La mítica fotografía de Ernesto Guevara, con su boina y la mirada perdida, se repite en el mundo entero en millones de camisetas, afiches y hasta tatuajes.
Texto extraído de: El Perfil
Por: Redacción
La Habana – Vivió rápido, murió joven y dejó un, más que bonito -como recomendara James Dean- casi místico cadáver. Pero además, el guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara legó a la posteridad unos ideales de lucha contra la injusticia en América Latina y el resto del mundo que lo convirtieron, no sin controversias, en uno de los mayores íconos mundiales vigentes aún hoy en día, a 40 años de su muerte.
Su imagen, sobre todo la eternizada en 1960 por el fotógrafo cubano Alberto Korda con su boina con una estrella y una mirada perdida en la distancia, adorna en todo el mundo, cual fetiche de la izquierda o simple símbolo de rebeldía juvenil, millones de camisetas, banderas, afiches, llaveros y hasta la piel en tatuajes, como el que luce orgulloso el ex futbolista Diego Armando Maradona.
Conscientes del impacto de su figura, los responsables de su muerte en la localidad boliviana de La Higuera en 1967 ocultaron su cadáver, que permaneció desaparecido 30 años. Pero sólo lograron incrementar aún más la leyenda del Che, hasta el punto de que, según indicaba recientemente en un artículo el ensayista cubano Iván de la Nuez,
“Para la izquierda radical, el fetiche del Che significa una victoria cultural después de una derrota política”, mientras que para la derecha se ha convertido en “una derrota cultural después de una victoria política”.
La comunista Cuba contempla casi con complacencia esa comercialización de su figura, a pesar de la paradoja de que así consiente de algún modo en una de las prácticas mercantilistas que tanto criticara el Che. Más allá de que la isla está sembrada de murales y carteles con la efigie del “guerrillero heroico” o alguna de sus frases más famosas, en los mercadillos de las ciudades se multiplican los productos con símbolos del Che, que no sólo son comprados ávidamente por los turistas, sino también por muchos cubanos que lucen entusiastas cualquier objeto que lo represente.
Aunque con un sentimiento distinto, puntualizan los cubanos:
“Aquí en Cuba, siempre que tenemos la posibilidad de tener una camiseta del Che la llevamos con mucho cariño y amor y no porque sea un objeto de moda, sino porque realmente lo sentimos”,
aseguró el estudiante de medicina Yendri Gatorno, que también luce orgulloso una camiseta del Che. Precisamente eso es lo que el nieto del Che, Canek Sánchez Guevara, hijo de su primogénita, Hildita Guevara, ha criticado duramente en diversos medios: la utilización de la figura de su abuelo en Cuba
“como capital simbólico, moral y ético de la revolución y luego como mercancía de los residuos de la revolución, por el Estado”.
Sin embargo, la mayoría de los cubanos, o de los fieles a la revolución castrista, no lo ven así.
“Al comienzo, me molestaba ver esos símbolos, pero me di cuenta de que no, que estaba equivocado, que no existe gente que se hace millonaria vendiendo camisetas”,
explicaba Alberto Granado, el amigo de la juventud del Che, en un documental recientemente estrenado.
“La presencia del Che en camisetas, para los jóvenes, es una forma de molestar a sus padres, incluso aquellos jóvenes que no sabían quién era el Che, sabían que su presencia era una forma de molestar a sus padres, que no han hecho nada por un mundo mejor. Y los símbolos son una forma también de estar presente”
agregaba Granado. Para la directora del Memorial Che Guevara en Santa Clara, Veneranda de García, la venta de símbolos del guerrillero
“forma parte del propio impacto que causa la figura del Che en los años en que los jóvenes ven al Che como expresión de rebeldía, como espíritu de resistencia, o de cambio, de transformación”. “Nadie se va a volver rico con esas imágenes… todo eso que se comercializa es porque detrás de eso siempre hay personas con manifestaciones, con aspiraciones diferentes”,
aseguró .
“Sabemos que en otros países utilizan al Che para comercializar su figura y vender pullover, camisetas... no rechazamos esa política porque, de una forma u otra, nos queda el regocijo de que aquellas personas que lo hayan adquirido, algún día se sentirán más comprometidos con el Che y sabrán que más que un pullover que tenga la imagen del Che, lo que representa son sus ideas, lo que defendía, que es lo que nos llena a nosotros de orgullo”,
coincide el estudiante Yendri.
A 40 años de su muerte, la isla no parece tener intención de dejar de seguir explotando la imagen que, junto a la de Fidel Castro, más ha contribuido a internacionalizar los ideales que promulga la Cuba revolucionaria. En el mismo aeropuerto internacional de La Habana, junto a los rones y los tradicionales habanos, los últimos objetos que despiden al turista antes de abordar su avión son los cientos de afiches, postales y camisetas del “guerrillero heroico” a la venta casi hasta la puerta de embarque.