Yohana Muriel es una mujer de muchas relaciones: con sus seguidores en las redes sociales; con el mundo del arte. Aunque una frase la define en toda su extensión: “Pintaré hasta el día en que deje de existir”.
Nace una pasión
Al llegar, después de concertar una entrevista, nos esperaba un apartamento lleno de luz y de color. Es el lugar en el sector Pinares en Pereira donde la artista Yohana Muriel se recrea pintando, exponiendo su cuerpo ante las telas, e interactuando con sus casi 10.000 seguidores de su cuenta de Instagram. Sin caer en exageraciones, es ella una mujer enteramente carismática, amante de los colores neón y un ser entregada a su pasión de recrear figuras, especialmente animales como gatos, cebras, elefantes, caballos, etc. Obras que los seguidores de su red social esperan conocer en su versión final y en algún momento poder adquirir o comprar.
Aunque como ella misma dice:
“Soy un vivo ejemplo de lo que una persona puede hacer para salir adelante y descubrir un talento que nunca antes se conocía”.
Y afirma esto porque ella no es artista gráfica o pintora desde la cuna, sino que tuvo un punto de partida en su historia personal de vida. Yohana Muriel es Administradora de Empresas, egresada de la Universidad Cooperativa de Colombia. En esa disciplina o carrera se preparó, trabajó y “se dio contra el mundo”, y este fue el choque que le hizo entender que no es tan fácil salir adelante, pero la vida da muchos giros inesperados.
Tuvo literalmente muchos trabajos, desde áreas comerciales hasta administrativas, hasta que un día hizo un alto sincerándose consigo misma, al pensar que debía trabajar para ganar dinero y sobrevivir, pero también, había dentro de ella algo más que se llamaba “pasión”. Sentimiento o vocación que debía desarrollar a toda costa. Además, claro, estaba la inquietud de tener más tiempo para su hijo de 6 años y disfrutar de su hogar a la misma vez.
Inicialmente puso dos ideas sobre la balanza: hacer tortas o empezar a pintar. Se decidió por la primera opción. Así inicia comprando todo: harina, moldes, azucares, etc. y en su opinión, sobre sus productos, el sabor era inigualable, “quedaban riquísimas”, pero de nuevo, en su voz interna continuaba diciéndose:
“Esto no es lo mío. No me siento feliz haciéndolo”.
Y desde ahí comienza sus coqueteos con la pintura, cuya influencia y capacitación a cargo de la docente Gloria Mejía de la ciudad de Medellín, es vital, ya que a la maestra le toma solo seis meses prepararla. Y es ella, esta mujer de arte, la que descubre, o mejor, vislumbra en Yohana Muriel una artista en potencia.
Al principio Yohana no quiere creerlo. Quizá pensaba que las alabanzas de Gloria Mejía, era una especie de motivación común. Sin embargo, después de terminar esta temporada con ella, ingresa a tomar otros cursos con otros maestros y casi todos, le decían lo mismo. Su asombro le gana la partida y lentamente se va metiendo en el arte de pintar, con el que hoy se identifica, se divierte y se gana la vida honradamente.
En este movimiento automático de creerse artista, (y que en efecto lo es), se interesa vivamente en aprender. Es una esponja que todo lo retiene. Y es en una oportunidad que viaja a Estados Unidos a recibir capacitación en arte pop, pintura en técnica abstracta, arte de los años 60´s y cursos virtuales como apoyo, con los cuales ya empezaba a familiarizarse y que serían fundamentales en su carrera más adelante.
Y es tomando un consejo de uno de sus maestros, que Yohana comienza a “producir”. Y así desde hace 4 años emprende este arte como una revelación en su vida y desde entonces no ha parado de crear, vender, “producir”, al punto que una frase que nace del fondo de su corazón lo dice todo: “Pintaré hasta el día en que deje de existir“.
Arte y Redes
Desde su experiencia laboral y gracias a sus estudios universitarios, esta artista adquirió y desarrolló la habilidad de mujer administrativa y comercial. Así, ante la pregunta del por qué esa hermandad entre arte y redes, frente a la idea de tener, por ejemplo, una galería de arte física como todo artista, una afirmación de sus labios deja en claro que
“las redes sociales son las que hoy en día están moviendo al mundo”.
Un acierto, porque aunque sus seguidores, literalmente, le piden que abra una galería de ventas o de exposición, ella se mantiene en la idea de conectar un celular de gama alta a un trípode y empezar a grabar, mientras “tira pintura” como el artista estadounidense Paul Jackson Pollock y deja que la luz de su apartamento la seduzca estéticamente.
Entre los materiales que usa para plasmar sus creaciones usa acrílico al frío. Ha descartado el óleo por cuestiones de tiempo, ya que sus clientes desean los cuadros, por así decirlo, “recién salidos del horno”, es decir, muchos de ellos ya están vendidos antes de crearlos y otros ya están en la mira de sus clientes o seguidores.
