El caso de: aípA ne labinA

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A cada cambio de luna, el médico miraba el almanaque satisfecho, y a cada cambio de temporada, labinA se mostraba más y más feliz


 

Al oír el primer canto del gallo, labinA madrugaba a buscar la luna, y, cuando estaba desaparecida, él se sentía al revés y se sentado en la cocina examinaba todo su cuerpo porque lo había poseído una mujer gusano.

El tres de mayo amaneció oscuro y lluvioso, tomó el tinto de los tragos y sintió se le escurría por sus tripas exteriores, lo vio gotear por el cardias y caer al estómago como a una palangana que lo revolvía y lo vaciaba en los intestinos. Sintió que su hígado colgaba del ombligo, agarrado de un gancho de carnicería, se palpó la punta del intestino y la naturaleza de su apéndice, lo sintió flojito y muy puntudo. Solo pudo recomponer esa imagen cuando se cambió la ropa para irse al cafetal.

 

Ilustración: Mito peruano, la guerra contra el Unkaju. Ilustrador y diseñador gráfico, desde 1999 se dedica profesionalmente a la creación gráfica, combinando dibujo, ilustración, diseño gráfico y diseño de logotipos. Amante del arte y la tecnología, en su trabajo incorpora la gráfica digital con texturas y acabados manuales, buscando propuestas. Extraída de: Hache Holguin.

 

La finca del paisano era vecina a la de un médico, de tanto en tanto lo visitaba y lo sabía escuchar. El galeno tenía su pendejada, era especialista  en vaciar el bolsillo de sus pacientes, les reconocía en lo más profundo su animosidad, sus malestares, su perfil psicológico con sus imaginarios y los desajustes de su fisiología.

A labinA, así percibía su nombre, aunque lo real sería al revés, en la cosecha lo visitó el vecino médico y contó sus malestares. Acostado sobre la mesa del comedor le verificó con un tenedor de médico las revolturas de su cuerpo, y al tiempo le entendía palabras de su arrevesado lenguaje:

rop íha rotcod, iha em agleuc anu asoc —.  Por cada parte que le palpaba, el hombrecito sentía el enrevesamiento de sus órganos.

Debemos iniciar la recomposición de tus malestares y tus descomposturas con una operación—. Lo miró

orep ¡ose on áres yum orac rocod?—   y el doctor:  Humm…

No es ese el problema,  si te saco la apéndice, tu tripitorio funcionará mejor y se reacomodarán tus órganos, en un mes de operación y medicinas, el intestino grueso estará reacomodado, sentirás gran alivio después de comer, en sesenta días, podrás devorarte un toro o una bandeja paisa. Y aunque era cuestión de vender seis vacas y tres marranos, la cirugía se pudo financiar.

Cuando labinA regresó de Medellín, decía sentirse muy bien. Llegó al pueblo el día del mercado, su felicidad consistía en mostrarle a cada uno de sus vecinos la cicatriz de su operación. Parecía un soldado del Batallón Fudra, recién salido de mil batallas, se sentía un verraco.

 

Roberto Matta  – arquitecto, humanista y pintor surrealista chileno Roberto Sebastián Antonio Matta Echaurren, más conocido como Matta(Santiago, 11 de noviembre de 1911-Civitavecchia, Italia, 23 de noviembre de 2002), fue un arquitecto, humanista, pintor y poeta chileno. Considerado el último representante del surrealismo. Extraída de: art-being.blogspot

 

Siguientes tres lunas perdidas. Labina percibió que se le había volteado el cuajo, el médico vecino lo llevó en su BMW hasta Medellín y lo operó; y así,  a más lunas perdidas, operaciones por hernias inguinales y en el vientre. El veintiocho de diciembre, sintió un pulmón congelado y en Bogotá lo metieron en un pulmón mecánico para descongelarlo y calibrarlo. Seis meses después, cuando Labina caminaba hacia adelante, sentía que la sangre se le devolvía, y al revés, cuando caminaba hacia atrás cot cot cot; el asunto era grave, lo llevaron a Miami donde le aceleraron el flujo sanguíneo que se estaba atascando en las venas y le acomodaron el sistema circulatorio tras una cirugía de corazón abierto.

A cada cambio de luna, el médico miraba el almanaque satisfecho, y a cada cambio de temporada, labinA se mostraba más y más feliz; en la plaza, antes de la misa mayor, le rodeaban campesinos y visitantes y hasta se quitaba la camisa y se bajaba los calzoncillos para mostrarse  a todos, explicaba a cada uno, las circunstancias de sus desarreglos y sus cirugías. Su cuerpo era un mapa, cicatrices y huellas de una guerra mundial donde todos ganaron, los cirujanos dejaron sus marcas en el cuero de labinA y en finanzas, y labinA, en su heroicidad imaginaria y con su conversa arrevesada, era una lanza en los negocios, siempre hubo vacas lecheras para financiar sus aventuras con los cirujanos.

Perdí durante muchos años el rastro de labinA, sus hijas crecieron y se fueron a buscar fortuna en España y Estados Unidos, hasta la semana pasada, cuando lo pillé en una revista, ahí estaba un personaje, ¡tan parecido a labinA!.. Tenía cuerpo lleno de tatuajes y rejuvenecido por las cirugías plásticas, le seguían quince reporteras y era figura de farándula, había participado en películas y un reality show.  No sé si sea labinA, o alguno de sus descendientes, conocí a uno de ellos a quien apodaron gusano en recuerdo de los imaginarios de su abuelo, y como dicen que todos tenemos un doble, un alguien que anda por ahí perdido en el mundo, a lo mejor sea ese. Lo malo es, como dice Fabio Alzate, que si llega la circunstancia cuando uno se encuentre con el doble, entonces los dos estallan, no sé si sea verdad o no, y no me han dicho si Labina ya tendrá la contra para eso.

 

Santiago de Cali, Marzo de 2018.     

Escritor de Marsella, fue docente y consultor en gestión del desarrollo regional y local. Ganador del Concurso Nacional de Novela ciudad Pereira en 2015. Practica el arte pictórico y dirige la empresa familiar Productos Gamba -50 años.

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