En boca cerrada…

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Las elecciones en Colombia están, como dicen, para alquilar balcón.

O al menos esa fue la sensación el domingo, después de conocidos los dos finalistas elegidos en la primera vuelta.

Los resultados de ese primer tour electoral dejaron a los partidarios de izquierda, representada en el candidato Petro, un poco decepcionados y abatidos. Con el paso de los días de la semana se han ido recuperando, pero, quién les ha dado margen de recuperación ha sido, paradójicamente, el otro contrincante, del que se ha llegado a decir que “el mayor rival de Rodolfo Hernández es Rodolfo Hernández”.

Y es que “el ingeniero”, como se le llama coloquialmente, no sabe contenerse a la hora de hablar. Su estilo espontáneo, frentero y hasta vulgar, ha cautivado a no pocos votantes y el resultado de esta forma de comunicación se hizo evidente el 29 de mayo, tanto que su presencia en la segunda vuelta, como el contradictor del hasta entonces imbatible Gustavo Petro, tomó a muchos por sorpresa.

Rodolfo Hernández y su esposa. Semana 2022.

Pero resulta que esta estrategia ha empezado a mostrar sus límites. El ingeniero ha equiparado a la Virgen María con “todas las otras prostitutas de su barrio”, y esta mención desafortunada en un país conservador y católico como lo es Colombia, ha podido más que los discursos y las referencias muy elaboradas y sesudas de sus contradictores, al respecto de sus presuntos actos de corrupción o el evidente machismo que permea todo su discurso. Craso e imperdonable error.

Si en este costado de la contienda llueve, en la otra campaña no escampa.

Sus partidarios le imploraron a su líder Gustavo Petro, las horas y los días siguientes al resultado electoral de la primera vuelta, que dejara de lanzar en toda intervención esas peroratas infinitas, cargadas de argumentos intelectualizados y prácticamente incomprensibles para las masas populares. De rodillas le pedían que acuñara un lenguaje simple, efectista, directo, un poco como el de su contradictor.

Gustavo Petro y su familia.

Tal vez esta solicitud resulte ineficaz porque hay condiciones del ser que es imposible cambiar, pero en todo caso no parece viable que los electores que no entendían a Petro antes de la primera vuelta lo vayan a entender en estas tres semanas, a pesar de sus esfuerzos por ser más concreto en sus intervenciones, de las imágenes que lo han empezado a mostrar más cercano ataviado con la pañoleta verde, o en sus recientes, aunque aún acartonadas, incursiones en la red social Tik Tok.

Por otro lado, tantos esfuerzos por mejorar la comunicación, y la avalancha de adhesiones de personajes respetables como Alejandro Gaviria y hasta Rudolph Hommes, parecen inútiles cuando en la foto están los mismos corruptos o desprestigiados de siempre, Armando Benedetti, Roy, Samper, Piedad y la mismísima Gata, entre otros cuestionables personajes que se han agrupado en la campaña del líder de la izquierda. No se puede pregonar a los cuatro vientos ser “el cambio” y, al mismo tiempo, estar acompañado de semejante bandola. En vez de enviar un mensaje positivo a la ciudadanía, dicha actitud parece el desafiante acto de un bocazas.

Que por la boca muere el pez es un dicho viejo en Colombia. Esto deberían saberlo, o más bien tomar medidas para evitar esta muerte indeseable, los dos políticos que actualmente se encuentran en la contienda definitiva para elegir el próximo presidente de Colombia.

Mientras tanto, la campaña se desarrolla en lo que aún parece un empate técnico, y tal vez el resultado final sólo se defina porque alguno de los dos no fue capaz de mantener la boca, ¿o habría que decir la jeta?, cerrada.

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