“El óleo es una técnica antigua, que requiere mucho tiempo de espera para secarse. Y cuando hay muchos pedidos no me puedo dar el lujo de esperar tanto”.
Y en esa rapidez es que ha preferido el acrílico. Una buena elección porque esto le permite hacer combinaciones de colores juveniles, rápidos, trazos definidos, y formas abstractas sobre dibujos o bocetos de personajes universales como Mickey Mouse, Marilyn Monroe, Jesucristo o Vincent Van Gog.
Obras pintadas con la lúcida técnica del arte pop. Un poco de Andy Warhol y Jackson Pollock por aquí, Robert Rauschenberg y Red Grooms por allá, y mucho, mucho de Yohana Muriel desde el comienzo hasta el final, cuando firma sus cuadros para ella misma o para un adquirente.
Porque en realidad, y su sinceridad es transparente, prefiere, “colores vivos, colores que iluminen un espacio, que lo llenen de vida” y ese es el motivo por el cual se inclina por el pop-art, ya que “el realismo”, según su percepción, y después de un estudio del movimiento pictórico, “ya no está de moda”. Lo justifica aduciendo que hoy en día si alguien quiere un cuadro realista, imprime la imagen y ya. Esa es la diferencia de trabajar con las manos, con una técnica joven y con el apoyo de los que demandan sus creaciones artísticas en y desde Internet.
La naturaleza y los animales
Y en su apartamento, ubicado en un noveno piso en el sector de Pinares, se puede apreciar la tendencia animalista en sus creaciones. Tema que surgió de las voces de sus seguidores de Instagram que pedían estas imágenes, porque “se identifican con ellos y muchos de mis seguidores tienen animales favoritos”. Su idea, o su sensibilidad hacia los animales, se deriva de pensar que no solo hay que tener animales encerrados, o en un apartamento, o en patio, sino que las personas puedan tener, dentro del tema de arte, sus mascotas plasmadas en colores en su sala, cuarto u oficina.
Así pretende cambiar el concepto de arte tradicional porque considera que es anacrónico que alguien tenga en la sala de su casa cuadros como “naturaleza muerta”, “bodegones”, o “La santa cena”. Y aunque reflexiona así, Yohana le llega a todo público, ya que no solo los jóvenes son seguidores de su red social, sino un segmento de gente adulta que valora sus creaciones que están adquiriendo su arte y están cambiando sus espacios con un toque de modernidad.
Yohana Muriel es una mujer de muchas relaciones: con sus seguidores en las redes sociales y amigos conocidos; con el mundo del arte, los pinceles, los lienzos, la fotografía; con el cuerpo, porque es una amante de la “vida saludable” y la alimentación equilibrada; con la vida, porque se apasiona con las formas, las cosas, y con todo y por eso pinta. Las personas le dicen cosas como “Dios bendiga esas manos”, o “esas manos cuídalas”. Pero ella entiende que no son las manos, ellas son solo instrumentos, sino que es el corazón, ya que Yohana Muriel pinta con el alma, con su mente, con todo su ser.
Al decir esto se emociona y lo expresa con sus manos, su rostro, su cuerpo.
“Esto de pintar es algo que me llena de felicidad. Por eso le doy gracias a Dios todos los días, porque aunque tarde, encontré mi pasión y estoy disfrutándola”.
La casa de las luces
Yohana Muriel no se cambia por nadie. Dice que se siente como “una bolita de nieve que baja por una montaña.”, y con estas palabras se refiere a que ha crecido mucho como artista y hasta de forma inesperada. Así es que no se concibe sin sus seguidores en Internet, sino considera que son parte de ella. Ese cariño por sus conocidos en Instagram, son el voz a voz de sus obras, publicidad para las ventas de sus obras de arte que le permiten vivir holgadamente. Aunque en algunas ocasiones le han propuesto dar clases, prefiere mantenerse concentrada en su trabajo desde el apartamento y junto a su hijo.
En su espacio personal, nos recibe. Y desde allí nos despide con una sonrisa. Y lo que intuíamos desde el inicio lo comprobamos en persona: su vida y su casa es un espacio de luz donde cabe todo lo bello y lo hermoso y todo puede ser retratado con sus pinceles, su lienzo, su alma. Sín límites, ya que incluso el cielo, el espacio que más le apasiona, sea diurno o nocturno, cabe en sus creaciones.
El día declina, nos vamos, pero ella se queda con su luz, sus formas, sus colores neón, con sus seguidores, con su pequeño hijo, y esperando que amanezca para llevar a cabo su rutina diaria: Desayuno, despachar a su hijo para la escuela, ir al gimnasio, almorzar, ponerse a pintar, hablar con sus seguidores, cenar, y esperar que amanezca para seguir disfrutando su existencia dentro de lo que le apasiona.
Su red social es: Yohana Muriel Arte.