Super Campeones, Dragon Ball, Los caballeros del zodiaco, Heidi y claro, Las aventuras de Tom Sawyer.
Bueno, en realidad en ese entonces no había muchos canales y opciones como ahora.
A principios de los noventa los televisores ya eran a color y se usaban unas antenas largas que se colgaban en el techo para poder agarrar la señal, mismas que tocaba mover de posición constantemente porque el viento las giraba y se distorsionaban las imágenes y el sonido.
Muchas veces peleé con el televisor y mi madre -en silencio- porque no podía ver mis dibujos animados en calma. Si no era la antena, era que le gritaban a uno desde la cocina que no viera tan cerca la televisión, que se nos iban a dañar los ojos, o que le bajáramos el volumen que nos íbamos a quedar sordos. En fin, mucha presión teníamos que soportar de niños, por eso seguramente queríamos tanto a Tom, lo comprendíamos. Y sí, era ansiedad, porque de niños esas eran algunas de nuestras preocupaciones reales: poder jugar, comer cosas ricas y ver dibujos animados.
Retomando Las aventuras de Tom Sawyer, recomiendo esta serie más de 20 años después, por los detalles del dibujo y la historia de compañerismo y generosidad de los personajes.
Alrededor de Tom y Huck ocurren todas las aventuras y se mueven los demás personajes que descubrirán cuando lean el libro o vean la serie. Ponga atención a los detalles del dibujo cuando se muestran los atardeceres y las puestas de sol. O cuando muestran las casas en un plano general. Un dibujo lleno de detalles que permite al espectador adentrarse en la historia y seguir recreando el escenario en la mente.
Espero que los de mi generación vuelvan a la serie como válvula de escape para estos tiempos de encierro, y las nuevas generaciones, ojalá se den la oportunidad de mirarla, porque está llena de contenido divertido, quizás puedan alejarse de los videojuegos y el celular un rato y hacer cuevas en sus casas o guerra de fantasmas con las sábanas o ponerse a pintar la casa e invitar virtualmente a sus amigos a pintar las suyas como retos para generar ganancias, como las que saca nuestro Tom en el capítulo dos de la serie, cuando de castigo le tocó pintar toda la cerca.
Bueno, espero que en mi invitación se entienda la desobediencia en su sentido propositivo: como un estímulo a la creatividad y el ingenio para divertirse en casa y disipar las tensiones que puede causar un confinamiento.
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Libro en español (aunque dicen los expertos que es mejor el libro que le sigue a Las aventuras de Tom Sawyer: Las aventuras de Huckleberry Finn).
http://www.cervantesvirtual.com/obra/las-aventuras-de-tom-sawyer–0/
Serie completa de Las aventuras de Tom Sawyer en Youtube
https://www.youtube.com/playlist?list=PLarXdvFqXCtzsYLeL6t4pM0FWq_yGdS2Z