Una Frida comparte con nosotras su reflexión sobre el amor romántico y las repercusiones negativas que tiene sobre las personas.
Por: Shaila Monasor
Hemos crecido con Princelandia: jóvenes sensibles y delicadas que esperan a que su príncipe las rescate; novelas y telenovelas con grandes dramas pasionales; canciones y películas románticas que forman parte del imaginario colectivo, en las que el amor es una fuerza que todo lo supera, que el amor lo vale todo y que sin amor no somos nada. Lo verás cursi, pero son ideas que han calado muy hondo.
Definamos qué es Amor, o más bien, qué nos han enseñado sobre el amor: ¿Amor es dependencia; amor es abnegación; amor es sufrimiento? Definitivamente no. El significado del amor es cultural, algo construido y aprendido a través de diferentes medios; de la educación de nuestros padres, de nuestras amistades, de la religión imperante, de las películas, de los libros, etc. Todo este aprendizaje tiene un marco macro que es la sociedad patriarcal en la que nos ha tocado vivir.
¿Y si buscamos en la Real Academia Española los significados de Amor? :
1. m.Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
2. m.Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
3. m.Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
Si se une lo subrayado en las 3 definiciones, queda algo así: AMOR, sentimiento que partiendo de nuestra propia insuficiencia, nos completa y entrega a alguien. Aunque de manera algo selectiva, ¿estas definiciones no nos llevan a pensar en un sentimiento de subordinación y de dependencia? ¡Hasta la R.A.E. nos traiciona!
Abramos el objetivo
Eso que hemos aprendido de que amor es entrega, dependencia y abnegación, es simplemente eso; entrega, dependencia y abnegación. Pero de amor nada. No usemos el término a la ligera, no confundamos, desaprendamos.
Desaprendamos
Es difícil vaciar la mochila que llevamos a la espalda, llena de ideas no propias y acumuladas durante nuestra vida, ideas impregnadas de creencias irracionales. El haber aprendido un concepto erróneo sobre el amor nos puede traer muchos problemas en nuestras relaciones, especialmente en la adolescencia cuando somos más vulnerables. De hecho, muchas de nosotras hemos reproducido modelos de relaciones amorosas nada saludables que incluyen tolerancia a los celos, y al control y entrega total. Hemos asumido que amor y celos, amor y control, amor y subordinación… Pueden ir de la mano, que el amor para que sea pasional, debe ser así.
Definir el amor puede ser tarea compleja, pero podemos empezar por descartar lo que no entra en la definición: el machismo. No entra el maltrato, ni físico, ni psicológico, el cual sigue tristemente vigente por mucha más conciencia social que haya. No entra el machismo más criticado, como puede ser el no compartir las tareas domésticas y de cuidado, ni tampoco el machismo más sutil, los llamados micromachismos .
Pasar de un plano a otro no es tan difícil como se cree, la idealización del amor que tenemos en la cabeza asume este tipo de abuso y es el germen de la violencia de género.
Avanzar hacia la igualdad y erradicar la violencia de género incluye acabar con creencias e ideas erróneas sobre el amor: no somos la mitad de nadie, no nos hace falta el amor para sentirnos completas y desarrollarnos, esto genera una idea de dependencia, el mito de la media naranja.
Aunque se haya avanzado en igualdad, el machismo es estructural, está muy asentado y va cambiando de forma para no parecerlo, camuflarse y así mantenerse; no se manifiesta (tanto) públicamente, se ejerce sobre todo de puertas para adentro, en la intimidad de las relaciones de pareja. ¿Quién se atreve a declararse machista hoy en día?
Aprendamos
El amor implica una gran responsabilidad hacia ti mismo y hacia los demás, se mezclan conceptos interrelacionados como son la atención, el cuidado, el respeto mutuo, la admiración, la confianza, el afecto, el crecimiento personal, el placer… La suma de ellos y no por separado podría entrar en una definición sobre el amor.
Bell Hooks, feminista afroamericana, en su obra La Claridad del Amor, nos muestra que amar debe ser una acción y no un sentimiento, y ello nos lleva a tomar una responsabilidad, implica una voluntad, no define el amor como algo instintivo o involuntario. El amor implica elección de amar. Hooks se hace eco de la definición de amor de otro autor S. Peck que refleja la idea de amor similar:
“La voluntad de extender nuestro yo con el propósito de alimentar el crecimiento espiritual propio y el de otra persona. El amor es lo que el amor hace, es un acto de voluntad. La voluntad implica elegir. No estamos obligados a amar. Elegimos amar… “
Simone de Beauvoir, autora de referencia nos dice:
“el amor auténtico debería basarse en el reconocimiento recíproco de dos libertades, cada uno de los amantes se viviría como sí mismo y como otro; ninguno renunciaría a su transcendencia, ninguno se mutilaría, ambos desvelarían juntos unos valores y unos fines”. (El segundo sexo)
Amar no es un proyecto de vida, puede ser una parte importante de nuestro trayecto, un vehículo hacia el autoconocimiento y hacia nuestro desarrollo pero no un fin en sí mismo.
El mito de amor romántico nos ha dejado muchos mensajes con los que todavía convivimos y que anula esta capacidad de elegir, de querer desde la voluntad como seres completos; aumentando nuestras capacidades y no mermándolas, nutriéndonos de una relación saludable desde el respeto y la admiración mutua… En definitiva, aprender a amar, quererse a una misma y ser más libres.
Citas:
Bell Hooks. (2000) Claridad: dar palabras al amor. The Women’s Press, Londres, pp. 3-14
Peck, S. M. (1996). Un camino sin huellas: la nueva psicología del amor. Madrid: Salamandra
Beauvoir, S. (1969). El segundo sexo. Buenos Aires, Siglo Veinte