Admitámoslo. Aunque gritemos a los cuatro vientos que la fecha nos es indiferente, hay un corazoncito dentro que espera lo que la mente se empeña en negar.
Texto por:Alejandra Marr
Las fechas para celebrar el amor son una excusa para fantasear idilios. Más allá de ser un día comercial y aparentemente arbitrario en el calendario, aunque digamos no esperar nada debemos admitir que tenemos el corazón ansioso por saber si este año, al fin, aparecerá un Romeo que se deje ver.
Disney, la cultura occidental y, sobre todo para nosotras, Padres e Hijos, nos marcaron fatalmente. Las historias de amor nos fueron enseñadas como luchas que debemos sufrir para conseguir un final feliz y eterno. Y como somos las únicas protagonistas de nuestra vida normal y ordinaria, estamos buscando darle el valor dramático a esta historia que viene siendo un tanto aburrida.
Entonces esperamos alguien que nos sorprenda con una cursilería casual en algún chat o nos invite a tomar algo después de declararnos su evidente amor con un me gusta en nuestros primer post del 2008. Otras, deseamos que nuestro ex aparezca para decirnos que no para de pensarnos porque la vida se le hace cuadritos cuando no estamos ahí.
Entonces en el inconsciente creamos un montón de ‘deberías’ tontos que nos entorpecen cuando de amor se trata. Que él es quien debe buscarte, regalarte flores y chocolates en el día del amor, que debes ser mesurada con lo que demuestras, que te debes hacer desear, que él debe ser detallista y enamorarte todos los días, que debe pagar la primera invitación, recogerte en casa, despertarte con un mensaje lindo, llamarte todos los días y ser mesurado ya que “no queremos hombres intensos o enamoradizos porque nos dejan de gustar”.
Creemos tantas tonterías que terminamos agotadas emocionalmente, frustradas pues en nuestro cuento no hallamos el príncipe que necesitamos para amar. Porque todos son iguales, porque no hay hombres que valgan la pena, porque, definitivamente, están todos cortados con la misma tijera. Somos idealistas y, por consiguiente, masoquistas. Nos creemos fracasadas en el amor cuando en realidad nuestra idea del amor es la que fracasa.
Y es ahí dónde está el problema de nuestro tan poco anhelado Día del Amor y la Amistad: porque pase lo que pase (y ojalá todo pase a nuestro favor), eso, inconscientemente, nos define. Pensamos que no somos valiosas porque no nos recordaron que nos aman. Que no valemos la pena porque las flores no llegaron. Que no somos importantes porque ni un mensaje por whatsapp recibimos. Entonces se nos rompe el corazón.
Pero ser indiferente está de moda. Culturalmente debemos ser fuertes, bastarnos a nosotras mismas, ser independientes, no necesitar de nadie. ¡Qué va! A veces necesitamos del otro porque es la forma en que nos reafirmamos social y culturalmente, no como mujeres sino como individuos. Y eso es vital, por eso así sea muy adentro siempre esperamos.
Y no está mal hacerlo. Lo que sí es fatal, casi mortal para el amor, es esperar para dar. Entonces, con los pantalones bien puestos, demostremos sin miedo que a veces necesitamos pruebas de cariño y hagámosle sentir a alguien que es nuestro amor en el día del Amor y la Amistad.
NOTA AL HOMBRE LECTOR: Siempre va a ser lindo saber que somos importantes para ustedes. Amor y Amistad es una excusa más para demostrarnos mutuamente lo lindo que es tener, no una media naranja, sino otra completa. Lúzcanse, Romeos