La más reciente película de Luc Besson es un poderoso artefacto visual
Ficha Técnica
Titulo original | Francia, 137 min, 2017 |
Dirección | Luc Besson |
Guion | Luc Besson (Cómic: Pierre Christin, Jean-Claude Mézières) |
Adaptaciones de | Valérian y Laureline |
Actores | Dane DeHaan, Cara Delevingne, Clive Owen, Ethan Hawke, Rihanna, Herbie Hancock, Rutger Hauer, Kris Wu, Emilie Livingston, Aurelien Gaya |
Género | Ciencia ficción, comic. |
Música | Alexandre Desplat |
Fotografía | Thierry Arbogast |
El francés Luc Besson logró trasladar un cómic a imágenes en movimiento, después de una larga espera de cincuenta años para ser adaptado.
Valerian es un secreto, un tótem, una magia. Su historia revela lo que no hemos podido comprender en el universo y las galaxias, en los confines de este planeta que pareciera que ya lo hemos agotado; o sin descubrirlo del todo ya no exploramos ni aventuramos tanto.
Ver Valerian es como si fuera un cuenta gotas para empezar de nuevo, es el tipo de películas cuyas marcas quedan instauradas en nosotros.
Pertenecemos a una especie exterminadora y renovamos la mirada cuando otras especies de diversas latitudes nos dicen cómo caminar y proteger lo que nos ha sido otorgado: el premio de respirar, de contar con manos y un sistema límbico en el que transportamos toda nuestra energía, tener un potencial para desarrollar conocimiento, extender la vida y relacionarnos con nosotros y con lo que nos rodea en armonía.
De repente esa idea se sacude y nuestra especie también atenta contra otras.
Desde la lejanía y en un conjunto de “civilizaciones” llamado Alpha (curioso nombre), además de la “interculturagalaxialidad” disponemos de modos de convivencia, también de conspiraciones, pero ahí, de la mano del “desarrollo” hay posibilidades de renovación.
Valerian se encuentra llena de símbolos, su propia V y algunas de las naves nos recuerdan al útero. Su significado es que vivimos en él, y lo podemos despreciar o seguir resguardando.
Es curioso eso sí, que sea un grupo de individuos, que saben de la necesidad de conectarse consigo mismos y la naturaleza, quienes ofrezcan un mensaje (borrado y clasificado por los humanos), y logren sobreponerse cuando la humanidad y otras especies han creado una torre de babel y todo el conocimiento albergado sea para “progresar”.
Al ver un filme con tanta belleza, con unos azules inolvidables, y una aventura y búsqueda por el eslabón perdido, el espectador no sólo se cautiva sino que reacciona con favorabilidad.
Son conocidos los efectos sobre el medio ambiente y los estragos humanos en películas como Avatar. Sin duda muy valiosa, pero esta, en mi opinión, la supera, pues incorpora un deleite visual único al tiempo que trasciende las expectativas sobre el cuidado del bien mayor: la vida.
Una trama con la que es imposible no engancharse. Nos divierte y da lugar a la fascinación, a estar atentos de tantas curiosidades de ese futuro no tan entrópico (no perder de tacto la actuación de Rihanna).
La narrativa nos plantea una presentación idílica, luego un conflicto, posterior hay una resolución. Es decir, una estructura clásica que sin agotar temas los confronta, y hace críticas severas a nuestro desborde con el consumismo mientras los personajes cohabitan dimensiones diversas en un mismo espacio.
El grueso y la clave residen en Melo, un animal, con la astucia para reproducir cuanto se come. Y ese animal, muy representativo, nos asegura que allí hay ya un enorme caudal: cada uno debería multiplicar lo recibido.
Por todos lados hay mensajes que no pueden pasarse por alto: la necesidad de complementariedad, el saber sospechar, el actuar en sociedad y no en individualismos, los adelantos tecnológicos, el aporte de cada especia, entre otros.
Dos sujetos jóvenes, aunque experimentados, son una especie de guardianes que acuden a una misión en la que sin saberlo, se topan con una aventura. A Valerian le llega un chispazo cósmico, una corriente lo captura y al incorporarse, dicha movilidad hace que también nos conecte.
Es una delicia ver una película con tantos puentes, desde el nombre de cada personaje hasta la delicada y álgida manera de hablar de los planetas y ser agrupados en mil ciudades.
Nos extiende en la pantalla, también nos transporta desde la butaca (como si tuviéramos nuestra nave) a un espacio y a otros, pasando por la presencia de avances tecnológicos y de lo que en algún momento nos gobernará.
Luc Besson han combinado su modo de re-crearnos con imágenes, desde lo hecho en El quinto elemento (1997), no había realizado una película tan íntegra y poderosa. Cada obra también se prolonga, pero la de Valerian alcanza un nivel extraordinario.
Si usted la ve, seguro, se conectará.