Recibo frecuentemente impulsos y opiniones sobre una posible candidatura mía a la Alcaldía de Pereira.
En el transcurso del tiempo, nos vemos enfrentados ante múltiples situaciones. Un sujeto, en plenitud de sus facultades, puede abrirse a muchas oportunidades. No en vano, la calidad de vida se mide hoy en función de la ocasión real y concreta de desarrollar al máximo todo el potencial humano.
En el abanico de mis propias posibilidades, el servicio público y la política siempre han figurado como una alternativa.
Mi sensibilidad por los temas sociales y el ánimo de cambiar la realidad que nos afecta, se han conjugado para que sienta verdadera pasión por lo público.
Foto por: Jess Ar
A pesar de haber tenido dos hijos, a quienes he dedicado buena parte de los últimos años, no me he desvinculado del acontecer de la ciudad, la región y el país. La preocupación por estos asuntos es algo que se adquiere y nunca se abandona.
Recibo frecuentemente impulsos y opiniones sobre una posible candidatura mía a la Alcaldía de Pereira. Y, por ello, he contemplado la posibilidad de participar en debates electorales, en por lo menos dos oportunidades.
Sin embargo, llegar a gobernar la ciudad no es una obsesión, ni el único propósito que anima mis días. Estoy culminando un doctorado en literatura, hago consultorías (lo he hecho durante todos estos años), y dirijo un hermoso proyecto digital dedicado a contar historias La Cebra Que Habla, que ocupa muchas de mis energías y me llena de ilusiones.
Foto por: Jess Ar
Pero, la dignidad de la nominación y el reto que implica, me han obligado a contemplarla como una opción, reflexionando a fondo sobre el asunto.
No vale la pena detenerme en muchos análisis. Tengo una vida, y no deseo renunciar a ella, y unos proyectos, que tampoco quiero dejar. Sin embargo, estas no son las razones sustanciales que me han detenido.
El motivo que me impide proponer mi nombre para cualquier cargo de elección popular es uno solo: soy incapaz de vulnerar mis principios para someterme a las lógicas del sistema político con el fin de ganar una contienda electoral.
Todo comportamiento se juega su ética en los medios que utiliza. Como decía mi maestro ausente: no hay ningún fin en la humanidad, por perverso que sea, que no haya sido revestido con los propósitos más nobles.
El problema del actuar reside en el Cómo, es decir, en lo que cada individuo está dispuesto a hacer para alcanzar las metas propuestas. En este caso, para ser elegido, hay que ingresar en las lides de la politiquería, aceptando sin reparos sus lógicas. Es por ello que: no soy ni podré ser candidata.
Foto por: Jess Ar
Agradezco la confianza que me tienen, y lamento sinceramente defraudar con mi decisión a quienes han depositado tal expectativa en mí. Pero, comparto la felicidad de esta claridad, y comunico que continuaré, desde la opinión, tratando los temas de interés común.
Mi voz seguirá planteando propuestas y acompañando debates, porque desistir de la política no significa un retiro, ni mucho menos estar ausente completamente de lo relacionado con el servicio y el devenir de lo público.
Foto por: Jess Ar