Josefina Mesa es una de tantas que dos veces por semana ha conseguido nuevos amigos y compas. Con ellos ríe, charla, molesta y proyecta anhelos e ilusiones que se cumplen, como no, bajo la incondicionalidad también de la familia.
La vejez como autocrítica de la naturaleza según lo mencionara el hermano de Cioran, en momentos de enfermedades y trastornos de su mamá, pone en reflexión a las personas que se acercan a la edad mayor y a sus más allegados, para afrontar esta etapa de la vida.
Las afectaciones de salud empiezan a aparecer, la actividad vigorosa de otros años y las redes sociales de apoyo disminuyen, de tal forma que somos convocados a presenciar cambios trascendentes en la rutina propia o de quienes amamos.
Con la entrada a la vejez emergen conflictos producto de la finalización de la etapa laboral, en donde el sentimiento de dignidad y productividad se ven afectados, pues se pasa de una vida en movimiento continuo de responsabilidades a una nueva etapa de más tiempo libre y de ocio.
Cuando no se hace una gestión adecuada de este tiempo disponible por parte del viejo o de su familia, se da la posibilidad de incurrir en procesos de percepción de menoscabo del valor de la persona, además en dinámicas riesgosas de sedentarismo que afectan directamente la salud.
Cuando se habla de vejez no solo se hace referencia a un aspecto cronológico del paso del tiempo que afecta el cuerpo y sus sistemas, sino que se entiende además como una situación psicológica y social, lo que se viene a conocer como un enfoque multifactorial de la vejez.
Es por eso que la actividad física en todas las personas y en especial con este grupo etario, logra una amplitud en sentimientos de dignidad, autorrealización, cuidado, participación y autonomía, que dan una percepción positiva de la vejez, tanto para el viejo como para sus cercanos.
Por eso Josefina Mesa dos veces por semana ha conseguido nuevos amigos y compas, alrededor de la práctica deportiva que promueve la Alcaldía de Pereira en la comuna centro, con ellos ríe, charla, molesta y proyecta anhelos e ilusiones que se cumplen, como no, bajo la incondicionalidad también de la familia.
Por cada sesión de actividad física efectuada, es una rutina domestica menos de deterioro.
Cada mañana de baile y juego es una concepción nueva de autonomía y dignidad.
El deporte en las personas mayores se constituye entonces en un elixir de eternización.
En el programa de Gerontología de Comfamiliar Risaralda para tal efecto, cuenta con un modelo de atención llamado Vida Activa, cuyo propósito fundamental es la generación de bienestar de las personas asistentes a través de, entre otras cosas, la práctica de actividad física.
Mediante gimnasia, natación, lanzamiento al aro o rumba terapia, se fomenta la vejez activa con hábitos de vida saludables que permiten resignificar la autocrítica de la naturaleza.
Es oportuno pues la vinculación a la actividad física y práctica deportiva, para hacerle frente al encierro, el olvido, la depresión; y permitir la generación de espacios de participación, socialización y una vida activa, para un cuerpo sano, una mente tranquila y un entorno saludable.