Por lo general nos sentimos incómodos con la cultura y muchas veces no sabemos con prontitud la razón. Creemos que la cultura es una especie de a priori que alguien ha instalado en nosotros con un ánimo indescifrable, extraño muchas veces, pero siempre de forma impositiva.
La incomodidad proviene del aliento pútrido que la cultura produce en la mayoría de casos, debido a que pertenece y al mismo tiempo nos es ajena desde perspectivas vinculadas a la sociedad, lo antropológico, la realidad y el capital, donde usufructúa lo peor y lo mejor de la producción humana.
De alguna manera, debemos sobrevivir en la superficie del mundo y para lograrlo acudimos a la cultura, ya sea vista desde alguna de las perspectivas anteriormente enlistadas o bien creando otras posibilidades, porque hay que tener en cuenta su constante renacimiento. Justo cuando ya habíamos identificado el rastro, las trazas, ella cambia, porque las sociedades no son inamovibles, se auto revisan constantemente.
La construcción que más me interesa de la cultura tiene que ver con la figura del invernadero dispuesto para la crianza de seres humanos. Me imagino un inmenso proyecto arquitectónico de separación dotado de los elementos básicos para crear ambientes en vez de entornos, en el cual se asegure el núcleo de la familia frente a eventuales peligros externos. La cultura vista de esta forma se encuentra conformada por leyes capaces de mantener el orden y proyectar ataques a otros invernaderos en señal de protección.
No obstante lo magnifico que nos pueda parecer dicha empresa sin demeritar la certeza de su propósito insular, la cultura como arma de penetración homogénea mundial depende del capital, o mejor dicho, la cultura hace parte del capital y éste se comporta como estrategia unívoca para clasificar, estratificar y marginar, no sólo el pensamiento, sino cuerpos sociales sin distinción.
Las obras de Luis Fernando Arango se ubican en el plano de lo incómodo, lugar escogido con intención ya que su objeto consiste en generar interrupciones a las lógicas que el capital impone a la cultura.
Su trabajo produce disrupciones donde se ataca directamente valores culturales que no representan valores humanos y entonces todas las obras, ya sean instalaciones, performances, video performances, esculturas o pinturas se cargan de sentido desde la noción de resistencia.
El lenguaje que Arango explora es el de un verdadero outsider cercado en su propia angustia de saberse víctima del perverso juego de tensiones, que lejos de infectar con moralinas el discurso, socavan el espíritu de normalidad basado en sospechas.
De allí el título de la exposición “bolsa de valores” una asociación de palabras cargadas con profunda ironía en medio de nuestra sabia hipocresía.
Oscar Salamanca (curador)
SOBRE LA OBRA EN PALABRAS DEL ARTISTA
Mi producción gira en torno a señalar el poder y su absurdo, a rescatar la memoria y que el olvido no se convierta en estrategia de repetición de la historia; en este propósito abordo la violencia política y social del Estado.
De otra parte, investigo sobre las relaciones de dominio a través de lo económico que traza una línea de trabajo entre las conexiones arte, dinero, desigualdad, avaricia y corrupción. En resumen, ambas líneas se funden en cómo el ser humano es convertido en una pieza de producción y sostén del sistema.
Busco sembrar imágenes que contribuyan a realizar una especie de psicoanálisis social que señale a los responsables y a identificar cómo la sociedad civil termina siendo parte del juego del poder sin conciencia de ello, para lo cual recurro a lo irónico, al contraste, a lo incómodo, a lo disruptivo, a posiciones de resistencia a la historia oficial donde el lenguaje entre en otras estrategias, forma parte de ese juego y en mi producción se convierten en espejo de todo ello.
En mis obras recurro a diferentes técnicas como la pintura, escultura y collage, hasta performance, video, videoinstalación e instalación; Igualmente trabajo en dibujo y ensamblajes con obras donde la composición, el diseño, la memoria, lo ecológico y la deriva intentan establecer zonas más blandas y polisémicas, al duro paisaje de lo real.
SOBRE EL ARTISTA
Es profesional en administración financiera de la Institución universitaria Politécnico Grancolombiano y en Estudios Literarios de la Universidad Javeriana de Bogotá D.C.
Ha realizado estudios curatoriales en diplomados y seminarios con Chus Martínez, Guadalupe Álvarez-Pomares, Agustín Pérez Rubio y Miguel Huertas, entre otros.
Obtuvo Pasantía en performance MinCultura (2011), Beca de circulación internacional Chile MinCultura (2012), Beca de investigación curatorial 15 S.R.A. Centro occidente MinCultura (2014) y el gran premio en el primer salón nacional de arte popular BAT- MinCultura (2004).
Es el fundador, director y curador del Museo del Barrio arte contemporáneo desde 2011, del Festival Internacional de Arte Aire y Agua Resonancias FIAAAR desde 2014, y del Museo de Arte Contemporáneo de Manizales, MACMA (2020). En 2013 fundó el Museo de Salento, Quindío.
Redes de contacto:
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*Esta exposición llamada “Bolsa de valores”, exposición individual de Luís Fernando Arango, se publicó en el Jardín de Artista U.T.P, del 8 al 22 de julio de 2020. Proyecto intertextualidades críticas.