#CiudadaníaActiva. El problemático escenario de la exhibición en Colombia

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Este artículo fue pensado hace dos años, hoy, en tiempo de pandemia, volvemos a la reflexión para exhortarlos a pensar: ¿Se transformará el panorama de la exhibición del cine en estos tiempos en los que la televisión digital, las redes sociales y otras plataformas, diferentes a las tradicionales, deben entrar en circuitos o cadenas de producción, distribución y comercialización que hagan frente a una nueva dinámica de consumo?

Por, Guillermo Dabbraccio. Publicado en Edumdia-3

Pese a los optimistas que pecan de ingenuos, así como los pesimistas que posan de apocalípticos, lo cierto es que el único escenario del sector cinematográfico que ha podido sobrevivir todos estos años ha sido el de la exhibición. Desde los primeros intentos de los hermanos Di Doménico y posteriormente Cine Colombia y otras empresas, el único «negocio» de cine que ha prosperado en el país y sigue funcionando ha sido el de la exhibición.

Sin embargo, pensar que nuestro cine se pueda ver fuera de nuestras fronteras, así sea solamente en Latinoamérica, es una utopía ya que su exhibición no depende de calidad, interés o creatividad, sino de una crítica ausencia de salas especializadas para cine de habla hispana en toda la región. Hollywood domina más del 80% del cine que se puede ver y la única forma de contrarrestar ese fenómeno es con salas especializadas donde el cine de Hollywood estaría vetado de por vida.

Foto por formulario PxHere

En Colombia existen cinco grandes exhibidores de cine comercial en su orden: Cine Colombia, Cinemark, Procinal, Cinépolis y Royal Films además de varios exhibidores independientes dentro de los que se destacan Babilla Cine, la Cinemateca Distrital de Bogotá, la sala de cine Los Acevedos del Museo de Arte Moderno de Bogotá y el Cine Club El Muro (Bogotá). El exhibidor con mayor presencia es Cine Colombia (34%), seguido de Royal Films (14%), Procinal (12%) y  Cinemark (10%)

Para Julio Luzardo, la exhibición no es sólo un negocio, también es un derecho que el Estado debería proteger y promover. “Todos los países que impusieron cuotas y restricciones al cine norteamericano vieron crecer sus cinematografías nacionales y su público exponencial y sostenidamente. Sólo un circuito independiente, de cobertura nacional, formador de espectadores, que no responda a intereses foráneos, patrocinado por el Estado, donde las películas puedan tener poco público, sin que las expulsen arbitrariamente de las salas, estableciendo otro tipo de relación con aquellos que las ven, más allá del mercadeo imperante, se impone como una necesidad absoluta”. El Estado debería garantizar ese derecho a través de la Ley de Cine, inherente a la identidad nacional.

Optimistas y pesimistas frente a los efectos de la ley del cine

En 2004 la producción colombiana ascendió a 16 películas entre ellas dos óperas primas y durante 2005 se estrenaron cintas como ‘Perder es cuestión de método’, de Sergio Cabrera y ‘La sombra del caminante’, de Ciro Guerra.

Según Claudia Triana, aunque son muchas las expectativas que se han generado en torno a la Ley de Cine, no hay que olvidar que desde el nacimiento de la Dirección de Cinematografía se han generado estímulos financieros que han permitido apoyar entre tres y cuatro largometrajes por año.

Algunos directores y productores se están profesionalizando, no están atados a los recursos estatales, están buscando coproducciones en el exterior, como “María llena eres de gracia” que no recibió estímulo del gobierno y sin embargo es una película que le ha hecho mucho bien al cine colombiano. Lo que tradicionalmente buscan las películas de autor, que son los recursos estatales y ayudas tributarias.

“Sólo siete de las 20 películas que se preparan para este año han recibido dineros de la Dirección, las demás, se han hecho con capitales privados o coproducciones internacionales como “Rosario Tijeras” y “Perder es cuestión de método”. Esto significa que hay una excelente atmósfera para trabajar, la gente está entusiasmada en contar sus historias, en lanzarse.

Responden entonces los pesimisitas ¿Se ha alcanzado el espíritu de la Ley? O ¿El espíritu de la Ley es letra muerta por las deficiencias de un sistema que no funciona como se esperaba?

Foto por formulario PxHere

La idea general detrás de la Ley de Cine era la de proveer los mecanismos necesarios para establecer bases sólidas para un negocio que lleva casi 100 años en el país y que hasta el día de hoy no ha logrado establecerse como «industria» y ha sido la responsable de innumerable quiebras individuales y de empresas que han creído en el sueño imposible de una cinematografía nacional. Sencillamente no se puede seguir con esta filosofía de creer que el cine nacional está bien simplemente porque se está produciendo más que nunca. ¿Y qué ha pasado con las ganancias que debe generar cualquier negocio, el retorno que le debe generar a un inversionista que ha creído en los beneficios de la Ley más allá de ser un simple ahorro en impuestos y todas las otras incógnitas que han aparecido y que demuestran que seguimos igual o peor que antes de la Ley?

En un artículo titulado “¿Será 2005 el año del cine colombiano?” publicado en  http://www.latinoamerica-online.info/cult05/cine05.02.html, Sergio Villamizar señalaba que, a pesar de que ese año se exhibieron 18 películas colombianas, 10 más que las estrenadas en 2004, persistía en el ambiente una fuerte preocupación porque pese a la apertura de nuevos multiplex de parte de Cine Colombia, Royals Films y Cinemark, no se había podido superar la cifra más alta de 18 millones de espectadores de 2003, cifra en la que están incluidos los espectadores a películas extranjeras y colombianas. La preocupación que alude Villamizar es que los productores y realizadores de estos largometrajes nacionales compiten en enorme desventaja con más de 250 largometrajes hollywoodenses anualmente.

Una de las voces más críticas de la Ley de cine 814 de 2003, Julio Luzardo, plantea fuertes observaciones en su artículo “Diez sugestivas para enderezar el camino. Para donde va la Ley del cine” (www.enrodaje.com):

El cine colombiano siempre ha tenido estos mismos resultados negativos a través de su historia desde 1922 cuando se estrenó La María. Nuestro cine ha sido una serie de intentos individuales, artesanales, de hacer cine contra viento y marea. Y hoy en día, a pesar de tener una flamante Ley de Cine que se suponía iba a romper la historia en dos, seguimos igual o peor que antes”.

En un dossier especial de la revista Kinetoscopio, un funcionario del sector monopólico de la distribución y la exhibición de cine afirmaba que el mercado, en los términos practicados por dicha empresa, no aguantaba diez películas colombianas de manera simultánea en pantalla. Y vaticinaba: «el día que se empiecen a hacer veinte o veinticinco películas (colombianas) al año, nos reventamos» (sic). Palabras más, palabras menos, el público cinematográfico es, según los intereses defendidos por esta compañía, una invención estadounidense y, por ende, se debe a las películas norteamericanas. Triste argumento.

Si el aumento en la producción no tiene ninguna incidencia en el aumento del público, y sí, contradictoriamente, en su disminución, y frente al hecho de que más películas realizadas en Colombia se pelean un número cada vez más pequeño de espectadores, cabría preguntarse: ¿qué, cómo y para quién estamos produciendo?

Hacen falta más investigaciones y bases de datos. El Consejo de Cinematografía debería desarrollar un análisis riguroso y  detallado de la situación económica actual del cine colombiano. Nuevamente Luzardo:  “En este momento, a través del sistema computarizado CIREC, el Consejo y Proimágenes, como nunca antes en la historia del cine colombiano, tienen acceso a toda la información detallada de entrada de público a todas las salas cinematográficas del país y no han sido capaces sino de sacar algunos datos de taquillas de las primeras semanas de algunas de las últimas películas colombianas en su Boletín semanal Pantalla Colombia. Estos pocos datos sueltos y sin continuidad o evaluación, a la larga no sirven de mucho porque no son sino cifras aisladas sin ningún análisis de fondo.


Complementamos la reflexión generada por Guillermo Dabbraccio, invitándolos a acercarse al proyecto @camaraenmanocineclub quienes por cuarentena están generando ciclos de cine y conversatorios virtuales abordando temas como este.

Encuentran en Instagram toda la información, les dejamos enlace al proyecto recomendado para la reflexión:

Relaciones en construcción

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